La Administración empieza a perseguir la videovigilancia filtrada en Internet
El número de cámaras registradas se multiplica por mil en cuatro años
¿Cómo se controla la seguridad en los sistemas de videovigilancia que los particulares colocan en sus empresas, locales, casas, o balcones para evitar que las imágenes acaben en Internet ante la vista de cualquier curioso? Hasta el momento, de ninguna manera. Sólo había denuncias ciudadanas. La Agencia de Protección de Datos ha comenzando a abrir expedientes sancionadores contra todos aquellos casos que llegan a su conocimiento. Por el momento sólo hay siete procedimientos abiertos. Pero ese número no es nada comparado con el número real de sistemas de videovigilancia que carecen de medidas de seguridad básicas: según un informe de septiembre de 2008 de la Asociación de Internautas, el 60% de las cámaras conectadas a Internet están abiertas.
El problema suele ser la falta de conocimientos del que pone el sistema
La intimidad es cada vez más vulnerable, mientras que las ganas de videovigilarlo todo aumentan: el número de cámaras comunicadas a Protección de Datos se ha multiplicado por mil en cuatro años: ha pasado de 229 en 2004 a más de 21.000 hoy, según informó ayer el director de la Agencia, Artemi Rallo, en la presentación de la Memoria de 2008. El 98% son cámaras privadas.
Incluso antes de investigar las filtraciones a la Red, gran parte de la actividad de la Agencia de Protección de Datos durante el año pasado se centró en la videovigilancia: ha habido 365 expedientes abiertos y 37 sanciones sobre usuarios que colocan cámaras que ven más allá de lo razonable, o que no informan a los vigilados. Uno de ellos sospechó que su vecino había puesto cámaras en las macetas de la terraza, que tenían unos sospechosos y pequeños agujeros. Efectivamente: vigilaba el exterior de su casa a través de las plantas, y grababa el balcón de los vecinos. Tuvo que pagar 600 euros. Una comunidad de propietarios también se sobrepasó: en uno de los pisos había un burdel, pusieron cámaras por todo el edificio para controlar los movimientos de prostitutas y clientes, fueron denunciados por la dueña de la vivienda y la Agencia resolvió que debían pagar 1.200 euros por vulnerar la ley.
Cuando el sistema está conectado a la Red, las consecuencias se multiplican. Un internauta cualquiera, desde su casa, puede ver todo tipo de imágenes grabadas por un tercero: un mecánico que abre el capó de un coche, arregla una rueda o se fuma un cigarrillo en la puerta de taller; un primer plano de una pareja que se besa en la calle; dos amantes que se registran en la recepción de un hotel; el trabajador de una tienda que refunfuña después de atender a un cliente. Es más, en algunos casos, si no le gusta el ángulo, el curioso puede mover la cámara de izquierda a derecha, de arriba abajo o incluso usar un zoom para ver más de cerca al joven que se desgañita en un gimnasio o al que se está escaqueando del trabajo. Y puede también grabar las imágenes.
El origen del problema, en la mayor parte de las ocasiones, es el puro desconocimiento del usuario, que no sabe que su sistema de videovigilancia es vulnerable. Por eso, desde la Asociación de Internautas se emplaza a Protección de Datos, a que, aparte de las sanciones, emprenda una campaña informativa sobre el tema, intensa y de alcance nacional.
"La gente no sabe hacer algo tan sencillo como poner claves seguras para sus sistemas de videovigilancia", dice el presidente de la Asociación de Internautas, Víctor Domingo. "A nadie le gusta que cualquiera vea las imágenes de su casa, o de los trabajadores en su empresa. Pero quienes ponen las cámaras no son conscientes de la vulnerabilidad. No saben que en Internet todo el mundo está localizado a través de su dirección IP. El Estado debería formar a los ciudadanos. Creemos que es más útil asesorar que multar. Los usuarios deben aprender sobre Internet tomándose en serio la privacidad".
La Agencia de Protección de Datos está ultimando un documento con recomendaciones para controlar estas vulneraciones generalizadas de la intimidad. Coinciden en que será difícil erradicar estas prácticas sin formación, y lo que quieren hacer es incidir en las empresas que suministran estos mecanismos de videovigilancia: fomentar que ellas informen adecuadamente a los clientes sobre cómo usar de forma segura las cámaras.
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