La grapa
Tengo que decir que el quiosquero anda cuidándose, el hombre, y llega más tarde o se va más pronto, que todos nos estamos haciendo viejos, de modo que estos días el periódico me lo da la quiosquera, la hija del quiosquero, quien es guapa, lista y discreta, como decían nuestros clásicos, por ejemplo Lope de Vega, que siempre tuvo amantes discretas. Cómo le envidia uno a Lope las amantes discretas. Bueno, también le envidio otras cosas, pero sobre todo lo de las mujeres discretas, porque yo, en la vida, no he encontrado más que indiscretas.Y hete que la quiosquerita me da, estos últimos días, el ABC sin grapa. El primer día pensé que se había caído. Luego me he fijado bien y no, el periódico no está grapado, por lo menos, el que me venden a mí, Sé que la economía del gran matutino va bien, a la vista está que la publicidad no falta y el ABC sigue siendo el periódico consagratorio en que todos los noveles de provincias queríamos publicar nuestros artículos, junto a los de Pemán, Azorin, Sánchez-Mazas y González-Ruano. Ahora, los noveles, como están muy levantiscos, donde quieren publicar es en Mundo Obrero.
¿Necesita el ABC ahorrarse la grapa, es este ahorro un ejemplo de austeridad por parte del periódico, un estímulo de sobriedad para sus lectoras, marquesas o no, como diría Juan Ramón Jiménez? Nada de eso. Me consta que, sobre la marcha imperturbable de la publicación, planea además un venidero manto de millones, o sea, que a lo mejor es que está en huelga, el departamento de grapistas o grapadores del ABC que lo mismo son de Comisiones Obreras. Pero a mi, el ABC queridos colegas, me gustaba más con grapa.
La caída de la grapa me ha llevado a reflexionar sobre la pérdida general y sintomática de la grapa en la derecha española, cuya grapa, algo así, fue Franco durante cuarenta años, y que, para después de su muerte, se proponía dejarlo todo grapado y bien grapado. Desde que falta el hombre-grapa de la historia de España, la derecha anda deshojada, dispersa, y Ramón Tamames ha hecho magistralmente la novela en números de esa dispersión con su último libro sobre la oligarquía de la cosa.
Angel Sánchez López, que me lee en el Metro, dice, entre Banco y Sol, todas las mañanas, me recuerda el caso de los desahuciados de Ave María, 20, que es un caso que clama al cielo, y mientras Garrigues Walker trata de contener los desahucios, Martín Villa envía guardias contra los desahuciados. Dígame usted si esto no es una derecha desgrapada, o cuando menos desmadrada, porque Suárez, que aparecía como el providencial hombre-grapa de la derecha, se está quedando en un hombre chincheta.
O, todo lo más, en un hombre-clip, porque los clips ya se sabe que sujetan un poco, pero se caen en seguida, mientras que una grapa es para toda la vida, que todavía tengo yo en los desvanes de provincias abecés de los años treinta y tantos, coleccionados por mis madres y tías, con su color sepia o ceregumil, y conservan la grapa y están mejor grapados que el ABC de esta mañana.
Lo que la derecha está pidiendo a gritos es una grapa, un principio de autoridad que grape a la sociedad española, y mi amigo el socialista, que es conductor y, a veces, me lleva y me trae de la sierra, cuenta que un señor de-los-de-antes le ha dicho que esto de la democracia tiene los días contados y que se acaba para la primavera.
-Porque era una persona mayor, que si no, me paro y le dejo en la carretera -dice el socialista.
¿Ven ustedes en lontananza algún hombre-grapa para el futuro de España, o como se llame ya esto? Cuando hasta el ABC prescinde de la grapa y se decide a ser un periódico deshojable y desflorable, cierta derecha iluminista, que encuentra el ABC muy de izquierdas, sigue buscando al hombre-grapa por los arsenales humanos de la Patria. Ay el día que lo encuentren.
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