Un poco de comedia mejora la productividad
Raul de Orofino, un actor brasileño, imparte lecciones de teatro a empresas y equipos con conflictos
Nacido en Río de Janeiro, hijo de italiano y brasileña, Raul de Orofino no ha tenido una vida corriente. Actor y autor, empezó en Brasil durante el Gobierno de Collor de Mello, "que acabó con la cultura". Para sobrevivir, decidió interpretar sus funciones, "siempre serias y cómicas a la vez", a domicilio, en las casas de la gente. Y de ahí a ofrecer clases de formación empresarial.
De Orofino está a punto de dar el salto España. Ya ha trabajado con la inmobiliaria Remax, Parque Denia Resort y Antares Abogados
Y es que alguien le vio actuar en una casa y le invitó a representar una de esas funciones a bordo de un avión, en el puente aéreo Río-Belo Horizonte. "Ahí entendí lo que consigue el humor: si te ríes, pierdes el miedo a volar". Y ahí mismo surgió la posibilidad de llevar sus monólogos a las empresas. "Un ejecutivo de OTIS me vio a bordo y me dijo que lo que yo hacía no era teatro, sino una clase de formación, y me contrató para actuar en su empresa. 'Tenemos problemas de comunicación', me dijo. A partir de ahí, gracias a su carta de recomendación, empecé con el Teatro Empresa por todo el país".
Eso era en 1994. Coca-Cola, Petrobrás, Bradesco, Banco do Brasil, General Motors, Shell, Citibank, L'Oreal... La nómina de compañías donde De Orofino, cuyo lema es "humor es dinero", fue mostrando esa nueva tendencia en recursos humanos para formar y motivar colectivos superó en unos años el centenar. "El formato es flexible, y lo adapto a los problemas concretos de cada empresa", explica De Orofino. "Sólo uso un perchero y una silla, y el vestuario lo llevo siempre encima. Generalmente es una representación de un monólogo titulado Mario, tu humor está en el armario, y luego una conferencia-debate. Sirve para dos, 20, 200 o 2.000 personas".
Tras pasar por las principales sociedades brasileñas, incluida una actuación en una plataforma petrolera en alta mar, en 1999 decidió abrir mercado en Portugal. Desde entonces vive en Lisboa, y ha hecho sus amigos en los lugares donde ha trabajado. Bancos, empresas de alimentación, seguros, cosméticos, inmobiliarias... Según los ejecutivos que le han contratado y le han visto trabajar, el método funciona. Se diría, incluso, que más allá de lo laboral. Edite Cheira, del BBVA Portugal, afirma que "Raul cambió nuestras maneras de ver la vida, aproximó mentalidades, cuestionó preconceptos y desestabilizó la rutina del grupo".
"Se trata justo de eso, de cambiar la mentalidad del grupo", explica De Orofino. "Es una educación emocional para el presente; se trata de aprender que lo antiguo ya pasó, que es posible cambiar. Los jefes aprenden a ser más comprensivos, los vendedores empiezan a escuchar al cliente en vez de sonreír sin oírle, todos aprenden a disfrutar mejor de la gente que tienen al lado".
Arquetipos empresariales
Oyéndole vender su producto, casi dan ganas de contratarlo como terapeuta. "En realidad es la técnica interpretativa lo que hace reír y emociona, pero el concepto empresarial va siempre por debajo. Los personajes son arquetipos. Uno es un ejecutivo que llega a casa y no habla con su hija. Otro es una mujer que se enamora de un enano. Imaginar esa situación es una manera de pensar en nuestros prejuicios, nuestra idea de lo diferente, nuestro miedo al cambio y a lo desconocido, o nuestro recelo a los inmigrantes, por ejemplo...".
Las empresas buscan ese tipo de consultas colectivas cuando hay gente que no sabe trabajar en equipo, plantillas en proceso de fusión... "Cuando la mujer del enano dice: 'Fue su sonrisa lo que me encantó', todos entienden que lo importante es no dramatizar, que el humor y el buen humor son la mejor gimnasia para el estrés, y que las relaciones laborales dependen mucho de lo que nosotros decidamos que sean".
Hacia España
Ahora, De Orofino está a punto de dar el salto a las empresas de España. Ya ha trabajado en una convención de la inmobiliaria Remax ante 1.300 personas; con Parque Denia Resort y con Antares Abogados. Y no ha notado ninguna diferencia con Portugal: "Son dos países en los que se trabajan demasiadas horas, pero el problema del mundo occidental es el mismo, tenemos una enfermedad del alma, una gran ignorancia emocional. No escuchamos fácilmente, trabajamos sin pensar que el trabajo es una cosa verdadera de nuestra vida. Y no utilizamos el lenguaje del afecto empresarial porque no ponemos el corazón. Se trata de trabajar menos horas, pero con más calidad. Y de reírse un poco más. La risa elimina hasta las barreras jerárquicas. Por eso, entre otras cosas, es una de las cosas más serias del mundo". ¿Y qué piensa De Orofino de los consultores clásicos de formación? "Como en todo en la vida, los hay competentes e incompetentes. Yo adoro la palabra competencia".
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