Las mujeres también crean empresas
La tasa de actividad emprendedora femenina, más sensible a la situación económica, creció en 2005
El perfil del emprendedor español es el de un hombre de unos 42 años, con estudios medios y una renta mensual media de 1.800 euros. Pero cada vez menos. El estudio GEM que sobre este fenómeno hace el Instituto de Empresa desde hace cuatro años constata que cada vez más mujeres españolas deciden crear su propia empresa, en un 80% de los casos porque ven la oportunidad de ganar dinero, pero también para mejorar sus condiciones laborales.
El 80% de las mujeres que crean una empresa lo hacen porque ven una oportunidad de negocio
Margarita García de la Calle tiene 30 años y desde hace seis es dueña, junto a dos socios, de la consultora de selección Ábaco Siglo XXI. A pesar de su juventud, antes de decidir montar su propia empresa, "con poquito dinero y mucho esfuerzo", trabajó en un banco de inversión y fue directora financiera de una empresa de informática. En este puesto, y mientras estudiaba un máster en administración de empresas (MBA), fue cuando empezó a darse cuenta de que había una oportunidad de negocio: "Nos costaba mucho encontrar buenos informáticos", recuerda. Era la época del boom de Internet, antes de que las tecnológicas entraran en crisis en la primavera de 2001.
Como García de la Calle, la gran mayoría de las emprendedoras españolas (80%) lo son porque ven una oportunidad de negocio, según el último Monitor Global de la Actividad Emprendedora (GEM, en sus siglas en inglés), cuya parte española realiza un equipo de investigación del Instituto de Empresa (IE). El resto escogen este camino como una forma de autoempleo, ante la dificultad para lograr un contrato laboral o para lograr una mejor calidad de vida, por ejemplo tras ser madres.
Cada vez son más las mujeres que deciden trabajar por cuenta propia en España. El índice de actividad emprendedora (TEA) "mejora de forma constante y sostenida" en el caso de las mujeres desde hace unos años, asegura el informe, que considera emprendedores tanto a las personas que han creado una empresa en los últimos tres años como a los que están en trámites de hacerlo, explica Rachida Justo, del equipo del IE responsable del GEM. El TEA femenino del año pasado se situó en el 4,5% frente al 7,17% del masculino.
Esto significa que por cada 100 emprendedores hay 58 mujeres que dan el mismo paso, lo que sitúa a España en la novena mejor posición de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el quinto de la Unión Europea.
Rachida Justo explica el desequilibrio entre sexos por "razones culturales". "Además", continúa, "las mujeres tienden a montar negocios menos arriesgados, tienen menos confianza personal y declaran una menor formación sobre habilidades específicas relacionadas con la creación de empresas".
Otra cuestión que han detectado los investigadores del GEM es que las empresas creadas por mujeres son más sensibles a los cambios económicos. Así, la crisis que empezó en 2001 se tradujo en una reducción del TEA femenino del 41%, mientras que el masculino sólo caía el 10%. Del mismo modo, cuando se inició la recuperación económica en 2003, la tasa de actividad emprendedora femenina repuntó un 58%, mientras el TEA nacional se quedaba en un 47% más. "Quizás es porque las mujeres son más temerosas y prefieren alternativas más seguras", aventura Justo.
Otras diferencias con los emprendedores varones es que las mujeres tienden a crear empresas en sectores tradicionales, donde el riesgo es menor pero la competencia también es más dura, los márgenes más estrechos y la posibilidad de fracaso mayor.
El estudio distingue tres grandes grupos de emprendedoras, aunque no los cuantifica. El primero estaría formado por aquellas mujeres jóvenes -menores de 30 años- muy dinámicas y con formación superior. Otro gran bloque sería el de las mujeres que ya han cumplido los 30, con hijos pequeños, que deciden montar su propio negocio para ganar flexibilidad. Y por último estarían aquellas mujeres que abandonaron el mercado laboral al convertirse en madres y se las ven y las desean para volver a trabajar cuando éstos ya han crecido.
Margarita García de la Calle entra dentro del primer grupo. El que compite de igual a igual con los hombres. Ella no consiguió subvenciones para su idea. Pero ése no es su mayor reproche. "El problema es que si la experiencia te sale mal no te lo valora nadie", se queja esta empresaria cuya sociedad está en plena fase de expansión y que acaba de contratar a dos personas cuyo proyecto empresarial fracasó. "En Estados Unidos sucede lo contrario, pero en España, si te pasa algo así", continúa, "es mejor que lo quites del currículo y digas que estuviste dando la vuelta al mundo".
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