Bancos de tiempo para conciliar
Empiezan a proliferar en España los proyectos de intercambio de servicios entre compañeros de centros de trabajo
Un compañero de trabajo necesita que alguien se ocupe de cuidar a sus padres enfermos durante un sábado en el que le toca guardia. Cuelga su petición en el sitio web de la organización en la que trabaja y ofrece, a cambio, cocinar durante unos días para quien pueda echarle una mano. Otra persona se ofrece para cubrirle esas horas en su casa. Es un caso típico y real, extraído del Servicio de Asistencia a la Comunidad Universitaria (SACU) de la Universidad de Sevilla, una de las precursoras en España de este tipo de iniciativas. Lo que en la década de los noventa empezó siendo un movimiento vecinal impulsado por asociaciones cívicas y ayuntamientos, los bancos de tiempo para intercambiar actividades y servicios, se está empezando a desplazar a los centros de trabajo. La preocupación por conciliar la vida laboral y la personal de los empleados de empresas, organismos y administraciones públicas está detrás de este movimiento.
220 personas de la Universidad de Sevilla están apuntadas al banco de tiempo, que en su tercer año se ha convertido en un referente
Los intercambios se han extendido a clases de apoyo a hijos de otros trabajadores, idiomas, traducción, apuntes de ordenador e informática
El pasado mes de noviembre se presentó en Baleares el proyecto denominado Tiempo de Trabajo y Ocio, desarrollado por la Agrupación Balear de la Calidad de Vida, de la que forman parte la Consejería de Trabajo del Gobierno balear que dirige Margarita Nájera, los ayuntamientos de Ibiza y Calvià y la Fundación Universidad Empresa, entre otros. Entre sus objetivos destaca la promoción y asesoramiento de bancos de tiempo en los centros de trabajo y en las organizaciones. Ha sido uno de los últimos organismos que se han unido a esta tendencia en crecimiento. Según su texto de presentación, nace para "conciliar vida familiar y vida profesional, así como reintegrar a los hombres y las mujeres que han abandonado el mercado laboral, mediante el desarrollo de formas más flexibles y efectivas de organización del trabajo y servicios de apoyo".
Poco antes, en octubre, La Federal de Villacís, una pequeña agencia de publicidad de Murcia, fue galardonada con uno de los premios regionales a las mejores prácticas de conciliación concedidos por la agencia de comunicación CVA y el Ministerio de Trabajo. Lo obtuvieron por la puesta en marcha de un banco de tiempo entre su plantilla y otras medidas de flexibilidad horaria. Nieves Lázaro, directora de la compañía, defendió la iniciativa asegurando que "no es verdad que cuanto más tiempo se está en la empresa se produzca más". En su caso, ofrecen una bolsa de cuatro horas -disponibles en todo momento para cada empleado, retribuibles y recuperables-, que pueden utilizarse para resolver cuestiones personales e imprevistos. La propia plantilla gestiona esta bolsa de tiempo y comprueba que nadie se exceda de ese margen de cuatro horas sin haberlas recuperado previamente. Al acabar el año el reloj se pone a cero. Nadie puede tener horas pendientes con la empresa. Es sólo un ejemplo más de los movimientos que se están produciendo en este terreno.
Trueque de trabajos
Rosa Muñoz, profesora de Empresariales de la Universidad de Sevilla y responsable del SACU, es una acérrima defensora de los bancos de tiempo y una de las precursoras de su traslado a los centros de trabajo. "El nuestro ha creado una corriente de solidaridad y empatía entre compañeros muy distanciado por la dispersión de las facultades en diferentes campus o profesionalmente, por pertenecer a áreas de conocimiento muy diversas", afirma con entusiasmo. Unas 220 personas de la Universidad sevillana están apuntadas al banco de tiempo, que ha cumplido su tercer año de vigencia y se ha convertido en un referente. Entre las más recientes peticiones, Rosa Muñoz menciona las de la Universidad de Burgos, los ayuntamientos de Écija y San Sebastián, que desplazó a dos personas para comprobar in situ su funcionamiento, el centro penitenciario de Fontcalent (Alicante) y la Universidad de Caldas en Manizales (Colombia).
"Lo interesante", destaca, "es que hemos generado algo nada frecuente en los bancos de tiempo, que es que los intercambios se han extendido a las propias prácticas académicas". Es decir, sin dejar de ofrecer lo tradicional en esta clase de proyectos (horas para el cuidado de niños y mayores, cocina, arreglos de ropa, reparaciones domésticas...), los trueques alcanzan también a clases de apoyo para los hijos de otros trabajadores, traducción de documentos, pasar apuntes al ordenador, clases de idiomas o aclaraciones informáticas, entre otras actividades más vinculadas a la práctica laboral que a la vida personal.
Para garantizar el cumplimiento de los trueques, en la página web del SACU existe un talonario de cheques de tiempo que los interesados deben suscribir y rellenar, dejando constancia de su obligación de devolver los minutos prestados a otros. Mensualmente se envían a los gestores del banco los cheques usados, informando así del estado de cuentas de cada uno de los apuntados. No se permite acumular una diferencia mayor de 20 horas entre el tiempo recibido y el prestado, pero sí se pueden transferir horas a otros miembros del colectivo.
Lo que más lamenta Rosa Muñoz es que de los 220 apuntados apenas un 5% sea varón. Y eso pese a que el banco de tiempo se denomina Mujeres y Hombres de Hoy. Una muestra, según su responsable, de las dificultades que siguen teniendo los hombres para conciliar y cooperar en tareas domésticas. En el otro fiel de la balanza resalta como aspectos más positivos, además del refuerzo y creación de lazos de amistad, las mejoras tanto en la motivación personal de quienes se han implicado como en el clima laboral que se deriva de la existencia del banco de intercambio de horas.
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