Esto no es un simulacro
Siempre es una alegría ver que el mercado de valores regresa de entre los muertos. Pero estoy tremendamente preocupado por el hecho de que nuestro sistema político no se percate de hasta qué punto la crisis financiera puede seguir minando todo lo que queremos ser como país.
Amigos, esto no es un simulacro. Económicamente, esto es el Big One
[el terremoto gigante que podría arrasar la Costa Oeste de EE UU]. Es agosto de 1914. Es la mañana después de Pearl Harbor. Es el 12-S. Sin embargo, en muchos sentidos, parece que seguimos haciendo la misma política de siempre.
Nuestro país tiene insuficiencia cardiaca congestiva. Nuestro corazón, el sistema bancario que bombea sangre a nuestros músculos industriales, está obstruido y funciona muy por debajo de su capacidad. Nada más puede compararse en importancia, ni de lejos, a la necesidad urgente de curar nuestros bancos.
Los republicanos se portan como si prefiriesen ver hundirse al país a que Obama se apunte un éxito
Sin embargo, leo que en realidad estamos retrasando docenas de nombramientos clave en el Departamento del Tesoro porque nos preocupa si alguien hizo la pertinente aportación a la Seguridad Social por una niñera que contrató hace 20 años por cinco dólares la hora. Esto es de locos. Es como si nuestra casa financiera estuviese ardiendo y no permitiésemos que los bomberos abriesen las mangueras hasta que nos garantizasen que el agua no tiene demasiado cloro. ¿Hay alguien ahí?
Mientras tanto, el Partido Republicano se comporta como si prefiriese ver hundirse al país a que Barack Obama se apunte un éxito. Rush Limbaugh, el jefe de facto del Partido Republicano, lo ha dicho explícitamente, y ha instado a John McCain a que haga a Politico la siguiente declaración sobre el presidente Obama: "No quiero que fracase en su misión de salvar nuestra economía".
De hecho, el Partido Republicano está debatiendo si quiere que Obama fracase. En vez de ayudar al presidente a tomar las decisiones difíciles, el Partido Republicano ha optado por acosarle. Es como si la mañana siguiente al 11-S los demócratas hubiesen dicho que no querían formar parte de ninguna guerra contra Al Qaeda: "George Bush, arréglatelas como puedas".
En lo que respecta a Obama, me gusta su aplomo ante los ataques, aunque a veces da la sensación de que está distanciándose deliberadamente de la crisis bancaria, mientras que pone mucho empeño en otras iniciativas populares. Entiendo que no quiera que su presidencia se convierta en rehén de los altibajos de las acciones de los bancos, pero es que él es un rehén. Todos lo somos.
Las crisis grandes y difíciles son las que producen grandes presidentes, así que hay una cosa que sabemos a ciencia cierta: Obama va a tener la oportunidad de alcanzar la grandeza.
Esta crisis es extraordinariamente difícil en cuatro sentidos.
En primer lugar, para salir de una crisis como ésta es necesario despejar los mercados. Hay que dejar que las empresas o los propietarios de viviendas que han fracasado vayan a la quiebra, liberen su capital muerto y lo reutilicen en entidades prósperas. Así es como terminó el pinchazo de las punto.com, y de esa masacre surgió toda una serie de nuevas empresas. El problema con esta crisis es que AIG, Citigroup y General Motors (y la hipoteca subprime del vecino) no son Dogfood.com. Si dejamos que el mercado los quite de en medio, puede que nos barra a todos con ellos. Por tanto, el presidente tiene que encontrar la forma de castigar a los malos actores financieros sin desencadenar otro efecto dominó como el de Lehman Brothers.
En segundo lugar, necesitamos unas condiciones de mercado que aporten un valor justo y claridad a las hipotecas tóxicas que lastran los balances generales de nuestros bancos más importantes. Esto probablemente requiera cierto grado de subvención gubernamental para los grupos de inversión y los fondos de cobertura, a fin de que puedan hacer las primeras ofertas por esos activos tóxicos con la seguridad de que no perderán dinero. Puede que esto tenga mucho sentido desde el punto de vista político, pero venderlo políticamente puede ser una pesadilla. A muchos les parecerá otro regalo inmerecido para Wall Street.
Desgraciadamente, puede que el presidente tenga que mirar al pueblo estadounidense a los ojos y explicarles que "la equidad ya no figura en el menú". Lo único que tenemos ahora en el menú es la disyuntiva de evitar o no el hundimiento del sistema, y puede que esto requiera recompensar a algunos nuevos inversores.
En tercer lugar, puede que el presidente tenga que tomar algunas decisiones de billones de dólares, como nacionalizar bancos importantes o duplicar el estímulo económico, sin que haya ningún precedente real y sin conocer las repercusiones a largo plazo.
Y en último lugar, para hacer todo esto, el presidente tiene que hacernos caer en la cuenta de lo peligroso que es el momento en que nos encontramos, sin desatar un pánico que empuje a los estadounidenses a guardar cada céntimo debajo del colchón y debilitar así todavía más la economía.
Todo esto exige un liderazgo de la máxima categoría: decisiones audaces, constancia y persuasión. Hay una enorme cantidad de dinero en el banquillo ansioso por apostar de nuevo por EE UU. Pero ahora mismo hay demasiada incertidumbre; nadie sabe cuáles serán las nuevas normas que regirán las inversiones en nuestras principales instituciones financieras. Si Obama puede diseñar y vender ese plan, los inversores privados, grandes y pequeños, nos proporcionarán un estímulo jamás visto.
Y por eso me despierto cada mañana con la esperanza de leer esta noticia:
"El presidente Obama ha anunciado hoy que ha invitado a los 20 banqueros más importantes del país, a los 20 empresarios más relevantes, a los 20 economistas de mercado más destacados y a los líderes demócratas y republicanos de la Cámara de Representantes y del Senado a reunirse con él y con su equipo en Camp David. 'No bajaremos de la montaña hasta que hayamos forjado una estrategia común y clara para sacar al país de esta crisis bancaria', ha dicho el presidente mientras subía a su helicóptero".
(c) 2009 New York Times News Service. Traducción de News Clips.
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