Un otoño muy duro (otra vez)
Tras el ajuste del empleo temporal, la subida del paro amenaza ahora al indefinido
En la calle de Teodoro Llorente de Alcoi, en Alicante, los albañiles han ensanchado las aceras y plantado árboles. Trece obreros han estado trabajando allí durante dos meses a la sombra de un gran cartel en el que figuraba la cantidad que costaba la obra: 331.226 euros. Sí. La inversión la pagaba el dinero del fondo de inversión local que ha anegado de paneles con el logo del Plan E la geografía española desde marzo. La obra y el trabajo ya se han acabado.
El Gobierno puso en marcha el fondo para frenar la escalada del paro cuando éste corría desbocado hacia los cuatro millones de desempleados, cifra que ya quedó vieja hace meses. Se trataba de contener el desplome del empleo en la construcción, un sector que en dos años ha triturado 851.000 puestos de trabajo. Para ello invirtió 8.000 millones. Y el éxito ha sido indudable. Ha generado 415.000 empleos, 120.000 más de los previstos. "Su finalidad era recuperar la actividad temporalmente, y lo ha conseguido", argumenta Toni Ferrer, secretario de Acción Sindical de UGT.
La evolución de la población activa decidirá si hay cinco millones de parados
En términos comparables, en la crisis de 1993 el paro llegó al 18,2%
El nuevo fondo local creará menos puestos de trabajo que el actual
Para volver a generar empleo, España tiene que crecer más del 1,5%
Pero ahora, cuando sus efectos comienzan a disiparse (como ha demostrado el paro registrado de agosto), la amenaza del paro vuelve a desplegar sus alas conforme se acerca el otoño. "Será muy duro", ha advertido el presidente del Consejo de Cámaras de Comercio, Javier Gómez Navarro. En los mismos términos se expresa José María Lacasa, secretario general de CEOE: "Vamos a ver unos meses muy duros en términos de destrucción de empleo".
Es tradición: el final de la temporada turística siempre se salda con un mal otoño. Pero este año hay algo más. Se acaban las inversiones locales. Y la recesión seguirá golpeando hasta bien entrado 2010. Además, el nuevo fondo local, de 5.000 millones, no tiene como objetivo taponar en masa la hemorragia del desempleo, sino crear "empleo de calidad", y eso implica menor número de trabajos. ¿Cuántos? Todavía no hay cifra prevista.
Ante esta perspectiva, el Gobierno ya ha puesto la venda antes de que la herida vuelva a sangrar. Una larga lista de miembros del Ejecutivo han advertido de que el paro subirá en otoño, aunque matizan que el deterioro será menor de lo visto hasta ahora. Para ello se fijan en datos como los que arrojaba la afiliación a la Seguridad Social el pasado mes de agosto, cuando se contabilizaron 75.000 cotizantes más que en julio sin los efectos del calendario.
También los conocedores del mercado laboral español creen que el paro va a ir a más. Incluso van más allá. "El paro seguirá creciendo hasta la primera mitad de 2010. No vamos a crear empleo hasta que no crezcamos por encima del 1,5% o el 2%", advierte Sara de la Rica, directora del Observatorio Laboral de Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), que teme especialmente lo que suceda en el mercado laboral en el último trimestre del año. Y lo que es peor, según la teoría de De la Rica, todavía falta mucho para crear empleo. Para 2010, el Gobierno contempla un crecimiento del 0,3%, y muchos analistas y organismos internacionales pronostican una caída.
Más pesimista es Ferrer. Cree que se necesitarían crecimientos superiores al 1,5% para volver a crear empleo. Y Marta Romero, directora del servicio de estudios de Agett, la patronal de empleo temporal, defiende que para reducir la tasa de paro, el crecimiento debe superar el 3% del PIB.
"Nuestro escenario central contempla que, a partir de septiembre, la destrucción mensual de empleo comience a aumentar, especialmente en construcción, pero también en el resto de sectores por efecto arrastre", pronostica el BBVA. La patronal, por su parte, espera que octubre sea la piedra de toque que dé pistas acerca de lo que sucederá en los siguientes meses. Si octubre es muy malo (el año pasado, el paro registrado subió en más de 192.000 personas), los siguientes meses también lo serán.
Ahora bien, en lo que sí coinciden Gobierno, expertos y sindicatos es en que la caída del empleo aflojará su ritmo. Si no lo hiciera, el escenario sería escalofriante. Sólo en el último trimestre de 2008 y el primero de 2009 se destruyeron 1.255.000 empleos.
Sí. Todos están de acuerdo. La destrucción de empleo será menor. Pero ya no caerá sobre una masa de casi 21 millones de trabajadores, sino sobre 18,9. Dicho de otra forma, no se puede estar siempre en caída libre. Pocos dudan de que la tasa de paro superará el 20%, con lo que duplicará las cifras europeas durante los próximos meses.
El paro español, de momento en el 17,9%, todavía está lejos del histórico 25,4% que se alcanzó en 1994. No obstante, el Banco de España señala en su último boletín que de medirse entonces el paro con la metodología actual, aquella tasa hubiera sido del 18,2%.
"Estaremos cerquita de los cinco millones de parados", afirma Valeriano Gómez, ex secretario general de Empleo. Según sus cálculos, llegar a esa cifra tan contundente dependerá de la evolución de la población activa, que ya en el último trimestre disminuyó. Esto, de entrada, lleva a Gómez a descartar que España llegue a cinco millones de parados. El mayor tamaño actual del mercado laboral español, señala Gómez, le lleva a afrontar esta durísima coyuntura con más garantías que en crisis pasadas.
Pero lo más preocupante ahora es por dónde seguirá la sangría del empleo. Hasta ahora se ha centrado en el trabajo temporal. En dos años han caído 1,4 millones de empleos, pero la última encuesta de población activa abrió una vía alarmante: por primera vez en 14 años se destruyó empleo indefinido. "El ajuste le toca ahora al núcleo duro del empleo", apunta Romero, de Agett, la patronal de las empresas de trabajo temporal.
"Hasta ahora, el núcleo del mercado laboral [los indefinidos] no se ha visto muy afectado. Pero ya ha empezado cierta reducción", continúa Gómez. Lo cierto es que la destrucción de trabajo fijo ya se ha notado en la construcción y la industria, donde su impacto no ha sido mayor por los expedientes de regulación de empleo temporales, que este año afectan a 277.721 trabajadores. En ellos se fija Ramón Górriz, de CC OO. Cree que pueden ser las primeras víctimas de las rescisiones de contrato definitivas.
Desde las cámaras de comercio, Gómez Navarro pronostica que las compañías "tendrán que deshacerse de trabajadores fijos". Lacasa incide: "Hay una amenaza clara al empleo estable".
Por su parte, Toni Ferrer, de UGT, afirma: "El ajuste ya ha pasado a los indefinidos". Él también cree que la caída ha sido menor por las regulaciones temporales de empleo -impulsadas por las ayudas del Ejecutivo para mantener el empleo-, pero advierte que vigilarán que las empresas que han recibido bonificaciones no acaben destruyendo empleo de forma definitiva. Górriz, de CC OO, advierte que esto llevará a su organización a plantear en los siguientes meses acabar con la temporalidad sin causa.
Pero la amenaza sobre el empleo fijo también llega de la caída de la contratación indefinida. En agosto se firmaron 68.735 contratos fijos, un 29,5% menos que en 2008, una caída muy superior al 10% del conjunto de contratos.
De poca ayuda será el clima que se respira entre los representantes de trabajadores y los empresarios. En lo que va de legislatura, el diálogo social no ha dado frutos. Y, también para otoño, la negociación colectiva amenaza con enquistarse si no se desbloquean los 1.500 convenios. Así lo reconocen los protagonistas.
José María Lacasa, de CEOE, admite que la mala relación entre los agentes sociales es un lastre más en una situación ya bastante difícil. "La ruptura del diálogo social tiene graves consecuencias", apunta Ramón Górriz, de CC OO. "No se mandan señales positivas. Y tampoco ayuda que la patronal tenga bloqueados los convenios. Si sigue así, aumentará la conflictividad en otoño. Es importante que haya acuerdos".
Más protegidos que nunca
La cifra de 1.040.214 parados en julio sin recibir prestación o subsidios puede dar escalofríos. Son muchos, sí, pero menos de los que había en abril de 2004, cuando el PSOE llegó al poder. Entonces, la cifra ascendía a 1.108.387. El dato no es baladí. Entonces, el número de parados registrados en las oficinas de los servicios públicos de empleo ascendía a 2.162.400. En cambio, el pasado julio se cerró con 3.544.100.
El número de desempleados con cobertura es tan alto ahora que los que quedan desprotegidos son menos incluso que en algunos momentos en los que el paro registrado ha caído por debajo de los dos millones. Por ejemplo, en agosto de 2001.
Con estos datos, la tasa de cobertura estatal oficiosa -el dato oficial no se ha publicado durante los últimos meses y se volverá a publicar el mes próximo, según anunció el pasado miércoles la secretaria general de Empleo- se sitúa en el 70,6% del total de los parados, incluidos los que buscan el primer empleo. Y éste sí que es el dato más alto conocido. Los años de crecimiento y bonanza llevaron el desempleo a mínimos históricos. Esto hizo que los trabajadores acumularan más derechos de percibir prestación que en otras épocas, lo que se ha notado ahora que los parados han comenzado a exigir cobrar su prestación.
Todas estas cifras están calculadas sin tener en cuenta la nueva ayuda de 420 euros a parados sin ingresos durante medio año que el Gobierno aprobó en agosto, y que al final se ha ampliado por la presión de la izquierda parlamentaria. Grosso modo, los datos que maneja el Gobierno indican que de ella se podrán beneficiar unas 700.000 personas, por lo que se reducirá el número de parados sin ingresos procedentes de los servicios públicos de empleo y aumentará la tasa de cobertura.
El alto número de parados con prestación o subsidio ha hecho que el gasto de esta partida se haya disparado. Entre enero y julio, el monto gastado asciende a 18.067 millones de euros, 1.000 millones menos de lo presupuestado para todo el año. Esto lleva a la conclusión de que con la paga de agosto, la cantidad prevista se verá desbordada, lo que ya ha obligado al Gobierno a habilitar un crédito extraordinario de 16.898 millones para acabar el año. -
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