Y el ganador es... la banca comercial
Los presidentes de las grandes entidades coinciden en el fracaso de la banca de inversión
No pueden evitar una sonrisa burlona. Durante años, en las reuniones internacionales, han aguantado que sus colegas les miraran por encima del hombro. Los españoles eran los aburridos banqueros que sumaban unos modestos beneficios céntimo a céntimo. Los banqueros de inversión eran el glamour y la espectacularidad: miles de millones ganados con sólo unas operaciones. En un año alcanzaban el pódium con unas certeras operaciones financieras de unos treintañeros, carísimos fichajes por cierto. Aparentemente, no había riesgo. Pero fue un tremendo error.
Las tornas han cambiado por completo y los españoles están ahora entre los líderes mundiales. En el análisis de las lecciones aprendidas de la crisis de Lehman, los presidentes de las grandes entidades españolas (Caja Madrid no respondió al cuestionario) coinciden en que ha triunfado la banca de pequeños clientes. "Ciertos modelos de banca y de banqueros han fracasado", afirma Francisco González, presidente del BBVA. Su competidor, Emilio Botín, del Santander, apunta: "Se ha puesto fin a un largo periodo de infravaloración del riesgo. Se ha terminado el modelo de banca basado en el apalancamiento desmesurado y la distribución de los productos opacos".
Botín: "Significó el final de un modelo de banca basado en el endeudamiento y los productos opacos"
González: "Esta crisis es una oportunidad para reforzar el sistema español y reducir el número de operadores"
Fainé: "Una lección de esta crisis es la necesidad de mejorar la transparencia en un mundo cada vez más interconectado"
Ron: "La primera consecuencia ha sido la mejora en el análisis del riesgo de crédito de cada cliente para fijar precios"
Aquella fórmula de trocear y empaquetar créditos (y riesgo) como si fuera una máquina de picar carne, estalló con la muerte de Lehman. "El sector financiero ha dejado de confiar tan ciegamente en la dispersión de los riesgos mediante titulizaciones", apunta Ángel Ron, del Banco Popular.
Desde "la Caixa", Isidro Fainé señala que es necesaria "más colaboración entre los supervisores y reguladores", así como facilitar más información para evitar la incertidumbre que ha alimentado el pánico en los mercados.
Los cuatro coinciden en alabar al jefe, el Banco de España y en que el camino de salida es más prudencia, fomentar la relación de largo plazo con los clientes y generar valor pensando en las próximas décadas, no el siguiente trimestre. Pero los españoles también tienen su cruz: demasiado ladrillo en el balance. Eso les reprochan los anglosajones. -EMILIO BOTÍN, SANTANDER
1. Lo recuerdo perfectamente. Los rumores fueron continuos a lo largo de la tarde y estuve en permanente contacto con el consejero delegado y con varios directivos del Banco en España y Estados Unidos. A última hora de la noche, había la convicción de que Barclays se quedaría Lehman, posibilidad que se desvaneció en la madrugada. Era un momento muy importante para nosotros. Ocho días después teníamos la junta de accionistas extraordinaria en la que se aprobaba la ampliación de capital para la compra de Alliance & Leicester y una semana más tarde adquirimos los depósitos y la red de oficinas de Bradford & Bingley, dos operaciones que nos han colocado con una cuota de mercado del 12% en el Reino Unido.
2. Lo primero que pensé es qué puede haber pasado para que una entidad centenaria que, durante años, fue capaz de atraer al mejor talento y de ganarse la más elevada reputación en el mercado haya terminado así. A primera hora del lunes se reunió la comisión ejecutiva del consejo para analizar todos los impactos de esta quiebra.
También me pregunté si algo similar podría haber ocurrido en España. Pero el modelo de negocio de las entidades españolas y la magnífica supervisión del Banco de España hacen prácticamente imposible que se produzca aquí una situación similar. En todo caso, la quiebra de Lehman es un hecho que merece la pena estudiar con detenimiento para extraer lecciones.
3. La quiebra de Lehman supone un antes y un después en el desarrollo de la crisis financiera y puso de relieve dos cosas: por un lado, significó el final de un modelo de banca basado en el apalancamiento desmesurado y en la generación y distribución de productos financieros complejos y opacos. Saliendo refrendado el modelo de banca centrado en el cliente que, además, acompaña e impulsa el crecimiento económico, que es el modelo de banca que tenemos en España.
Por otro lado, puso fin a un largo periodo de infravaloración del riesgo. La estabilidad económica y financiera de la última década y los mecanismos de transferencia y cobertura de riesgos llevaron a la gestión del riesgo a un segundo plano. Esta situación también se ha corregido con la crisis actual, que ha puesto de manifiesto la importancia de tener una política de riesgos sólida, independiente del negocio y a la que el consejo de administración debe prestar la máxima atención.
FRANCISCO GONZÁLEZ, BBVA
1. La confirmación final de la quiebra de Lehman la tuve a las 6.45 de la mañana del lunes, todavía en mi casa, cuando vi la información en la CNN. Pero desde la semana anterior se sabía que Lehman estaba en una situación crítica. A lo largo del fin de semana, las noticias y las impresiones que había podido reunir sobre las negociaciones para un rescate eran cada vez más negativas.
2. En esos momentos se piensa muy deprisa, en muchas cosas. Fundamentalmente, que la caída de Lehman situaba a la crisis financiera en otra dimensión, bastante más preocupante. Primero, porque Lehman, aunque en sí misma no era una entidad muy grande, tenía una posición clave como intermediario en muchos mercados, y podía generar un "efecto dominó" en sus contrapartidas. Segundo, porque Lehman era uno de los "grandes nombres" de la banca de inversión, y su "no rescate" podía tener un impacto negativo muy fuerte sobre la confianza, con repercusiones muy serias sobre los mercados y la economía global. Por lo tanto, podemos concluir que fue un gran error.
3. La caída de Lehman supuso el punto álgido de lo que yo llamo la fase "financiera" de la crisis: la falta de liquidez y el derrumbe de precios en los mercados, que amenazaban con el colapso del sistema financiero internacional. Hoy esta fase de la crisis se puede dar, prácticamente, por superada; el colapso se ha evitado gracias, en gran parte, a la actuación de los bancos centrales y a los apoyos de los Gobiernos.
Muchas cosas han cambiado en la industria financiera: entidades importantes han caído y la lista de las mayores del mundo hoy tiene poco que ver con la de antes de la crisis. También hemos visto un enorme aumento de la intervención pública en el sector. Pero han cambiado conceptos y actitudes: ciertos modelos de banca y de banquero han fracasado. Ahora hay que plasmar los cambios en un nuevo modelo para las entidades y la industria. Existe un intenso debate sobre cómo hacerlo. En mi opinión, si queremos que sea más estable y capaz de impulsar un crecimiento económico sostenido, debemos tomar como punto de partida los principios de prudencia, la gestión adecuada del riesgo, la relación de largo plazo con el cliente y la creación de valor a largo plazo. Y, al tiempo, tenemos que establecer un campo de juego equilibrado para la competencia a nivel global, que homogenice la regulación y la supervisión.
El sistema financiero español ha sido de los menos afectados por la primera fase de la crisis. Y esto dice mucho en favor de nuestros reguladores, supervisores y entidades. Pero inevitablemente, la caída de la actividad está afectando al sistema con un impacto mayor en unas entidades que en otras.
En conjunto, nuestro sistema ha mostrado su solidez y esta crisis es una oportunidad para reforzarlo aún más, abordando la excesiva capacidad del sector y buscando un número más reducido de operadores más sólidos, ágiles y modernos. El sistema tiene que rendir cuentas al mercado para evitar que vuelvan a suceder los problemas que hemos vivido.
ISIDRO FAINÉ, "LA CAIXA"
1. Recuerdo que era un lunes y acababa de llegar a "la Caixa" cuando me dieron la noticia de la quiebra de Lehman Brothers y, por su trascendencia y por las repercusiones que podía tener en Europa, seguí atentamente, desde el primer momento, todas las informaciones procedentes de Estados Unidos.
2. Había mucha incertidumbre en torno al sector financiero y la solidez de las entidades financieras. Fue esa incertidumbre la que provocó hace un año una falta de confianza en el sistema financiero, que ha perjudicado al conjunto del sector, y cuyas consecuencias aún arrastramos hoy en día. Recuerdo que todas las Bolsas reaccionaron inmediatamente con caídas muy bruscas. Enseguida pensé que esta noticia tendría un grave y profundo impacto en la economía mundial por la importancia de la entidad financiera, ya que Lehman Brothers era entonces el cuarto banco de inversión de Estados Unidos y su caída suponía un riesgo de quiebras en cadena en el sistema financiero internacional.
3. La situación de crisis financiera que provocó la quiebra de Lehman ha puesto de manifiesto que la colaboración entre los organismos de supervisión y regulación nacionales resulta esencial. Además, ha demostrado el excelente papel del Banco de España y la solidez de las entidades financieras españolas.
No obstante, una de las principales lecciones que podemos extraer de esta crisis es la necesidad de mejorar la transparencia, en un mundo cada vez más interconectado y global, independientemente de la presión de las regulaciones, para evitar que, en este tipo de situaciones, la falta de información provoque una incertidumbre que intensifique la volatilidad en los mercados financieros y perjudique al sector.
ÁNGEL RON, BANCO POPULAR
1. Estaba trabajando aquel domingo por la tarde en mi casa, cuando a través de Internet me enteré de la quiebra de Lehman. Minutos más tarde la noticia estaba en las televisiones.
2. Aunque los avisos dados por las autoridades habían sido numerosos y era evidente que Lehman atravesaba una situación muy complicada, me sorprendió que una institución tan grande y con un peso tan importante en el mercado de deuda no pudiese ser salvada. Era de esperar que los accionistas de este banco no serían rescatados, pero también era razonable pensar que se instrumentaría algún tipo de programa de intervención pública para evitar dejar en el aire las numerosas operaciones en que Lehman actuaba como contrapartida. Al no ser así, mi primera reflexión, que compartí con otros ejecutivos del banco, fue que la caída de Lehman provocaría una severa conmoción en el sistema financiero internacional y que afectaría a la confianza entre y en las instituciones financieras.
Las implicaciones de esa bancarrota respecto al funcionamiento de los mercados son de todos conocidas y, sin duda, condicionaron la evolución posterior de la crisis financiera global.
En lo que se refiere al impacto sobre los bancos españoles, sentía cierta tranquilidad porque no era probable que ninguna de las grandes entidades de nuestro país, por nuestro modelo de negocio, estuviera implicada a gran escala en la quiebra, ni que su salud financiera ni su balance sufrieran daños relevantes como consecuencia de la bancarrota de Lehman.
3. Es evidente que el sector financiero internacional ha dejado de confiar tan ciegamente en la dispersión de los riesgos mediante las titulizaciones y su empaquetamiento. La primera consecuencia obvia ha sido la mejora en el análisis del riesgo de crédito que representa cada cliente a la hora de fijar precios y diferenciales. También ha empezado a valorar mejor el riesgo de mercado de los diferentes activos así como el riesgo de liquidez de los mismos. También se ha puesto de manifiesto que el nivel de apalancamiento debe estar bajo control.
Por otro lado, los bancos comerciales han reducido su recurso a la financiación mayorista para equilibrar mejor los plazos de sus activos y pasivos. En el caso español, cuya banca no estaba expuesta a activos tóxicos pero sí había crecido significativamente recurriendo a financiación externa (fundamentalmente mercado mayorista internacional), el movimiento lógico ha sido reequilibrar el balance recurriendo a pasivos más estables y de mayor duración. Con ello, la banca española ha conseguido seguir financiando la demanda de crédito.
El impacto también se ha dejado notar a nivel regulatorio. Las autoridades económicas y financieras de Estados Unidos y la Unión Europea estudian la manera de mejorar la transparencia de los mercados de deuda y, sobre todo, de asegurar que existan mercados regulados, cámaras de compensación y liquidación centralizadas y contrapartes solventes.
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