Guitarristas con jondura
La guitarra, un arte visceralmente individual, vive momentos de plenitud. Gracias a músicos como Paco de Lucía el toque flamenco ha recuperado su primacía, oscurecida en cierta medida por el cante y el baile. El autor de Entre dos aguas abrió hace ya más de dos décadas el camino del flamenco al mundo, en una senda por la que ya caminan por derecho propio Cañizares, Tomatito, Vicente Amigo, Gerardo Núñez o Pepe Habichuela, entre otros virtuosos. Convertidos en personajes multimedia, sin más formación musical que su oído y su tesón, los guitarristas con jondura graban discos individuales y firman más galas fuera que en España.
En el universo flamenco le llaman "el maestro". Paco de Lucía (Algeciras, 1947) contesta directamente al teléfono desde el sótano donde ensaya las canciones de su nuevo disco, en su estudio casero en la isla de Mallorca. Cinco años después de publicar Cositas buenas y de pasear el álbum por escenarios de medio mundo, De Lucía, posiblemente el mejor guitarrista flamenco del planeta, una de las primeras figuras del jazz y uno de los artistas con un caché más alto, se enfrenta, en la fase inicial de la grabación del que será su próximo álbum, a las mismas dudas de siempre. "Siento que no sé nada, me angustio, los miedos son los mismos, la inspiración no es libre cuando se tiene una exigencia personal tan fuerte", cuenta. Siempre atareado y tímido hasta decir basta, el músico reconoce el buen momento de la guitarra con jondura. "Ha evolucionado mucho, algo que no me sorprende si tenemos en cuenta que trabajamos con una música que no se parece a ninguna otra, con unas raíces tan fuertes como originales". Hace mucho tiempo que los guitarristas se emanciparon y que, solos, llenan teatros de todo el mundo. "Ya no dependemos de que el cantaor o el bailaor nos lleve, pero es verdad que he tocado en lugares donde al principio no había nadie, luego hubo unos pocos, después se ocuparon muchas butacas y así hasta que se llenó el teatro, un teatro que luego siempre estuvo lleno; pero no lo hice para ganar dinero, sino por amor al flamenco y el cariño que le tengo a esa música", recalca.
Vicente Amigo comienza el día 18, en Madrid, una gira que le tendrá de viaje los próximos meses. Desde Córdoba, donde ensaya la música para el directo de Paseo de Gracia, el guitarrista resume su nuevo trabajo (las letras y la producción corren también a su cargo) como un reflejo directo de su vida. Enrique y Estrella Morente, Niña Pastori y Alejandro Sanz le acompañan en algunos de los temas del álbum. "Me he atrevido a tocar algunas melodías, en una rueda de acordes que a veces quedan un poco fuera del flamenco, pero llevo tantos años en el mundo de la guitarra que incluso me he arriesgado a sacarle sonido a una eléctrica para ver cómo proyectaba. El flamenco es una forma de expresión, un sentimiento, no sólo tocar por soleá", argumenta antes de volver a los ensayos.
Capaces de arrebatar lo mismo por soleá que por bulerías, las guitarras de Paco y de su hermano Ramón de Algeciras sonaron en muchos discos de sevillanas, sin que figurara su nombre en los créditos antes de saltar a la fama. Claro que entonces no se conocía la figura del productor. Aplaudido por todos como el músico que internacionalizó el flamenco -"parte de razón tienen, lo saben mis riñones y mi ciática"-, De Lucía cree llegado el momento de rendir tributo a su padre, Antonio Sánchez, un "guitarrista maltratado que, a veces, después de tocar toda la noche para los señoritos se quedaba sin cobrar". Fue su progenitor quien le obligó cuando era un niño a encerrarse con la guitarra cada día en su casa de Algeciras, mientras los niños jugaban al balón en el patio de vecinos. "Empecé con la escuela de Niño Ricardo que era el máximo exponente para los de mi generación y luego, a finales de los sesenta cuando llegaron los primeros discos que Sabicas había grabado en Estados Unidos -el mítico guitarrista abandonó España tras la Guerra Civil con Carmen Amaya y fijó su residencia en Nueva York -, el complemento fue perfecto; uno representaba la creatividad y otro la técnica. Me influyeron muchísimo hasta el extremo de que se convirtieron en la base con la que trabajaba".
Tampoco Gerardo Núñez ha pasado por el conservatorio, pero viene de Jerez, "una de las mejores escuelas", dice con orgullo. De niño acompañaba a cantaores como Tío Gregorio el Borrico o Terremoto y ha grabado acompañando el cante de Turronero y Pansequito, pero "el flamenco se ha ido haciendo más asequible. Ahora somos artistas capaces de tocar con cualquier músico, desde experiencias con la música clásica hasta con el jazz o el pop". Encerrado también en el estudio casero, de la localidad madrileña de Tres Cantos, Núñez (Jerez de la Frontera, 1961) ordena los sonidos que le rondan por la cabeza para el disco que editará El Gato Azul, su propia discográfica, después del verano.
Paco de Lucía reconoce que el éxito mundial del flamenco se debe a que "está virgen en cuanto a armonías y no ha perdido sus orígenes. La raíz es tan potente que no nos permite hacer tonterías, por ello a pesar de la evolución debemos ser muy cuidadosos y estar atentos al cante: el resultado tiene que sonar a Andalucía, al pueblo y a la tradición". Lo dice el introductor del cajón, instrumento ineludible en cualquier fiesta flamenca. De Lucía trajo el cajón a España en 1981 a la vuelta de un viaje a Perú. En el curso de una fiesta en Lima escuchó la percusión y le gustó tanto el sonido que se lo compró a Caitro Soto allí mismo por unas 15.000 pesetas. Al aterrizar, cuentan, que se lo entregó a Rubem Dantas: "Toca esto en lugar de la conga". Para entonces el guitarrista ya había desarrollado parte de su carrera en el mundo del jazz al lado de Al Di Meola y John McLaughlin y en sus discos sonaban flautas o laúdes. Fue precisamente en estos años cuando empezó a profesionalizarse el flamenco, que sigue dividido entre vanguardia y tradición. "Los guitarristas puros, los que no quieren mejorar ni buscar caminos nuevos, que son los que más les gustan a los cantaores, y los que quieren evolucionar y se olvidan de las raíces: si olvidas el origen y no rajeas, te pierdes", concluye.
El autor de Sólo quiero caminar realizó parte de su carrera al lado de Camarón de la Isla. Precisamente ahora se cumplen treinta años de la grabación de La leyenda del tiempo -Universal prepara una edición especial del álbum-, el disco que supuso la separación del cantaor y el guitarrista así como la formación de una nueva pareja musical: Tomatito había cumplido 20 años cuando grabaron un álbum del que nadie sospechaba se convertiría en una de las obras que abrieron las puertas a innovaciones expresivas desconocidas y que acabaría por crear escuela. Tomatito y Camarón siguieron juntos hasta la muerte del cantaor, pero José Fernández Torres (Almería, 1958) logró remontar la pérdida hasta el punto de que ahora pasa por ser uno de los grandes de la guitarra flamenca sola, con jondura. Alto, ojos claros y melena por la espalda, el guitarrista descubrió al lado de Michel Camilo el jazz y la música clásica, un espacio en el que se mueve sin perder la esencia flamenca. La pasada semana, el guitarrista viajó hasta Madrid para encerrarse en el estudio y realizar las últimas mezclas de su nuevo disco, Sonata suite, grabado con Josep Pons y la Orquesta Nacional de España y producido por Joan Albert Amargós. El álbum, que se publicará el próximo otoño, incluye obras originales del guitarrista más un tema de Piazzolla y otro de Michel Camilo.
Técnica, raíz e inspiración configuran el duende. Tres características que también definen a una generación que ha accedido muy rápido a la experiencia de la grabación, pero que vive del trabajo de acompañamiento al cante y al baile, disciplina que además de su medio de vida consideran como su escuela y en la que brillan por derecho propio Chicuelo, Niño Josele y Diego del Morao, entre otros. "La composición forma parte de momentos puntuales de mi vida. Me siento más definido en el toque para el cante o el baile", añade Chicuelo. Guitarrista de Mayte Martín, Duquende o Miguel Poveda, Duquende anda inmerso en el nuevo proyecto de La leyenda del tiempo. Como otros músicos sostiene que en flamenco una voz -"el mejor instrumento"- y una guitarra son suficientes. Después se pueden incorporar palmas, pianos, flautas, cajón..., pero siempre a compás. -
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