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Reportaje:Primer plano

Campeón nacional en Italia

La antigua empresa pública española Endesa pasa a estar bajo control estatal italiano 10 años después de privatizarse

Miguel Ángel Noceda

El 18 de noviembre de 1944, el Instituto Nacional de Industria, el mítico INI de la época franquista, creaba la Empresa Nacional de Electricidad, Sociedad Anónima, cuyas iniciales dieron lugar a Endesa. La constitución de empresas estatales fue uno de los objetivos del Gobierno autárquico, que las hizo a imagen y semejanza de los conglomerados industriales italianos. Incluso se optó por denominaciones similares, de las que -precisamente- es un ejemplo el Ente Nazionale per l'Energia Elettrica (Enel), que acaba de comerse a la eléctrica española tras romper con su socio Acciona.

Aquella Endesa, que se dedicaba a la producción de electricidad a partir del carbón nacional, se privatizó medio siglo después tras un proceso de 10 años que inició el Gobierno del PSOE y terminó el del PP. Ahora, tras un periodo de convulsión continua desde que fue privatizada, vuelve a estar bajo control estatal... pero del Estado italiano.

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Ha sido un largo viaje. Los Gobiernos de las dos partes niegan esa circunstancia. Portavoces de Enel subrayan que el Ejecutivo italiano "renunció a su potestad de marcar la línea de trabajo y gestión de Enel cuando privatizó el 70%, y que la empresa se gestiona de forma autónoma". Algo difícil de asimilar cuando, con el restante 30%, el Gobierno de Silvio Berlusconi hace y deshace ante los dos millones de accionistas minoritarios y los grandes fondos de inversión. De hecho, Fulvio Conti es un hombre del Gobierno, aunque, eso sí, fue nombrado en la anterior etapa de Berlusconi y ha permanecido en los dos cambios de Ejecutivo posteriores.

Las fuentes consultadas aventuran que el Gobierno italiano puede servirse de la experiencia de Endesa para completar la privatización de Enel. En cualquier caso, aseguran que Endesa va a seguir su camino con autonomía, con su propio nombre y con el control de la parte latinoamericana, donde es la principal empresa del sector. "Al margen de quién tenga el control, Endesa seguirá siendo una empresa española y representando a España", dicen esas fuentes.

Añaden, además, que la nueva Endesa "tampoco pierde tanto" por los activos cedidos a Acciona. Lo que pierde es, según la empresa, entre el 10% y el 15% del resultado bruto. Se queda con una cuota de mercado que supera el 40% en distribución y el 35% en generación. Tiene 39.000 megavatios instalados (24.000 en España y Portugal); 24 millones de clientes (la mitad en la península y el resto en Latinoamérica) y está presente en 10 países.

Pero ya no es la más grande.Endesa fue creciendo mediante la compra de activos y empresas y dio el salto a Latinoamérica hasta convertirse en el principal grupo del sector. La dimensión alcanzada puso a la empresa en disposición de convertirse en uno de esos "campeones nacionales" que tan de moda puso el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, precisamente cuando Endesa fue objeto de ofertas y contraofertas.

El momento crucial, el que probablemente habría evitado muchos de los episodios y algunos de los sinsabores que se han producido en los últimos años, fue el intento frustrado de fusión con Iberdrola, entonces la segunda eléctrica del país. Corría el año 2000 y presidía la empresa Rodolfo Martín Villa. El ex ministro había alcanzado un acuerdo con Íñigo de Oriol, presidente de

Iberdrola, para dar lugar a un gigante con casi el 80% del mercado.

"Aquello sí era un campeón nacional", dice un ex directivo de una de las empresas involucradas. Sin embargo, el Ministerio de Economía, que ocupaba Rodrigo Rato, impuso condiciones muy exigentes que obligaban a la entidad resultante a desprenderse de activos que le dejaban por debajo del 50% del mercado. Extrañó mucho que el Gobierno del PP, que había nombrado a Martín Villa presidente de Endesa y supuestamente tutelaba el proceso, fuera el que torpedeaba la operación. Fuentes consultadas esgrimen que había otros intereses dentro del Gobierno para crear un gran grupo entre Endesa y Gas Natural, controlada por Repsol, que tuvieron más peso que la alianza con Iberdrola.

"Fue un gran error", se lamenta una fuente que vivió en primera persona aquel intento: "diría que un error clave: se tenían que haber aceptado las condiciones y haber seguido adelante, pero...". Los puntos suspensivos denotan que probablemente las presiones del Gobierno de José María Aznar no permitían poner peros.

Endesa se lanzó entonces al mercado europeo, tomando posiciones en Italia y Francia y algunas menores en Polonia y Grecia. Paralelamente, y como consecuencia de la crisis latinoamericana de 2001, vendió Viesgo a Enel, que de esa forma entró en el mercado eléctrico español.

Lejos quedaba todavía el proceso en el que se volverían a encontrar. Ya con un Gobierno socialista, en septiembre de 2005, Gas Natural lanzó la oferta pública de adquisición (OPA) sobre Endesa y desató todos los demonios, empresariales y políticos. La oferta fue contestada por la dirección de la empresa, con su presidente, Manuel Pizarro, a la cabeza, y por el PP, ya en la oposición, que en el Gobierno había evitado la integración de Endesa e Iberdrola para propiciar otras opciones como la que ahora rechazaba.

La pelea, que condujo a que la alemana E.ON actuara como caballero blanco de Endesa contra Gas Natural, provocó que el precio de la eléctrica se disparase, y el valor de la acción pasó de 19 euros a más de 40 en meses, lo que produjo el delirio de los accionistas. En medio de la batalla campal asomaron nuevos protagonistas, en algunos casos alentados por el Gobierno de Zapatero.

Primero fue Acciona, el grupo constructor de la familia Entrecanales, que compró el 10% para alcanzar después el 25%. Más tarde, los viejos amigos de Enel, que, tras una cumbre hispano-italiana celebrada en Ibiza entre los Gobiernos de ambos países, pactaron con los Entrecanales repartirse Endesa. Enel lanzaría una OPA y Acciona se quedaría con su 25%. Para asegurar la "españolidad" exigida en la cumbre de Ibiza, la presidencia ejecutiva la asumió José Manuel Entrecanales. Acciona obtuvo el mismo número de consejeros que Enel, y ésta nombró al español Rafael Miranda, pese a que había negociado la llegada de E.ON, consejero delegado.

Pero el matrimonio no funcionó desde el principio. Las diferencias llegaron hasta tal extremo, que los consejeros de Enel, incluido Miranda, se levantaron dos veces de la mesa al no estar de acuerdo con algunas decisiones, como el reparto y la valoración de los activos renovables. La cosa fue a más y se llegó hasta el punto de suspender los consejos de noviembre, diciembre y enero. Ahora, después de año y medio de convivencia, las dos partes se atribuyen la salvación de la empresa, "a pesar de las desavenencias y las cuchilladas" y las acusaciones de traición.

Miranda, que lleva 22 años en la empresa, se ha erigido como una figura esencial en todo el proceso. Ha sido segundo con cuatro presidentes (Feliciano Fuster, Martín Villa, Pizarro y Entrecanales), y ha sobrevivido, como Conti, con distintas administraciones. Se ha ganado la confianza de ésta y aparece como posible presidente de la nueva Endesa. Pero en esa carrera le podría salir algún rival con mejor cartel en el Gobierno socialista, que ve con buenos ojos que el presidente siga siendo un español. Entre eso y que además es muy posible que la línea ejecutiva la asuma el nuevo consejero delegado, Andrea Brentan, podría suponer que quedase sólo como consejero.

Fulvio Conti (izda.) y José Manuel Entrecanales, en mayo pasado.
Fulvio Conti (izda.) y José Manuel Entrecanales, en mayo pasado.S. SÁNCHEZ

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.
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