¿Cuánto contamina un concierto ecológico?
Los nueve festivales simultáneos de Live Earth inauguran un nuevo tipo de evento: el espectáculo limpio
Imagine el impacto de ir a un concierto en términos ecológicos. Desde el papel que se ha usado para imprimir su entrada a los humos del jet en el que viajan las estrellas de rock. Sume los miles de desplazamientos del público (el 50% de lo que contamina un concierto), los decibelios, los focos, el plástico de los vasos de cerveza, el aluminio de las latas, el aire acondicionado... Live Earth, el acontecimiento global organizado por Al Gore para concienciar sobre el cambio climático, quiere predicar con el ejemplo. "Vamos a sentar las bases del macroespectáculo verde", dice Yusef K. Rob, uno de los encargados de diseñar el evento para que contamine lo menos posible.
Live Earth es una cadena de nueve conciertos que recorre el mundo, de Tokio a Río, entre hoy y mañana. Los recintos son de lo más variado: de un histórico campo de fútbol americano neoyorquino a un rascacielos en Shanghai; de un concierto recoleto para 200 personas en un museo en Washington (la incorporación de última hora) a un sarao gratuito para un millón en la playa de Copacabana (a punto de ser suspendido por seguridad). "Las medidas para reducir la emisiones dependen de las infraestructuras", dice Rob; "en Tokio, el escenario es reciclado y reciclable; en Río se han instalados cientos de papeleras; en Londres cambiamos los generadores para que funcionen con biocarburantes". Hay otras soluciones comunes a todos, como usar vasos de almidón de trigo que se reciclan en abono.
Hay otras emisiones que no se pueden evitar, como la electricidad de las televisiones que retransmiten el evento (esperan tener 2.000 millones de espectadores) o los viajes en avión de los músicos o del propio Al Gore, que estará en la mayoría de los conciertos. "Aunque han tomado muchas medidas para minimizarlo, habrá algún tipo de impacto medioambiental", dice Aurelio García, de la ONG Ecología y Desarrollo, "pero la difusión del mensaje que se transmite es mucho más importante". "Siempre habrá cínicos que dirán que es mejor no hacer nada para no contaminar", dice Rob, "pero es ridículo pensar que es mejor quedarse quieto ante un problema que requiere una respuesta global". De Madonna a Police, alrededor de 150 artistas cantarán por el futuro del planeta. Cuando terminen, la organización calculará el rastro contaminante de Live Earth (la llamada "huella de carbono") y lo compensará pagando a ONG ecológicas una cifra proporcional para que lo inviertan, por ejemplo, en energías renovables. "Los conciertos son parte del mensaje", dice Rob. "El reto es convencer a la gente de que siendo verdes se pueden obtener los mismos resultados: es posible hacer un show espectacular, rentable y ecológico".
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