MISS PRÓTESIS
Modestia aparte, vestida doy el pego. Tú me ves con mis sandalias de tiras y mi vestido de tirantes y te crees que voy casual, fresquita, a cuerpo. Nada más lejos. Voy alicatada hasta el cuello, pero ya me encargo yo de que no se note. Mis sudores me cuesta. No es que tenga que subirme a ningún andamio, es que lo llevo puesto. Ya no se dice faja, ni refajo, ni sostén. Pero haberlos, haylos. Y funcionan. Será una ilusión óptica, de acuerdo. Pero de ilusión también se vive.
No me quejo, otras están peor. Me lo decía una en la playa: "Qué envidia tu biquini de cortinilla, pero a ver dónde voy yo con estos mostradores". Pobre: no las llevaba en bandeja, ellas eran la bandeja propiamente dicha. Ni tanto ni tan poco. La genética es ingrata. Mi madre y mis hermanas van bien servidas, por no hablar de mi cuñada, que podría donarlas a la ciencia, pero yo nada. Así me llamaban en el colegio. La nadadora: nada por delante, nada por detrás, qué graciosos. Cuando Sanidad sacó lo de cilindro, campana y diábolo para describir a las españolas me sentí excluida. Yo soy tabla. Más bien tablón, porque anchura no me falta. Ni nudos. Ni estrías. Ni celulitis. Así que aquí me tienes, quitando donde sobra y poniendo donde falta. Redistribuyendo, que para algo soy delegada de Hacienda.
En invierno es un gustazo. La gomaespuma aísla y la lycra se pega al riñón más que una de callos. El verano es peor. El Wonder Bra junta y levanta, sí, pero de donde no hay no saca. Prefiero el Aumentax, qué nombre más bien puesto. Te lo pones y te brotan, la transpiración ya es otro asunto. Entre las llagas del sudor, el roce de las cinturillas y las marcas de las ballenas parezco uno de esos penitentes que se forran con una soga. Yo por ahora el esparto lo dejo para las cuñas. Te subes a los tacones y ya no te puedes bajar. Quince centímetros pueden ser mucho o poco, depende del contexto, pero en cuanto te los calzas te sube exponencialmente la moral. Y luego todo te sabe a poco.
Así voy, con la armadura puesta, como tantas. Al menos la mía es de quita y pon. El sábado vi a mis primas en una boda. Quien más quien menos se había hecho algún arreglito. Menudos morros. Estábamos en Murcia, pero nos hicimos las suecas. Teníamos por qué callar. Hasta que va una y me señala el escote: "Tú te has puesto, antes no tenías eso". Y no se le cayó la jeta de pez globo de vergüenza. Otra se hubiera ofendido. Yo saqué pecho. A falsa no me gana nadie. Desnuda me quedo en nada. Pero de día disimulo y de noche hay confianza. Ya me operaré si me separo.
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