Amy Winehouse no consumió drogas el día de su muerte
Los primeros análisis detectan alcohol pero no estupefacientes
La ingestión de sustancias ilegales no fue el desencadenante de la muerte de Amy Winehouse, según el resultado de los análisis toxicológicos revelado ayer por la familia de la gran diva del soul, cuya inmensa voz le procuró tanta fama como los problemas derivados del consumo de drogas. Las pruebas han detectado la presencia de alcohol en la sangre de la artista (de 27 años), hallada muerta en su piso del norte de Londres el pasado 23 de julio, pero no determinan las causas de su fallecimiento.
El padre de la cantante, Mitch Winehouse, se ha adelantado en casi dos meses a la difusión del informe policial definitivo (octubre) para reivindicar que "Amy había superado su dependencia de las drogas" antes de que el mundo musical llorara su pérdida. Así lo subrayó orgulloso durante el funeral de su hija, en el que dio cuenta de las semanas de abstinencia que había logrado cumplir la cantante tras la última salida de un centro de rehabilitación.
El informe policial definitivo se conocerá el próximo mes de octubre
El grupo de privilegiados que a principios de junio asistió a una audición privada de Winehouse en un local londinense pudo constatar que la intérprete de Rehab estaba en plena forma y pletórica de energía para encarar su prevista gira europea estival. A las pocas semanas, un desastroso concierto en Belgrado echaba por tierra todas las expectativas: la artista compareció tambaleante, fue incapaz de recordar las letras de sus canciones e incluso se encaró con sus músicos. Tras aquel fiasco tuvo que cancelar todas sus actuaciones del verano -incluida su comparecencia en Bilbao el 8 de julio- porque, según su representante, no podía "dar de sí todo lo que se espera de ella".
Amy Winehouse reapareció públicamente tres días antes de su muerte en la sala de conciertos Roundhouse de Londres -próximo a su vivienda- para introducir la actuación musical de su ahijada, Dionea Bromfield. Su físico, siempre frágil, ofrecía buen aspecto, pero la artífice de dos únicos álbumes que le procuraron fama internacional -Frank y Back to black- no se atrevió a entonar una sola nota en el escenario.
La familia de la artista regresó ayer a los titulares para denunciar que el proyecto de instituir la Fundación Amy Winehouse, destinada a la ayuda de los jóvenes adictos, se ha visto frustrado por la celeridad de un "okupa informático" que tiene registrado el mismo nombre. "En lugar de concentrarme en distribuir los fondos recibidos de tantas donaciones, tengo que estar devolviendo cheques porque no podemos disponer de una cuenta bancaria con el mismo nombre", escribía Mitch Winehouse en Twitter. El padre de la artista incluso llega a sugerir que el ciberokupa ha establecido contacto con el exmarido de Amy, Blake Fielder-Civil, a quien en su día acusó de contribuir a la caída a los infiernos de su hija.
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