"En una dictadura no sabes quién se esconde en la sombra"
Norman Manea es protagonista de una historia escalofriante que cuenta como si le hubiera pasado a otro. Vigilado por su mejor amigo en la Rumania de Ceausescu, este hombre de modales suaves e irónicos está marcado por la dictadura en su país. A los 71 años -20 después de su exilio en Estados Unidos-, autor de una obra literaria que le tiene entre los candidatos al Nobel, Manea acaba de publicar con Tusquets su libro de relatos Felicidad obligatoria. Es, como escribió aquí su amigo Antonio Muñoz Molina, un representante de "la Europa perdida". Acosado por una dictadura y otra, sufrió de niño los campos de concentración nazis y después fue un exiliado interior, hasta que eligió marchar a Estados Unidos. Aquí habla del drama que contuvo su relación con Rumania.
"Tengo un amigo cercano que se hizo informador para la policía sobre mi vida y mis actos"
"Todos los desastres son culpa nuestra. ¿Estamos en el paraíso? El edén no es para este mundo"
Pregunta. ¿Y cómo está ahora el alma de Bucarest?
Respuesta. Depende de a quién se lo preguntes. Si lo haces a la gente joven, te dirán que están bien, que pueden acceder a la información que nosotros no tuvimos. Pero las transiciones son difíciles, y hay dos tendencias que muchas veces se contradicen. Una es la nostalgia por la época comunista de aquellos que tenían privilegios. La otra es la de aquellos que se sienten muy resentidos por el sufrimiento causado durante la época comunista. Estas personas lo que quieren es vengarse. Rumania vive una época muy confusa. La rivalidad que existe entre los políticos te indica que es imposible dialogar y hacer democracia.
P. Una larga dictadura. ¿Y cómo fue el día después?
R. El número de personas que arriesgaron sus vidas es relativamente bajo. Intentaban acoplarse. El mero hecho de adaptarse implica mentir. La gente siente vergüenza porque se vio forzada a mentir. Por otro lado, están felices por haber logrado sobrevivir. Si de pronto algo ocurre y el sistema cambia, todos, incluidos los manipuladores, se creen víctimas e inocentes. En 1945, el Partido Comunista rumano tenía mil miembros; en 1989 tenía cuatro millones. Entre esos cuatro millones era imposible encontrar mil que fueran verdaderos comunistas. La mayoría eran oportunistas que intentaron aclimatarse. Al día siguiente de la muerte del presidente, todos se volvieron anticomunistas. ¡Hasta la policía secreta se sintió víctima!
P. Y de pronto, la libertad.
R. Lenin dijo que para tener una revolución, antes había que tener cinco segundos de libertad. Lo que ocurrió en Europa del Este en 1989 fueron justamente esos cinco segundos de libertad. La puerta empezó a abrirse..., ¡y boooom! Como pasó en España cuando murió Franco. La transición no es fácil. En un sistema totalitario, todo el mundo sospecha del otro, no sabes quién se esconde en la sombra.
P. Como en la película La vida de los otros....
R. Los archivos de la policía secreta desvelaron que algunas personas, a las que admiramos, eran parte de la policía secreta. Gente supuestamente honrada. Se ha descubierto que muchos curas entonces eran informadores de la policía secreta... En lugar de a Dios, esas confesiones iban a la policía...
P. Las dictaduras ponen a prueba la naturaleza humana.
R. Una prueba muy difícil. Y es mejor no poner a prueba a las personas. Te juegas la vida, la de tu familia, la de tus hijos... Es difícil encontrar una solución aceptable con la que puedas vivir sin sentir vergüenza.
P. ¿Cómo le afectó a usted esto?
R. La censura siempre estaba cambiando las reglas. El sistema era una pirámide absurda, y era imposible expresarse de manera crítica. Pertenecías al Estado. Para trabajar necesitabas el permiso del partido. Te entrenaban para ser prudente, suspicaz, inhibido. Y tampoco te sentías seguro en la intimidad.
P. ¿Hasta en la intimidad?
R. Tengo un amigo cercano que se hizo informador. Tuve la suerte, por decirlo así, de que él mismo me lo confesó. Firmó un contrato, le dieron un nombre secreto, y debía quedar una vez por semana con un agente. "Una vez por semana tengo que informar de ti". Querían saber si tenía una amante, si mantenía correspondencia con países extranjeros, qué pensaba yo del partido, qué chistes contaba acerca del partido... ¿Por qué aceptó mi amigo? Su padre estaba muy enfermo, tenía un tumor cerebral, y él tenía que cuidarle. Era un abogado, y tenía miedo de perder su trabajo. Por lo menos fue honesto conmigo y me lo contó todo.
P. ¿Cómo se sintió usted?
R. Muy mal. Formaba parte de mi primer círculo de amigos. Le dije: "¿Por qué aceptaste? Nunca te dejarán marcharte, nunca te librarás de ellos...". Pero él aceptó, y después de un tiempo empecé a sospechar de él. ¿Habrá algo que no me cuente? Empecé a tener una necesidad imperiosa de verle todos los días. Y le preguntaba: ¿qué te preguntaron el jueves?, ¿fue ése el día en que te preguntaron por mi madre? Fue una locura. De hecho, creo que empecé a sentir una dependencia tremenda hacia él. Como escritor, esta experiencia me hizo ser más imprudente que prudente. Estaba tan furioso... Lo interesante es que este amigo se fue de Rumania, y una vez que se marchó, nadie se me acercó a decirme: "Soy el nuevo informador". Empecé a observar al resto de mis amigos porque quería saber quién le había reemplazado. Estaba seguro de que alguien lo había hecho, pero no sabía quién. Te estoy hablando de mi caso, que no es para nada extraordinario. Soy un ejemplo bastante banal.
P. Su infancia, en un campo de concentración. ¿Qué imagen le viene a la mente?
R. La de una pequeña bestia salvaje. Tenía miedo; pasaba frío, hambre. Lo que siente un pequeño animal. Vives con la incertidumbre y el miedo de algo que no puedes predecir. Pero recuerdo fragmentos, no tengo una narración clara de aquel tiempo.
P. ¿Es necesario que el mundo sufra tanto? ¿Qué soluciones hay?
R. Todos los desastres son por culpa nuestra. No tengo una receta y no soy un profeta. Creo que sí hemos hecho mucho progreso. Europa, por ejemplo, en los últimos cincuenta años ha cambiado muchísimo. El comunismo cayó. El nazismo fue derrotado. ¿Estamos en el paraíso? No. El edén no es para este planeta.
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