El 'bel canto' revive la tragedia de la conejita playboy
La vida de la fallecida modelo Anna Nicole Smith, llena de sexo, drogas y escándalos inspira una ópera que se estrena el mes próximo en el Covent Garden de Londres
Anna Nicole Smith, sex symbol famosa por sus descomunales pechos de silicona y su matrimonio con un multimillonario octogenario, no superó en vida el nivel de las crónicas de cotilleo. Pero cuatro años después de su muerte, en febrero de 2007, víctima de una sobredosis de fármacos, ha sido encumbrada a la categoría de las heroínas de Puccini, Verdi o Bizet por la Royal Opera House de Londres.
En un par de semanas, la ópera Anna Nicole se estrenará en el templo del bel canto londinense, dejando a más de uno de sus exquisitos patrocinadores con la boca abierta. O quizá no. El instinto comercial británico ha sabido encontrar siempre una vía digna para explotar el escándalo. Elaine Padmore, al frente de la institución entonces, reconocía al diario The Guardian en 2009, que la vida de Anna Nicole merecía llevarse a la ópera aunque no fuera más que para romper la imagen rancia y "europea" que tiene la música lírica. De ahí la importancia de crear nuevas piezas con temas y protagonistas populares. Y quizás, no europeos.
El libreto ha sido revisado con lupa para evitar excesos sexuales y querellas de personajes que aún viven
Anna Nicole, con su melena rubia, su 1,80 metros de estatura y su espectacular busto, no podía ser más americana. Quiso ser la nueva Marilyn Monroe, pero se quedó en modelo de Playboy, mujer escándalo, viuda de un multimillonario obligada a disputarle la herencia a su implacable familia.
Los directivos del primer teatro lírico británico han visto en esta trama, que muchos juzgan barata, una parábola de la celebridad y los estragos que causa en los que la conquistan. Un material de primera, para apuntarse un tanto innovador y provocador, capaz de llenar el Covent Garden con gente más joven (y quizá menos europea) que la que normalmente lo frecuenta. Por supuesto, no es la primera iniciativa de este tipo. La soprano y compositora española Pilar Jurado está a punto de estrenar una ópera sobre un tema actual, en España. Y en cuanto al escándalo, los montajes operísticos de la Fura dels Baus o de Calixto Bieito hace tiempo que revolucionaron los teatros de la ópera del mundo.
Un joven músico, Mark-Anthony Turnage, ha compuesto la partitura sobre la historia escandalosa, llena de sexo y drogas, de Anna Nicole, escrita por el libretista Richard Thomas, coautor de un musical satírico y provocador, sobre un famoso programa basura de la televisión estadounidense, The Springer Show. Thomas, según confesión propia, se enamoró de la ópera en los años setenta, cuando malvivía en Viena y vio en la Staatsoper La flauta mágica, de Mozart. La imagen de la Reina de la noche le dejó trastornado y decidido a probar suerte en el género. La fortuna le ha servido en bandeja Anna Nicole, una historia que, a su juicio, tiene todos los ingredientes de un melodrama lírico.
Su texto ha sido revisado con lupa para que no supere los límites de brutalidad estética que pueden aceptarse en un teatro de este nivel. Y sobre todo para que no dé lugar a querellas judiciales, porque algunos de los protagonistas del drama aún viven. Thomas ha reconocido que ha tenido que limar algunas escenas eróticas consideradas excesivas para el Covent Garden. Pero la producción ha encandilado a todos. Empezando por el director de escena, Richard Jones, que confesó a The Sunday Times lo fascinante del contraste "entre la historia profana y el templo del arte", donde va a representarse, bajo la batuta de Antonio Pappano, y con la soprano Eva María Westbrock, en el papel principal.
La vertiginosa vida de Anna Nicole Smith se ha revelado un verdadero filón. Su nombre ha figurado incluso en un par de cables del Departamento de Estado aireados por Wikileaks. En 2006, el embajador estadounidense en Bahamas hizo algunas anotaciones sobre su llegada a la isla. "El huracán Anna Nicole causa estragos en Bahamas", escribe. La inusitada facilidad con la que obtiene el permiso de residencia, acostándose, supuestamente, con el ministro de Inmigración, provoca el cese de este y el triunfo del partido de oposición en las sucesivas elecciones.
Su paso por el mundo fue ciertamente huracanado. Nacida en noviembre de 1967 en una pequeña población de Houston (Tejas), Victoria Lynn Hogan -su verdadero nombre- creció en un hogar infeliz, tras el abandono de su padre. Quería ser famosa como Marilyn Monroe, pero el camino hacia el estrellato resultó tortuoso. Tras un breve y desastroso matrimonio, se encontró a los 18 años sola y con un recién nacido, su hijo Daniel. Trabajó para mantenerlo en clubes de strip-tease de poca monta hasta que decidió operarse los pechos para adaptarse a los gustos de la clientela. Así pasó a trabajar en un local de Houston, donde, en 1991, conoció al multimillonario J. Howard Marshall II, un magnate del petróleo casado en segundas nupcias y muy aficionado a las chicas de club.
Fueron años de esplendor para Anna Nicole, modelo de la revista Playboy en 1992 y 1993. Un contrato con la firma de ropa Guess le supuso la consagración. Los paparazzi se convirtieron en su sombra, y le cayó algún papel menor en producciones de Hollywood. Fue entonces cuando enviudó J. Howard Marshall II, que perdió también a su amante de los últimos años. Según el libretista Thomas, era un anciano lúcido y con gran olfato para los negocios, y no un viejo senil manipulado por Anna Nicole, cuando finalmente se casaron en Houston, en 1994. Él tenía 89 años y se movía en silla de ruedas. Ella era una despampanante belleza de 27 años con ganas de comerse el mundo.
Vista con perspectiva, la unión, que duró solo 13 meses (J. H. Marshall murió en 1995), fue un desastre para Anna Nicole. Los implantes de silicona le atormentaban con continuos dolores y terminó enganchada a los calmantes. Desde el momento en el que su marido cayó enfermo, Pierce, hijo del magnate, le declaró una guerra judicial sin cuartel, que terminó privándole de la mansión donde vivía, de su asignación mensual y hasta de la posibilidad de pasar más de media hora al día con el enfermo.
A su muerte, la guerra judicial, todavía abierta hoy, se recrudeció. Anna Nicole hizo esfuerzos por seguir con su carrera. Rodeada de admiradores, amantes y asesores, asidua de programas de televisión, recaló en Bahamas, en 2006, con su agente y abogado Howard Stern. Estaba embarazada del fotógrafo Larry Birkhead, y en septiembre de ese año, nació su hija Dannielynn, en Nassau. Puede que fuera la mayor alegría de su vida, pero alegría fugaz, porque pocos días después del parto moría de sobredosis su hijo Daniel. Tenía 20 años. Anna Nicole le sobrevivió unos meses. El 8 de febrero de 2007 decidió imitarle, con la ayuda de un cóctel de calmantes. Su vida pasa ahora a ser una ópera. Lástima que la interesada no pueda ya disfrutar de este ascenso en el escalafón de la fama.
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