Sin palanca de cambio, aceite ni gasolina
Si no existiese el euro, ¿qué ha habría hecho un país como España para salir de una gran recesión como la que estamos padeciendo? ¿Qué han hecho otros países europeos que, como el Reino Unido, no están en el euro? No me cabe duda.
España habría devaluado la peseta para encarecer las importaciones, abaratar las exportaciones, equilibrar la balanza comercial y tratar de ganar competitividad a corto plazo. Simultáneamente, habría introducido un plan de estabilidad con moderación de rentas (salarios, sueldos y dividendos), precios y gasto público, acompañado de un programa de reformas para mejorar la productividad a medio plazo. El objetivo sería hacer duraderas las ganancias de competitividad logradas con la devaluación. Esta estrategia permitiría no cargar todo el ajuste sobre la reducción de salarios y el desempleo. Es decir, endosar el coste de la crisis a las clases más débiles.
La UE es una unión coja. Es como si el Airbus europeo pretendiera volar con un solo motor
Que esa hubiese sido la estrategia nos lo dice nuestra propia experiencia. Fue lo que hizo el profesor Enrique Fuentes Quintana en la crisis de 1977, con el primer Gobierno de Adolfo Suárez. Lo hizo también Miguel Boyer en la crisis de 1982-1983, en el primer Gobierno de Felipe González. Y lo mismo Carlos Solchaga en la de 1992-1994.
Por cierto, recuerdo como si fuera hoy al profesor Fuentes Quintana en la pantalla en blanco y negro de la televisión de la época el día de su nombramiento explicando a la población, con rigor, crudeza y convicción, la grave situación económica, anunciando sudor y lágrimas. Y se ganó la confianza y el apoyo de la ciudadanía a un programa de estabilización y reforma.
Hoy echo en falta algo así. Pero, quien sabe, quizá sea el no poder utilizar ahora el tipo de cambio lo que explique en parte la sorprendente desorientación de la política económica de Zapatero.
De hecho, aquellos países que, como el Reino Unido, experimentaron como España el drogoendeudamiento, al poder dejar devaluar la libra ha salido ya de la recesión.
Pero el hecho cierto es que ahora tenemos el euro. Aquellos países que como España forman parte del euro no pueden utilizar la palanca del tipo de cambio para salir más rápido de la recesión. Eso es lo que pretendían los padres del euro y de la UE: evitar que en crisis recurrentes los países que comparten un mercado pudiesen devaluar por su cuenta trasladando el coste del ajuste a sus vecinos. Se ha logrado.
Pero la cuestión esencial a tener en cuenta es que ésta no es una más de las crisis recurrentes del capitalismo.
Y como no vivimos tiempos normales, no se puede pedir a los países con economías más débiles del euro que salgan de la recesión únicamente con sus propias fuerzas. Por dos razones.
La primera es que la crisis financiera, provocada por los excesos y la negligencia de los banqueros, ha provocado una sequía de crédito como no se veía desde la Gran Depresión de los treinta del siglo pasado. Y sin crédito, la economía de mercado no funciona. De hecho, el crédito es a la economía lo que el aceite al motor de un coche: si falta, se rompe el motor. Eso es lo que les ocurre a muchas pequeñas y medianas empresas, quiebran por falta de crédito.
La segunda es que la sequía de crédito ha provocado a su vez una anorexia de consumo y de inversión que ha hecho que la demanda se haya evaporado. Y sin demanda privada, el capitalismo de mercado no funciona. Siguiendo con la metáfora, el consumo es a la economía lo que la gasolina es a un coche: mientras no se vuelva a llenar el depósito de la demanda, la economía no saldrá de forma duradera de la recesión.
Gestionar una recesión sin palanca de cambio ni crédito ni demanda es como intentar sacar un coche de un barrizal sin cambio de marchas, aceite ni gasolina. No es una labor de titanes, es una estupidez. Y pretender salir de la crisis sólo con el recorte de salarios y de condiciones laborales sería añadir injuria a la injusticia que ya sufren los trabajadores y clases medias. Pero, además, sería un error económico.
¿De dónde ha de venir el crédito y la demanda? En parte, de la economía interna, mediante el saneamiento del sistema bancario, la recuperación de la demanda doméstica y el aumento de la demanda externa. Pero el papel de las instituciones monetarias europeas y de los países líderes como Alemania es esencial en el retorno del crédito y la demanda externa.
La UE es una unión coja. Tiene un gobierno monetario único, pero no un gobierno económico. Es como si el Airbus europeo pretendiera volar con un solo motor. En las tormentas se desplomaría por falta de potencia y equilibrio.
Eso es lo que necesita la economía europea hoy: que alguien con capacidad para hacerlo inyecte demanda en la economía y permita a los más débiles utilizar esa demanda para salir de la recesión. Ése es el papel del Gobierno federal en el caso de EE UU. El presupuesto que acaba de presentar Obama tiene el mayor déficit visto en épocas de paz. En la UE no hay un gobierno federal que haga esa labor. Y Alemania y Francia, que tendrían que ejercer ese liderazgo, sólo miran su ombligo.
Tengo un temor creciente. El BCE, Alemania y Francia corren el riesgo de manejar el euro y la economía europea como hizo el bloque europeo del patrón oro (Francia, Italia, Holanda, Bélgica y Suiza) en la Gran Depresión de los años treinta. Mantuvieron la ortodoxia de vincular sus monedas al oro y restringir el crédito y la demanda. No así EE UU y Reino Unido, que devaluaron. Aquella política europea fue el antecedente económico del desorden social y político que llevó al conflicto europeo.
Es fundamental aprender de esa historia.
Antón Costas Comesaña es catedrático de Política Económica de la UB.
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