Sufrimiento por los cereales
Rusia se protege de los incendios frenando las exportaciones de trigo
Los incendios que están arrasando la tierra rusa son una preocupación más inmediata para Vladímir Putin que la situación de los mercados internacionales de materias primas. La decisión del primer ministro ruso de prohibir "temporalmente" las exportaciones es una medida de emergencia que espera que ayude a proteger a su pueblo de la inflación o la escasez de alimentos.
Pero no cabe duda de que intensificará las distorsiones del mercado y el pánico que ha asolado a los operadores en las últimas semanas, a medida que se esclarecía el alcance de la sequía en Rusia. Todo esto complica todavía más una situación extremadamente peligrosa de por sí. Los fundamentos de los mercados del trigo siguen siendo sólidos este año. Pero si pensamos en el futuro, no podemos descartar que se reproduzca la gran crisis alimentaria de 2008.
Los precios del trigo han subido un 90% desde principios de junio, y no habían aumentado tan rápido en más de 30 años, cuando, irónicamente, también se habían disparado a causa de las escasas cosechas de la entonces Unión Soviética. Todavía son un 30% más bajos que en su nivel más alto, que se alcanzó en marzo de 2008. Es más, los fundamentos del mercado no deberían ser motivo de pánico. Las reservas mundiales de trigo siguen siendo abundantes, aunque disminuyen a marchas forzadas, y grandes países productores de trigo como Estados Unidos, Australia o Francia deberían comportarse como se espera de ellos. Puede que el mes que viene lleguen mejores noticias de Rusia, ya que las cosechas de Siberia no deberían verse afectadas por la actual ola de calor.
Pero existen numerosos motivos para preocuparse por las consecuencias más a largo plazo del pánico actual. En primer lugar, Rusia tardará un par de años en recuperarse del daño ocasionado a su base agrícola por el calor y los incendios de este verano. En segundo lugar, la estampida que se está produciendo se suma a una tendencia constante al alza de los precios de las materias primas, con causas a largo plazo, como modificar los hábitos de alimentación en países emergentes.
En tercer lugar, el contagio puede extenderse rápidamente a otros precios de los alimentos. Por último, la especulación del mercado tiene consecuencias importantes en el mundo real, con independencia de los fundamentos, y se prevé que los más afectados serán los países más pobres que importan buena parte de su comida.
En 2008 se produjeron disturbios a causa de la comida en más de 30 países. Dos años después, el riesgo es que, una vez más, en África o Latinoamérica, los no emergentes y siempre sumergidos soportarán la carga del último pánico alimentario.
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