'Las grandes bandas de hoy son de los ochenta'
Hace ahora 22 años, The Cars dijeron adiós. En aquel momento, Ric Ocasek, el líder de la banda, prometió que jamás volverían. Se dedicó a ser productor de éxito. Muchas bandas, la mayoría estadounidenses, de todo tipo de estilos -de Weezer a Bad Religion, pasando por Hole o Jonathan Richman- querían contar con la sabiduría del cerebro de uno de los grupos favoritos de los adolescentes que crecieron en los ochenta, el periodo de su reinado.
También lo intentó como solista, pero su media docena de discos en solitario no solo no convalidó su éxito, sino que cada uno era menos popular que el anterior, hasta el punto que su última grabación, Nexterday, de 2005, se editó en Sanctuary, sello especializado en viejas glorias en momentos bajos.
"Una vez que nos decidimos a llamarnos, todos éramos amigos"
Quizá todo esto explique por qué la semana pasada se editó Move like this, el primer disco de estudio de The Cars desde 1987. "Lo realmente divertido es que, una vez que nos decidimos a llamarnos, todos éramos amigos. Nadie guardaba rencor. Bueno, cuando hicieron lo de The New Cars no me sentó bien. Aquello fue un buen bofetón en la cara", dice Ocasek, refiriéndose al momento de 2005 en que tres antiguos miembros del grupo, con Todd Rundgren, antiguo colaborador de la banda, como vocalista, intentaron aprovecharse de la reputación del grupo para una gira. Ay, los viejos rencores, no hace falta picarle mucho para descubrir qué fue lo que motivó la disolución. "Fue raro. Estábamos en una gira interminable, que no es lo que más me gusta en el mundo. En ese ambiente de no parar, había un montón de ideas ridículas revoloteando de las que no quería formar parte. Por ejemplo, había algunos que querían que sus novias escribieran canciones para The Cars y así conseguir un tanto por ciento mayor de los derechos editoriales. Esa última gira fue horrible. Algunos la hicieron en avión, otros en el autobús, unos no se hablaban con otros... había celos por quién hacía entrevistas. Visto desde hoy, eran tonterías, pero ha costado más de 20 años olvidarlas". Lo curioso es que no eran niños. En el momento de la disolución, el más joven del quinteto tenía 35 años; el mayor, 41. Hoy vuelven más cerca de los 60 que de los 50. No suena bonito, pero ha limado asperezas y ha ayudado a situar lo importante en su sitio: que el otro líder de la banda, el bajista y también vocalista Benjamin Orr, muriese de cáncer hace 10 años. La relación entre Ocasek y Orr, amigos de la infancia y creadores por igual del grupo, se había tensado hasta el extremo. "En mi opinión, somos The Cars sin Ben, pero no lo seríamos con alguien que lo sustituyese. Por eso no nos quedó más remedio que hacer esto sin él. Ni podíamos ni queríamos sustituir su voz. Es el elemento que falta en este disco".
Entre su debut en 1978 y la publicación en 1984 de Heartbreak city, The Cars se había convertido en el paradigma de la versión estadounidense de la new wave, mucho menos punk que la británica y más heredera del AOR, el rock para adultos. En los temas de The Cars hay guitarrazos seudoheavies, baladas en carne viva y unos sintetizadores que sonaban a grupo verbenero. Pero tenían una frescura tal que muchas de sus ideas han sido recicladas por una nueva generación de grupos con The Killers a la cabeza. "Es verdad que muchos grupos usan los mismos elementos hoy día que nosotros usábamos en el pasado. Perfecto, no cambiaría nada de lo que hicimos. Los ochenta fueron un gran momento. Muy divertido. Y espléndido para la música. Todas las grandes bandas que siguen vivas salieron de allí. Los ochenta y los sesenta fueron buenas décadas. No estoy seguro de los setenta y los noventa".
Move like this está publicado en Universal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.