Tarea de desvelamiento
La de la pintura es, en el hacer de Carlos Franco, una tarea de desvelamiento, un proceso de indagación que va del impulso intuitivo a la conciencia, de la mancha a la revelación de la imagen y el motivo que esta impone, y un espejo, finalmente, donde la contemplación de la propia efigie inconsciente que esta revela al pintor hace aflorar, en último término, su sentido. Un proceso, insisto, ante todo, donde el cuadro resulta ser, a la postre, apenas un instante de retención ocasional, al modo que lo es un fotograma con relación a la secuencia fílmica a la que pertenece. Algo que, en el contexto de esta muy notable exposición, queda bien patente, entre otros, en el caso del impactante políptico que cierra la visión frontal de la sala principal, integrado por la disposición, también secuencial al modo de una película, de las variaciones sobre el fondo serigrafiado de una escena de Hermes y Afrodita.
Carlos Franco
Galería Marlborough
Orfila, 5. Madrid. Hasta el 22 de octubre
Primacía del proceso, donde cobra su plena y pertinente necesidad la pulsión experimental que viene impregnando la estrategia del Carlos Franco pintor desde mediados de la década de los noventa. Iniciada entonces con el empleo de tintas fosforescentes y soportes de plancha de aluminio que conferían a las tentativas tempranas una resonancia algo agria, se resuelve hoy en una ecuación, de lejos, mucho más sofisticada y compleja, que incorpora, en esa dimensión extendida de los medios pictóricos, componentes calcográficos -como ya indicaba en el caso del políptico citado- junto al escaneado del óleo y su manipulación e impresión digitales o el rescate incluso de técnicas ancestrales, como el empleo del pan de oro en el esplendoroso icono que el artista ha titulado Puerta de Oxúm.
Voluntad de riesgo, el de este enrevesado mestizaje de recursos, que el Franco reciente desdobla a su vez, en el terreno cromático, con otro doble envite. De un lado, la puesta en valor del negro en tanto que color, y no concebido como su ausencia, que en telas como Mercurio cosechando o La pompa de oro despierta registros memorables; del otro, en perfecta simetría, la imposición del propio blanco de la tela, como color y espacio escénico a su vez.
En fin, una exposición de gran talla, que sedimenta un proceso gestado por el artista madrileño en el curso de los cuatro últimos años, y donde la tarea de desvelamiento hace emerger una intrincada trama de configuración alegórica que entreteje tanto referentes pictóricos como literarios, en la "vereda entreverada" por ese sincretismo mitológico que nutre, en clave de pura magia, la poética visionaria de Carlos Franco.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.