Pequeña magnitud
- Hay muchas naciones en el mundo, pero ninguna dentro de mí.
- El éxito da alas que permiten al afortunado alzar el vuelo, surcar la altura, planear majestuoso a la vista de quienes ya lo están apuntando desde abajo con sus escopetas.
- Dudo que haya un método más rápido y eficaz de adelgazamiento que la muerte.
- Estoy dispuesto a admitir que no se pueden esperar grandes aventuras de un tipo como yo que prefiere las castañas asadas a la cocaína.
- Conviene ir bien vestido al consultorio del médico si no queremos contribuir a que el diagnóstico empeore.
- Aunque, al menos desde un punto de vista práctico, está bien que existan las naciones. ¿Dónde, si no, se iba uno a exiliar llegado el caso?
- De acuerdo, la perfección no equivale al arte, pero es un buen comienzo.
- A lo largo de mi vida he experimentado momentos de intensa humildad, de quietud y desprendimiento que acaso no queden lejos de la plenitud mística. Por ejemplo, cada vez que me dolieron las muelas.
- No hace falta subir al último piso de los rascacielos ni a la cima de las montañas y mirar abajo para adquirir constancia de la pequeñez humana. En realidad basta con contener la respiración durante un minuto, si aguantas.
- ¿Cómo que no hay ningún libro perfecto, limpio de errores, de contradicciones, de partes superfluas? Y el listín de teléfonos, ¿qué?
- Hijo, ten cuidado cuando salgas a la calle. Mira bien dónde pisas, no vayas a tropezar con un himno.
- Adoptes la táctica que adoptes, antes vencerás al tigre que a la calumnia.
- Desearía formular una serie de preguntas a las personas que hablan con sus perros, pero no sé ladrar.
- A los seres humanos con personalidad doble, ¿cómo hay que tratarlos? ¿De túes o de ustedes?
- Lo contrario de una patada en el vientre no es una patada en la cabeza o en la espalda. Lo contrario de una patada es un abrazo.
- Considero una cima biográfica cada hora, cada minuto, cada segundo exento de dolor.
- Ningún egoísmo tan detestable como el de los demás.
- Soy un ferviente defensor de la duda, con excepción de las de mi cirujano.
- Un tipo que se pasa el día diciendo yo, yo, yo, es un ególatra. Otro que hace lo mismo diciendo nosotros, nosotros, nosotros, es un nacionalista. El nacionalismo no es más que la forma plural de la egolatría.
- He preguntado al radiólogo, pero él tampoco ha sabido descubrir dónde tengo la capital.
- Un aparato capaz de medir la belleza de las obras artísticas no nos serviría de nada sin otro aparato capaz de transmitirnos las emociones correspondientes, en cuyo caso podríamos prescindir tranquilamente de las obras de arte.
- La Tierra es la docilidad en persona. A todas horas, en todas partes, sin la menor resistencia abre la boquita y, obediente, se traga otro ataúd.
- Malas noticias para los habitantes del cielo. A pesar de las innegables comodidades, allí tampoco le estará permitido significar.
- Por el momento me inclino a descartar la opción del suicidio dado el alto riesgo de muerte que comporta.
- Desconfío de los espejos. Ni siquiera saben mentir.
Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) ha publicado recientemente la novela Viaje con Clara por Alemania (Tusquets. Barcelona, 2010. 472 páginas. 20 euros).
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