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Nueva York

Narrativa. Nueva York es, qué duda cabe, un azucarado y enorme pastel narrativo. Edward Rutherfurd sabe muy bien que no ha sido el primero en darse cuenta de ello y que no será tampoco el último, pero su libro tiene una franca vocación desmesurada de acabar con el pastel de un solo bocado más bien indigesto. La idea matriz de Nueva York, al que el autor ha creído necesario adjuntar el más bien poco humilde subtítulo de "la novela", artículo incluido, es la de hacer un gran fresco de la historia de la ciudad desde (nada menos) 1664 hasta (nada menos también) el atentado terrorista de las Torres Gemelas de 2001. Más de trescientos años de historia en una ciudad son muchos años, lo habrían sido para el propio Dickens, pero no parecen serlo, en cualquier caso, para Rutherfurd. Este particular Nueva York a ratos produce el efecto de ese falso naturalismo de algunos documentales televisivos en el que dos personas que supuestamente están teniendo una conversación normal se descuelgan con frases del estilo: "A propósito, Joe, ¿sabías que en estas montañas, durante cientos de años, vivió la tribu india...?". Se desconoce si Rutherfurd quiere hacernos creer que ésas son las verdaderas conversaciones que tenía un agente de Bolsa de 1929, en cualquier caso, es casi el único recurso literario que se utiliza aquí para enmorcillar históricamente un texto que, por otra parte, no consigue levantar el vuelo en ninguna de sus variantes. Los personajes de Rutherfurd, aparte de tener la molesta cualidad de ser todos el mismo, piensan como una persona de 2011, sobresaturada de tópicos, frases hechas y lugares comunes.

Nueva York

Edward Rutherfurd

Traducción de Dolors Gallart

Roca. Barcelona, 2010

937 páginas. 27 euros

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Replicantes en el siglo XXII

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