Narrar lo innombrable
Desde Herder y Kant, el progreso histórico se ha interpretado como una "novela" cuya trama era solamente inteligible para el sujeto europeo del XVIII. Así, Shakespeare dejaba de tener razón, la vida ya no sería "una historia contada por un idiota", a no ser que ese europeo, claro está, lo fuera, cosa que no es descabellado pensar si nos colocamos al margen de perspectivas consoladoras, muy lejos del genio de Königsberg, para quien la visión del progreso era la de un indicio que permitía pensar en un futuro ilimitadamente mejor, "un porvenir poblado de ciudadanos cosmopolitas instalados por fin en una paz perpetua impuesta por las naciones más civilizadas". Pero ¿en qué punto se sitúa la "narración del arte" y los avatares de la cultura en la confrontación de la idea de historia universal y el progreso? ¿Cuáles son los modelos narrativos que se instalan en la sociedad occidental desde el Siglo de las Luces hasta la llamada poshistoria?
Historia, progreso y arte contemporáneo
Vicente Jarque
Institució Alfons El Magnànim
Valencia, 2010. 202 páginas. 17,68 euros
Desde el "érase una vez" de Gombrich hasta las tautologías artísticas de Warhol y Kosuth, el cuento del arte ha tenido tantos narradores como obras. Su idea de evolución sería un acto de fe: "Tener fe en el progreso no significa creer que ha tenido lugar un progreso. Eso no sería fe", dice el aforismo de Kafka. El crítico y profesor de estética Vicente Jarque analiza por qué la gran narración artística ha llegado a su grado de disolución y dispersión -y, finalmente, emancipación-, de lo que en ningún caso podría deducirse el final de la historia del arte en general. Con profusión de citas y notas a pie de página, la tesis de Jarque recorre las diferentes historiografías, desde la primera de Winckelmann de 1764, la modernidad de Diderot, Rousseau, el diagnóstico utópico de Schiller, el voluntarismo especulativo de Fichte, el romanticismo y la hermenéutica hasta llegar a las tesis del pensamiento de Fráncfort. En este último, el maestro del collage histórico Walter Benjamin se hace fuerte, a pesar del espectáculo de desolación que encuentra frente a él: la historia ya no es el resultado del despliegue libertario del sujeto burgués, sino una sucesión permanente de catástrofes enlazadas por el eterno retorno de la dominación.
Un libro instructivo, aunque no añada nada nuevo a la disciplina Estética -ni siquiera como ideología-, salvo en los últimos capítulos, merecedores por sí solos de un ensayo autónomo y que se centran en los estudios visuales y su carácter interdisciplinar, cuando la creación artística, irrevocablemente autónoma, ya ha invitado al individuo a participar en las tinieblas como única perspectiva. Es la afirmación del Innommable: "Hay que continuar". Aunque frente a nosotros haya un callejón sin salida.
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