2010: La venganza de los novatos
La imagen del ricacho más joven del planeta dándole compulsivamente al F5 al final de La red social domina la cosecha cinematográfica de 2010. La demoledora soledad del magnate Mark Zuckerberg ?todo un misterio existencial, perfectamente canalizado a través de la musculatura derrumbada de Jesse Eisenberg? sintetiza una de las grandes paradojas de nuestro tiempo: la discapacidad emocional de quienes ahora mismo mueven los hilos de las nuevas formas de interacción humana. En otras palabras, la película de David Fincher, con guión de Aaron Sorkin, desvela que tras la mayor maquinaria jamás creada para hacer amigos se esconde un misántropo macerado en la bilis de su cósmica soledad.
"Es el ascenso del 'nerd' en la carrera darwinista, de minoría oprimida a dominante"
Todos menos los Globos de Oro saben del feliz momento de la comedia americana
La cultura nerd tiene, pues, su primer gran mito trágico gracias a esta película que, de hecho, corona una temporada que bien podría llevar por subtítulo La revancha de los novatos. Entre otras cosas, porque todo lo interesante ha tenido lugar en territorios marginales: entre las piernas de palillo de Scott Pilgrim y los ojos luminosos del mono imaginado por Apichatpong Weerasethakul se despliegan las múltiples pieles de un nuevo imaginario forjado por (y quizá para) el raro de la clase. Todo eso en un año que, recordémoslo, ha mostrado a quienes tenían todos los números para ser delegados de curso ?Tom Cruise y George Clooney? haciendo ejercicios de ridículo espantoso en los sanfermines de Cádiz o en improbables burdeles italianos donde suena La bambola.
En su lúcida, iluminadora crítica a La red social, la escritora Pola Oloixarac señalaba que la película de Fincher "consolida al héroe nerd que se emancipa de los papeles secundarios, como si el arco épico comenzado en La revancha de los novatos culminara en el estupendo Zuckerberg de Jesse Eisenberg hablando rápido, escupiendo bits de palabras, enfrascado en la pantalla, aislado, wired [conectado]. La filmografía de las estudiantinas norteamericanas ?el estudio antropológico más extenso sobre la tribu nerd? muestra el ascenso de los nerds en la carrera darwinista. Su paso de minoría oprimida a clase dominante culmina triunfal con la controversia que pone en escena la red social".
La revancha de los novatos de la que habla la autora de Las teorías salvajes es la comedia juvenil dirigida en 1984 por Jeff Kanew en la que un grupo de empollones pre-Bill Gates intentaba defenderse en la hostil jungla de las fraternidades americanas. Una película que, en su momento, la crítica ortodoxa sancionó como menor, pero que solo el paso del tiempo ha elevado a la condición de obra premonitoria, una intuición del porvenir en clave de comedia idiota.
La misma película propiciaba una estimulante discusión en una escena de American splendor (2003), la personal lectura de las historietas autobiográficas de Harvey Pekar ?sin duda, la gran baja outsider del año? que hicieron Shari Springer Bergman y Robert Pulcini. Eloy Fernández Porta se hacía eco de ese momento en su ensayo We are not alone/No estamos Solondz. Los cinco mitos de la economía sentimental friqui: "Pekar y su novia Joyce Brabner van a ver la película de Jeff Kanew (...) en compañía de su colega Toby Rudloff, quien se identifica como nerd y dice haber encontrado en esa obra el reflejo épico de su propia vida. A la salida (...) mantienen una feroz discusión, no tan cinéfila como ética. Pekar trata de hacerle notar que los friquis que aparecen en la película no son como él, sino niños ricos marginados dentro de su medio, que dejarán de ser nerds cuando salgan del instituto para convertirse en brókeres de Wall Street".
La expansión del gusto 'nerd'. Esa dialéctica nerd ha proporcionado uno de los grandes temas cinematográficos del año: por un lado, el agridulce triunfo nerd de Zuckerberg; por otro, la imposible integración de los personajes 'xtreme nerd de La vida en tiempos de guerra, de Todd Solondz, o Gentlemen Broncos, de Jared Hess. Pero la cosa ha ido mucho más allá: se podría descifrar la temporada como muestrario de las diversas mutaciones de un gusto nerd que, ahora, parece poseer todo el sex appeal del saludable ?y emergente? sector de mercado. Si las multisalas habían sido, hasta el momento, territorio del gusto mayoritario ?y, por tanto, el edén del paladar de clase media?, ahora amplían su oferta para satisfacer la disfuncionalidad del gusto nerd: los casos de la mentada Scott Pilgrim contra el mundo, de Edgar Wright, y el Kick-Ass de Mathew Vaughn ?aunque los buenos lectores de Mark Millar arqueen una elocuente ceja? demuestran que otro cine palomitero ?¿postarantiniano?? es posible.
La saga Crepúsculo y el precalentamiento para el grand finale de Harry Potter han mantenido satisfechas a sus respectivas parroquias de fieles ?dos modulaciones muy particulares de un relevo generacional de la sensibilidad nerd?, pero ni Hannah Montana, ni los pimpollos de High School Musical (y derivados) han estado ahí para evitar que se manifestase el más pavoroso ?y violentamente antinerd? fenómeno adolescente de las últimas décadas: la lluvia de sentimentalismo marca Federico Moccia sobre la estética poligonero-cañí, de la mano de Tres metros sobre el cielo, rotundo gran éxito de taquilla del cine español y prueba palpable de que nuestra industria prefiere apostar por modelos alejados del nerd glam.
Por otro lado, casi todo el mundo ?es decir, tanto el gran público como buena parte de la crítica? parece tener claro que la comedia americana ?el género que, precisamente, vio nacer La revancha de los novatos? está viviendo un momento feliz, aunque los Globos de Oro están tan en la inopia que, en la categoría correspondiente, antes que pensar en Todo sobre mi desmadre, Los otros dos, Cyrus o Salidos de cuentas prefieren que The tourist o Burlesque les confundan. Junto a la comedia, un cine de animación en estado de gracia se ha convertido en la gran esperanza ?sin duda, nerd? del mainstream, proporcionando una alegría del calibre de Toy Story 3 y sorpresas tan destacadas como el debut en el largo de Jirí Barta, gigante de la animación europea ?Aventuras en el desván?, o el feliz regreso del padre de Lilo & Stitch Chris Sanders en Cómo entrenar a tu dragón. No, no ha estado nada mal el curso 2010. Ha sido muy nerd. Ha sido nerd en formas surtidas, variadas, de lo sublime a lo tragicómico.
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