"El terrorismo de ETA está más cerca de ser criminal que político"
El historiador francés Patrice Gueniffey ha participado en las jornadas sobre violencia política celebradas la pasada semana en Vitoria, organizadas por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda. Su aportación, significativa, situó el inicio del fenómeno en la Revolución francesa y en los años posteriores al levantamiento del pueblo de París en 1789.
Pregunta. ¿Por qué sitúa el origen de la violencia política justo en la Revolución francesa?
Respuesta. En 1793, por primera vez asistimos a un fenómeno radicalmente nuevo, el terror revolucionario. Es la primera vez en la historia en que aparece una violencia que no tiene nada que ver con la lucha política, que tiene un fundamento ideológico. En América, por esas fechas, se vive otra revolución (la independencia de Estados Unidos) con los mismos principios, en un ámbito filosófico o ideológico similar, pero no se llega a las prácticas del terror revolucionario francés, que se reproducirá después en el siglo XX, en nuevas revoluciones, en Rusia, China y otras partes del mundo.
"La diferencia entre el terrorismo israelí o el palestino es el éxito o el fracaso"
P. Se puede decir que la Revolución francesa establece un modelo de terror de estado.
R. En efecto, las medidas de aniquilación del adversario, considerado como enemigo, se repitieron en otros momentos de la Historia. El terror francés se convirtió en un modelo de estrategia de intimidación por la violencia.
P. Ha señalado que en la Revolución americana no se llega a la violencia política que se vive en Francia. ¿Por qué?
R. Hay dos razones principales. Por un lado, la Revolución americana es una guerra de independencia entre las colonias y la metrópoli, al otro lado del Océano. En Francia, el enemigo se encuentra en el país, es la aristocracia. Pero creo que es más importante la razón religiosa. Los americanos son protestantes y están acostumbrados a aceptar el pluralismo religioso, que no existe en Francia, donde los protestantes son expulsados. Sólo existe la iglesia católica, muy intolerante al final del siglo XVIII. Ese sustrato integrista favorece la violencia en contra de los adversarios, que pasan a considerarse como enemigos.
P. Otra versión de la violencia política es la de grupos minoritarios contra el Estado, por razones ideológicas o por reivindicaciones nacionalistas. ¿También está la Revolución francesa detrás de estas prácticas?
R. Sí. En principio, los revolucionarios recurren a medios violentos con el fin de acabar con el Antiguo Régimen. Luego volverán, en Francia, estas prácticas en el siglo XIX con las sociedades secretas, los carbonarios y grupos precomunistas, hasta llegar a Blanqui, el inspirador de la revolución como conspiración, como golpe de estado, precursor de Lenin, pero también de los anarquistas, o de grupos de los años 60 del siglo XX, como Acción Directa en Francia, Brigadas Rojas en Italia, etc.
P. ¿Qué lugar ocupa, en su opinión, el terrorismo de ETA?
R. Ahora, está más cerca del terrorismo criminal que del político, pero en su origen se trata de un terrorismo nacionalista, como el del IRA, el de los argelinos contra Francia o el de israelíes hace 60 años, en la fundación del estado de Israel. En parte, se debe admitir que el terrorismo es el arma de los más débiles, como se puede ver en la historia de Israel, primero los judíos para la fundación del Estado y ahora los palestinos para sobrevivir. Otro ejemplo, la resistencia francesa contra los alemanes.
P. ¿No comparará resistentes franceses con los terroristas?
R. No, ni mucho menos. La diferencia estriba en que los resistentes no tienen como objetivo matar inocentes. Los terroristas asesinan inocentes deliberadamente.
P. ¿En qué se diferencia el terrorismo israelí del actual de los palestinos?
R. La respuesta es terrible: el éxito o el fracaso. Hoy, 60 años después de la fundación del Estado de Israel, aquellos no son terroristas para la historia, como tampoco lo es la OLP de Arafat, que tiene reconocimiento internacional. Aunque, no hay que olvidar, que detrás de muchos terrorismos hay intereses de Estado, que lo convierten en un fenómeno sumamente complejo.
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