"No hay máquina más perfecta que la que une el cerebro y la mano"
La galería Álvaro Alcázar, de Madrid, inaugurará mañana sus nuevas instalaciones con una exposición de pintura de Mari Puri Herrero. La artista explica que la colección muestra la dualidad entre las obras pintadas en la tranquilidad de la comarca alavesa de Ayala, en su casa de Menagaray, y el barullo de la ciudad que llega hasta su estudio cercano a la Gran Vía madrileña.
Pregunta. ¿Con qué ánimo se enfrenta a la exposición?
Respuesta. Tengo una sensación de novedad. Podría reconocer las exposiciones por un color, por un tema, por una impresión. Cada una tiene algo especial. El de ésta es esa dualidad entre la ciudad y la naturaleza, que reflejan lo que veo y pienso cuando estoy en Menagaray y lo que veo y pienso cuando estoy en Madrid. Los dos lugares en los que reparto mi tiempo condicionan mi pintura. Técnicamente se ve en que he puesto énfasis en el color, pero contenido. La técnica te hace recorrer caminos nuevos. Y lo primero fue pintar papeles con pigmentos negros, que puede verse más como un dibujo que como pintura.
"Lo especial de esta exposición es la dualidad entre el campo y la ciudad"
"Los dibujos me han dado nuevas pistas para la escultura"
P. Es nuevo en su carrera.
R. Sí. He empezado hace un par de años y es la primera vez que los expongo. Es la idea de ver el dibujo y pintura convertidos en la misma cosa. Es como si yo fuera ciega y trabajara a tientas, buscando las cosas que están en el papel, que las voy tocando con la brocha. Cuando trabajo con el negro tengo la impresión de que saco algo que ya está en el papel o en el lienzo. Es muy físico. El negro también es un color.
P. La pintura ha absorbido todo su tiempo. ¿No va a hacer más grabados?
R. Tengo ganas de volver. Pero con mi forma de trabajar me lleva mucho tiempo prepararlo todo. Me resulta imposible mezclar una cosa con otra. Me lleva tanto tiempo pintar como despintar y en algunos cuadros ni disimulo que he rascado. Son como accidentes del lienzo, que pones y quitas. Cada lienzo es una pequeña aventura que te va llevando. Quitando cosas vas encontrando lo que quieres.
P. ¿Siempre ha trabajado así?
R. Antes me daba miedo: me decían "el cuadro mejor no tocarlo porque se mancha". Ahora no me importa. Al final para el cuadro ha sido tan importante lo que he puesto como lo que he quitado. Eso es lo que tienes que ir aprendiendo. Yo no tenía ni idea de eso cuando empezaba. La pintura es algo mental, pero a mí me encanta la parte que se toca con las manos. Son estrategias. Daría vértigo ir al cogollo del cuadro de entrada. Ese andar con la paleta, con la espátula, rascando, es una manera de ir aproximándose al meollo del asunto. En el grabado es aún más evidente. Para quien prefiera ir al grano podría ser perder el tiempo en cosas artesanales. Pero no, son apoyos para llegar a donde quieres ir.
P. ¿Cómo ve la pintura en arte contemporáneo una artista que le gusta mancharse las manos?
R. Creo que se ha abandonado mucho. A veces se ha dado más importancia a los conceptos que a las técnicas, como saber preparar un lienzo. Hay que dominar los lenguajes, pero no te puedes quedar ahí. Pero no se ha dejado de pintar.
P. ¿Tiene futuro la pintura?
R. Estoy absolutamente convencida. La fotografía y el vídeo son otros medios de expresión. Pero aunque todas esas máquinas estén a pleno rendimiento, no hay una máquina más perfecta que la que une el cerebro y la mano. Nunca va a quedar desfasada. Estoy oyendo que se ha muerto la pintura y que vuelve la pintura desde siempre. Es un hecho que seguimos pintando.
P. ¿Va a volver a hacer escultura?
R. He empezado tarde, a principios de los años 90. Igual es que me gusta tocar la cera calentita. La escultura que hacemos los pintores tiene mucho de pintura. Es una visión distinta, que está sesgada por nuestro origen.
P. ¿Y cómo es su escultura de pintora?
R. Quiero volver a la escultura porque no saber muy bien como hacerlo me resulta muy estimulante. Los dibujos me han dado nuevas pistas para la escultura, porque lo que da continuidad a todo es el dibujo, que está en la pintura, en la escultura. En un papelito esta la raíz de todo.
Mari Puri Herrero
Mari Puri Herrero (Bilbao, 1942) dice que todavía no ha tomado la decisión de ser pintora, a pesar de contar con una sólida carrera de cuatro décadas. Fue una mala estudiante que no paraba de dibujar y a los 14 años empezó a recibir las primeras clases de arte en los veraneos de San Sebastián. Su formación continuó en Madrid y en la Rijksakademie de Amsterdam, donde se afianzó su pasión por el grabado. En 1963 presentó en la galería Illescas, de Bilbao, su primera exposición individual.
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