Tres expedientes de matrícula
Tres estudiantes de distintas ramas de Ingeniería de la UPV se gradúan con una nota media de diez
Ya en el instituto sacaban las mejores notas, nunca han suspendido un examen y prácticamente han salido del campus con empleo. Asier Zubizarreta, Julio Blanco y Carlos Fernández, tres jóvenes con trayectorias, personalidades y motivaciones diversas, son los únicos estudiantes de la Escuela Superior de Ingeniería de la Universidad del País Vasco (UPV) que han acabado la carrera con una nota media de diez.
El diez no es exacto, matizan ellos, sino que la nota media real aumenta por haber aprobado en la primera convocatoria y tener una buena valoración en el proyecto de fin de carrera. Ni han suspendido una asignatura en toda la carrera ni han dejado un solo examen para la segunda convocatoria. Pese a ese formidable expediente, los tres recalcan que llevan una vida normal: se divierten, no son competitivos y no se sienten superdotados.
En la época de exámenes dedicaban hasta ocho horas cada día al estudio
Zubizarreta (1984, Vitoria) estudió Ingeniería Técnica Electrónica en su ciudad natal y se trasladó a Bilbao para tener el título superior de Automática y Electrónica. Ahora es becario predoctoral en el Departamento de Automática de la UPV, y espera terminar en tres años su tesis para ser docente e investigador. "Me parece menos aburrido que estar en una empresa haciendo lo mismo cada día, y a vocación de docente me viene de mis padres, ambos profesores", dice.
También ha conseguido un hueco en la universidad pública Carlos Fernández (1982, Barakaldo), que cuenta con un contrato de un año como personal investigador contratado -una nueva figura libre de carga docente- en el Departamento de Electrónica y Comunicaciones, en el que fue becario. Empezó Ingeniería Industrial Superior, pero prefirió realizar estudios técnicos, por su menor duración, por lo que cursó primero de Sistemas de Telecomunicación y luego Telemática. Aunque le gusta la "flexibilidad" del trabajo en la universidad, ve su futuro en el sector privado.
Blanco (1983, Legazpi) disfruta de un contrato indefinido en la empresa del sector de la energía solar en que hizo prácticas en el último curso de la carrera. Aunque su especialidad es la aeronáutica, está ilusionado con la energía solar, "un sector en crecimiento muy interesante". Está pensando en compatibilizar su empleo actual con un doctorado, aunque no tiene vocación docente.
Cada uno aporta su propia receta para sacar sobresalientes: el vitoriano destaca llevar la materia al día; Blanco la constancia, organizar bien el tiempo y repasar mucho, y Fernández cree que basta con estar motivado. "Las telecomunicaciones enganchan, aunque te matricules sin vocación. Notas que incluso cuando no estás estudiando te vienen ideas", explica vehemente. En época de exámenes dedicaban hasta ocho horas diarias a estudiar, y el resto del año repasaban hasta tres. Niegan que para ello haya que renunciar a la vida personal y la diversión. "Si se administra bien el tiempo se puede con todo. Salir con los amigos y hacer deporte es fundamental para desconectar", asegura Blanco.
Se consideran jóvenes normales, recalcan, y Blanco y Fernández ni siquiera conocen su coeficiente intelectual. "Dudo que sea superdotado, la verdad", dice divertido el ingeniero técnico. Zubizarreta lo es, según los psicólogos que avalaron que en Primaria se saltase un curso. Aún así, no ha tenido problemas de integración, afirma: "En Secundaria tuve la suerte de estudiar en un buen grupo, y en la universidad la gente se te acerca a pedir ayuda. Además, trato de pasar desapercibido".
No es la competitividad lo que empuja a tener un expediente insuperable, subraya: "Obtener buenos resultados es un reto personal, no quiero pisar a nadie". "Si estás a gusto no te conformas con un siete pudiendo sacar un nueve", apostillan sus compañeros.
Ninguno de los tres consideró necesario ir a una universidad en el extranjero, y creen que en Euskadi hay suficientes oportunidades para los ingenieros. "En las empresas me han confirmado que la Escuela de San Mamés está muy bien valorada, tiene un gran nivel", explica Fernández. Zubizarreta se muestra "defensor de la educación pública" y prefiere quedarse como profesor en la UPV para poder seguir desarrollando la investigación que ha abierto con su tesis.
Aunque hayan empezado su trayectoria profesional pisando fuerte, no creen que tener un expediente sobresaliente sea determinante para encontrar un buen trabajo. "En las entrevistas impresiona y ayuda a llamar la atención, pero las empresas miran mucho la experiencia laboral", indica Zubizarreta. "Pronto todo lo logrado en la universidad pasa a ser anecdótico", añade Blanco.
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