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Reportaje:

El encanto de siglos pasados

Los mercados medievales se convierten en una atracción turística y ciudadana en alza - La cita de Vitoria supera todas las expectativas

La almendra medieval de Vitoria recuperó el pasado fin de semana la realidad de su nombre con un despliegue espectacular de recreaciones de aquella época. Torneos a caballo, inquietantes esbirros del Santo Oficio, el loco y la pícara, saltimbanquis y orates, junto al herrero, el alfarero o los vendedores de hierbas milagrosas regresaron a la ciudad, en lo que ya se ha convertido en un reclamo turístico de moda en numerosas localidades, tengan o no un pasado histórico del que preciarse.

Basta hacer un somero repaso por Internet para comprobar la variedad de ofertas y la versatilidad de artesanos de todo tipo, atracciones y comediantes que se suman a la hora de organizar un evento así. En Vizcaya, se celebran mercados medievales en Balmaseda, Sopelana o Getxo (el de Algorta, con una asistencia multitudinaria, se desarrolló el fin de semana anterior) y en Guipúzcoa, en Hondarribia o en Azpeitia. Organizados en empresas de espectáculos, los integrantes de estas ferias históricas viajan de localidad en localidad, con sus indumentarias de aire juglaresco. A ellos se suman los puestos de artesanía, gastronomía en múltiples variedades y otra amplia variedad de ofertas. Un total de 783.000 entradas en Google para "mercado medieval" o la página www. mercadosmedievales.net dan buena prueba del auge de este fenómeno.

Los mercados suman su peculiar escenografía y múltiples ofertas y actividades
Balmaseda, Sopelana, Getxo o Azpeitia convocan fiestas similares

Con todo, lo que se ha vivido en Vitoria durante estos días pasados ha superado cualquier expectativa, como reconocían ayer fuentes municipales. Y ello en buena medida porque se ha vitorianizado la convocatoria, con la incorporación de algunas de sus señas de identidad. Adornada con los estandartes de las principales familias históricas alavesas, la plaza del Matxete se ha transformado en el espacio identitario de referencia. Allí se recrearon los oficios que dan nombre a las calles del casco antiguo -Herrería, Cuchillería o Zapatería-, al tiempo que se recuperaban juegos tradicionales o indumentarias características del Medievo, como los tocados femeninos.

Inmersos en la escenografía, el montaje se adapta sin estridencias. Las mezclas de acentos, olores y sabores ayudan a recuperar el ambiente mestizo de hace cinco, siete, nueve siglos. Al tiempo que Eric Alberdi, el "hombre más fuerte del mundo", eso sí, con apellido vasco, exhibe su poderío, el vendedor de fuet de Vic habla argentino, el acento aragonés asoma en el chocolatero americano, al tiempo que las joyas menorquinas las vende uno que se dice de Salamanca. Los saltimbanquis y acróbatas animaban el jardín de Falerina o la plaza del Campillo. Olía a incienso, pero también a costilla y chorizo asados, se escanciaba sidra asturiana, se bebía vino y en el rincón dedicado a la cultura árabe se degustaba te, falafel, cuscús y una caña de cerveza si hacía falta.

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