A mejor, pero muy poco
La destrucción de empleo se modera, aunque existe el riesgo de un repunte del paro en otoño
Después de la catastrófica evolución del paro en el primer trimestre de este año, periodo en el que aumentó en más de 800.000 personas, la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo semestre presenta una evolución más templada del mercado laboral, insuficiente para dar pie al optimismo, pero que descarta las agoreras predicciones de que la economía española se iba a desangrar con más de cinco millones de parados a corto plazo. Entre abril y junio el número de parados ha subido en 126.700 sobre el trimestre anterior, hasta situar la cifra total de desempleo en 4.137.500 personas y la tasa en el 17,92%. En el segundo trimestre se destruyeron 145.800 empleos -frente a los más de 700.000 del primer trimestre- y la población activa cayó en 19.100 personas. En resumen, se ha producido una mejora modesta del mercado de trabajo y la destrucción de empleo se aleja de los registros cataclísmicos del primer trimestre.
Ahora bien, aunque se modere la destrucción de empleo y el paro empiece a desacelerarse -ayudado por un descenso de la población activa-, el problema es la elevada probabilidad de que en septiembre u octubre se produzca un repunte estacional que empujará la tasa de paro hasta las fronteras del 19%. Como la actividad económica está tocando fondo ahora y, por tanto, no recuperará tasas de crecimiento superiores al 2%, suficientes para crear empleo neto, hasta 2011 como poco, la conclusión más realista es que la sociedad española tendrá que sufrir los costes de una tasa de paro muy alta durante los próximos 18 meses. Esto es, España tardará más en salir de la crisis que el resto de Europa y lo hará en peores condiciones.
El riesgo que comporta alcanzar un paro muy alto durante mucho tiempo rebasa el simple deterioro macroeconómico, como la explosión del déficit o las dificultades de financiación pública, y puede agravar los desequilibrios sociales. Hay más de 1,1 millones de hogares sin ingresos, porque todos sus miembros están en paro, casi 50.000 más que en el trimestre anterior. También es previsible que aumente el número de parados que agotan su seguro de desempleo. Una política económica realista debe descartar ese riesgo de empobrecimiento social.
Ése era uno de los objetivos del diálogo social que agoniza por el bloqueo de la patronal CEOE, según el Gobierno y los sindicatos. Aunque un acuerdo social no puede centrarse sólo en la protección, es defendible que se busque una prórroga del subsidio de paro y de la formación para evitar situaciones de pauperización. Gobierno y sindicatos acusan a la CEOE de aprovechar las urgencias de la crisis para exigir cambios legales profundos, como el abaratamiento del despido, la supresión de las cláusulas de revisión salarial o la eliminación de la causalidad en los despidos. La patronal niega que haya pedido el despido libre. El resultado: la imposibilidad de un pacto que soporte la política económica de los próximos dos años.
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