Un buen sistema educativo, ¿una utopía?
Finlandia lleva años sin cambiar de sistema educativo. El Estado financia completamente una enseñanza de calidad. Los currículos establecidos son claros, concretos y prudentes. Los ritmos de aprendizaje son delicadamente adecuados a la edad de los estudiantes. Los problemas de aprendizaje son detectados y remediados desde un principio. El objetivo: no dejar atrás a ningún alumno. Por lo tanto, el fracaso escolar en Finlandia es una rareza.
Pero lo que es un factor decisivo en la balanza es el profesorado. La profesión goza de prestigio y respeto en este país. Los aspirantes, antes de llegar a su objetivo, deben pasar un proceso riguroso de selección y recibir una estricta formación.
Finlandia nos muestra con su ejemplo que la consolidación de un buen sistema educativo en un país no es una utopía. ¿Y si lo intentamos?.
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