UMBERTO ECO Y ahora se adelanta por la derecha
Como la mayoría de los seres humanos, hago o deseo hacer todo aquello que no se debe o es malo. Sin embargo, como una parte no mayoritaria, pero consistente, de mis iguales, no niego que estas cosas sean malas. Por tanto, fumo, y sé que es muy perjudicial, y estoy de acuerdo con las campañas antitabaco, a la espera de que un día también me convenzan a mí. Asimismo, como conductor no apasionado, pero amante de cierta velocidad, quisiera poder ir por la autopista a 140 por lo menos, y tal vez a 160. No obstante, considero justo que se impongan límites de velocidad. Encuentro que los 110 son un castigo tan grande que he viajado en tren cada vez que me ha sido ferroviariamente posible. Pero las pocas veces que he tenido que viajar en coche he tratado de controlarme.Sin embargo, me ha sucedido, y con mucha frecuencia, mientras conducía a 110 por el carril de adelantamiento (y digamos la verdad, a veces deslizándome desatentamente hacia los 120), que me adelantara por la derecha un conductor que iba a 160, que incluso comentaba el adelantamiento con un golpe de claxon, pero después, no como un aviso, sino como reproche y burla. No es necesario decir lo peligroso que son estos adelantamientos por la derecha, rápidos e inesperados. De todos modos, aunque se vuelva a los 130, ya que se trata de coches que pueden alcanzar los 200, en cualquier caso estos adelantamientos por la derecha seguirán produciéndose.
En vista, por tanto, de que cualquier límite de velocidad será inferior a los deseos de muchos conductores, existe una sola forma de hacer obligatoria la moderación y evitar accidentes: legalizar el adelantamiento por la derecha.
No estoy haciendo ningún alegato. Quien haya conducido en EE UU sabe dos cosas: que los límites de velocidad son muy bajos (y también allí se violan cuando se puede, aunque sin exceso) y que, a lo largo de una autopista con varios carriles, uno puede verse adelantado por cualquier lado. Quien conduce lo sabe: se espera un adelantamiento tanto por la izquierda como por la derecha, y, por consiguiente, se está muy atento.
Este tipo de adelantamiento libre, por una razón muy obvia, actúa como un limitador de la velocidad: el conductor se ve incitado a ir a gran velocidad si existe un carril de adelantamiento vacío mientras el carril de la derecha está atestado de coches que van lentamente. En cambio, si no existe un carril para adelantamientos, del cual quedan excluidos los que van despacio, ya que podrían causar atascos, los coches se distribuyen equitativamente en los diferentes carriles y, cuando quieren adelantar, se sitúan poco a poco en aquel más despejado. No obstante, al rato encuentran otros coches que van más lentamente, y se sitúan otra vez en el carril anterior o en otro.
De esta manera, en caso de una gran afluencia, ningún carril nunca está totalmente despejado y, en cualquiera de ellos, el tráfico se ordena a una velocidad media, cercana a la indicada. Actuando con picardía (y estando atentos para que en ese preciso momento nadie venga a gran velocidad por nuestra derecha o nuestra izquierda), de cuando en cuando es posible acelerar un poco, pero resulta imposible ir disparado a una velocidad prohibida. Por tanto, quien ha acelerado, poco después debe ir más lentamente, y quien va lentamente puede cambiar de carril y acelerar cuando el coche que tiene delante va muy despacio. Pero, como he dicho, una vez que ha acelerado, tarde o temprano se encontrará bloqueado por un coche que tiene todo el derecho de ir a menor velocidad.
Procediendo así, el sufrimiento que se padece por la limitación de la velocidad está recompensado por momentos de osadas aceleraciones que se realizan tanto en el tiempo como en el espacio. Las locuras de dispararse a gran velocidad sólo pueden llevarse a cabo en autopistas desiertas.
Comprendo que autorizar el adelantamiento por la derecha pueda parecer una solución similar a la de legalizar la droga. No obstante, sobre esta última idea, la discusión parece muy imprecisa y se navega entre hipótesis; en cambio, el adelantamiento libre en las autopistas norteamericanas demuestra que, de hecho, la velocidad se reduce. Que quede claro: digo que de hecho, como cualquiera puede comprobarlo, la velocidad se reduce, no digo (porque no tengo los datos) que se reduzcan los accidentes. Por tanto, la propuesta debe evaluarse a la luz de todas las variables en juego, y estoy dispuesto a retractarme si los expertos me demuestran que ésta no es aconsejable.
Traducción: C. Scavino.
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