Trotskistas espiados
La Inspección General de la Policía Francesa, encargada de los asuntos internos de las fuerzas de seguridad, detuvo a siete agentes
y otras cuatro personas acusadas de espiar a Olivier Besancenot, portavoz y candidato electoral de la trotskista Liga Comunista Revolucionaria (LCR) y
líder del Partido Anticapitalista, en formación. La redada confirma las informaciones publicadas, no por el órgano de información de los trotskistas, sino por el semanario L'Express.
Según los documentos a los que este medio tuvo acceso en mayo, los pasos de Besancenot, su compañera y sus hijos habrían sido espiados por iniciativa de la sociedad SMP Technologies, que distribuye un tipo de pistola eléctrica con la que se ha equipado recientemente a la policía francesa. Besancenot se opuso a la adquisición de este arma y, de ahí, presuntamente, el espionaje encargado
por SMP Tecnologies.
Según sospecha la prensa francesa, la implicación de estos policías podría indicar que la adquisición de las pistolas eléctricas Taser se realizara gracias al pago de comisiones. El episodio ha llevado a las portadas de los principales periódicos franceses al único partido político nacido del grupusculismo del 68 que ha logrado sobrevivir a los avatares de estos 40 años, y que en las últimas elecciones superó en votos al mismísimo Partido Comunista. Además ha alimentado de cuadros a otros partidos, especialmente el socialista. Lionel Jospin, primer ministro en la segunda mitad de la pasada década, fue en los sesenta un joven trotskista que practicó el entrismo en el PS, consiguiendo en pocos años convertirse en su primer secretario.
El trotskismo sobrevive en Francia, y gracias a la historia del espionaje sigue siendo noticia, 68 años después del asesinato de Trotski a manos de Ramón Mercader, un español enviado por Stalin.
Es conocido que antiguos trotskistas coparon puestos clave de la Administración de Bush, encabezados por aquel Wolfowitz que fue número dos del Pentágono. Si en Francia hubieran tenido esa misma inclinación y llegado tan alto como allí, los espías de Besancenot podrían no ser otros que sus antiguos camaradas. Pero Francia no es EE UU.
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