Respuestas a Glucksmann
El artículo de André Glucksmann ¿Qué significa 'desproporcionada'?, publicado en EL PAÍS el 6 de enero, defiende la necesidad de evitar "las tentaciones de la incondicionalidad" ante el conflicto de Gaza, en la que caen aquellos "que ya han decidido quién tiene y quién no tiene razón", para, a continuación, realizar una defensa sin matices de la intervención israelí contra la población palestina. Me sorprende que su condición de filósofo no le permita comprender que él mismo pertenece a ese bando de los incondicionales: basta con haber leído sus últimas apologías de la política internacional de Bush, por ejemplo, para predecir su postura ante esta crisis.
Todo el artículo enfoca el problema como si se tratara de un conflicto simétrico entre dos bandos, cada uno de los cuales utiliza los medios de que dispone para atacar al otro. Olvida que la "desproporción" no consiste sólo en los medios militares que se emplean, sino ante todo en la relación entre un país que cuenta con el apoyo político, económico y militar de una gran potencia contra un grupo de soldados artesanos que llevan decenios expulsados de su propia tierra y sometidos a condiciones de vida infrahumanas por sus conquistadores.
¿Habrá que recordar que esto no implica aceptar los métodos terroristas de ninguno de los bandos, aunque sólo hayan sido condenados por la comunidad internacional los que utiliza Hamás? Quizá ésta sea la única "proporcionalidad" en este conflicto: la utilización del terrorismo, aunque el de Israel se cobre muchas más víctimas.- Augusto Klappenbach Minotti. Pinto, Madrid.
No deben creer los que hayan leído el artículo de Opinión de André Glucksmann titulado ¿Qué significa 'desproporcionada'? que la desproporción en el uso de la fuerza, como concepto, no existe. Es un concepto de derecho y se refiere al uso de la fuerza por los agentes estatales que no se corresponde con el riesgo o la amenaza a la que responde, que no está amparada por la ley y que es contraria a los principios de dignidad humana. Nadie debe ignorarlo, especialmente los que tienen responsabilidades como informadores o como estadistas.
Es un problema muy viejo. Tan viejo como las guerras. Y tan vieja como todo esto es la argumentación de semejante artículo: siempre surgen halcones oportunistas que nos quieren hacer creer que cualquier violencia está justificada. Y no es verdad. La violencia, como medio de defensa, tiene sus reglas, y entre ellas está la del uso proporcionado de la fuerza disponible, la de la reacción mesurada a la provocación y la del uso de la fuerza necesaria para restablecer el orden legítimo. Y nada de eso está cumpliendo el Estado de Israel.
Una respuesta desproporcionada es la que no respeta los derechos humanos, una respuesta desproporcionada es la que considera culpables a los cientos de miles de personas que viven en Gaza de la acción violenta de unos cuantos, una respuesta desproporcionada es la que hace pagar con su vida a los inocentes y una respuesta desproporcionada es la que se defiende en el artículo mencionado.
Al igual que Hamás no está legitimado para lanzar cohetes sobre los civiles israelíes, el Estado de Israel no está legitimado para matar indiscriminadamente a más de cien personas al día con el fin de evitarlo. Cualquier intento de justificar semejante barbarie es ponerse del lado de los que violan los derechos humanos y abogar por un mundo más salvaje, en el que el más fuerte esté autorizado a realizar las mayores barbaridades. Matar civiles, bombardear escuelas y dejar morir por falta de medios sanitarios a niños y civiles inocentes no sólo es una respuesta desproporcionada al ataque de Hamás, sino que es una venganza ilícita, inhumana y despiadada a la agresión sufrida por los israelíes.
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