Morosidad y pederastia
Irlanda, un país de profunda tradición católica, parece decidido a plantarle cara al Vaticano. Después de cuatro demoledores informes acerca de los abusos sexuales ejercidos por los religiosos durante años en los niños que tenían a su cargo en instituciones católicas, el primer ministro Enda Kenny pronunció a finales de julio un duro alegato en el Parlamento contra la jerarquía de Roma. El Vaticano, desairado, se limitó a retirar al nuncio en Dublín. Ahora, el Gobierno irlandés ha dado una nueva vuelta de tuerca exigiendo a los obispos que paguen las indemnizaciones que aún no han desembolsado para resarcir a las decenas de víctimas de tantos años de atropellos, silencios y complicidades.
La factura total se eleva a 1.360 millones de euros, de la cual la Iglesia irlandesa solo debe pagar la mitad, dado que el Estado se comprometió en 2009 a aportar la otra mitad en virtud del encubrimiento oficial con el que contaron los pederastas religiosos. Pero los obispos han resultado malos pagadores y dos años después del acuerdo suscrito con el Ejecutivo solo han puesto sobre la mesa 300 millones de euros, la mayoría en bienes inmuebles de difícil salida, dada la crisis económica.
Los obispos solo han puesto en efectivo sobre la mesa 20,6 millones de euros y el Gobierno de Kenny se impacienta ante las disculpas huecas, pero también ante el impago. Reclamarle ahora, como ha hecho, a la otrora poderosa y onmipresente jerarquía católica el dinero que debe es el peor de los escenarios para una Iglesia que pierde feligreses a raudales.
De modo que a la crisis religiosa que comparte con la práctica totalidad de las conferencias episcopales del mundo se suma una crisis financiera a la que no está habituada.
El Gobierno irlandés ha convocado a 18 organizaciones religiosas para el próximo mes a fin de solventar este asunto. Solo dos han respondido. Pero tal como están las cosas no parece que su callada por respuesta vaya a ser aceptada tan fácilmente. La Iglesia posee multitud de bienes en Irlanda y controla el 90% de las escuelas primarias. Es fácil aventurar que su imperio se tambalea; tanto si se rasca el bolsillo como si no.
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