Atentados de ETA
¿Qué mentalidad puede tener alguien que decide entrar en ETA? Si la organización tuviese sólo unos días de historia podría albergar ilusiones respecto a su cometido, sus estrategias o sus opciones de victoria. Pero ETA lleva medio siglo de andadura. En este tiempo, más allá de sus planteamientos políticos antidemocráticos, la organización se ha dedicado básicamente a destrozar familias: huérfanos, viudas, mutilados, edificios destrozados... personas heridas para toda la vida.
Hoy más que nunca todos tenemos claro que ETA es, en lo esencial, una organización criminal. Nos lo dice su insistencia en el delito, a pesar del poco éxito cosechado respecto al objetivo final. Por eso veo en su testarudez ciertos rasgos de objetiva estupidez. Unos 800 presos dan fe de lo que espera a quienes entran en ETA.
Algunos, después de desperdiciar 10 o 15 años de su vida en la cárcel, han salido ya para comprobar que están a la misma distancia de su objetivo que cuando entraron en ella. Y a pesar de esta evidencia demoledora, siguen apareciendo jóvenes cuya conciencia no se opone a hacerle daño a otra persona, a mutilarla o a matarla. A conseguir que pase miedo.
Sabe que tendrá que matar o ayudar a otros a matar. Sabe que la única opción de que el País Vasco sea independiente pasa por el riguroso respeto a las mismas leyes que ellos desprecian. Y sabe que irá a la cárcel.
Puede incluso que lea esta carta, y cuando finalmente llegue a la cárcel se acuerde de ella. Que sepa entonces que no está allí por obligación, ni siquiera por opción. Está allí por estúpido, y porque de entre los cientos de vidas posibles eligió hacer daño a otros, no importa por qué motivo.- Pablo González Caballero. Madrid.
Cada vez duele más la muerte. Buscas adjetivos, condenas, argumentos racionales para lo irracional y no los encuentras. Cuando una ideología, una aspiración, un anhelo hay que defenderlo a sangre y fuego, existiendo canales legítimos para el descontento, la protesta, la lucha no violenta y legítima y no violenta, entonces hay que abandonar la ideología, la aspiración o el anhelo, por pura humanidad.
Pido a los vascos de bien que definan con absoluta claridad sus aspiraciones frente a los asesinos, de manera que se den por enterados de una vez para siempre que los que tienen las manos manchadas de sangre no representan más que a una minoría que no entenderá jamás de sentimientos ni de empatía, y que en consecuencia serán perseguidos hasta que dejen de matar.
Ya basta de reprochar a los de fuera que no entendemos. Los que no entienden son los que matan, y por eso matan. No vale con vestir de ideología y de nueces -señor Arzalluz- el asesinato alevoso y cobarde de seres humanos. Nadie que se llame persona puede entender -ni tampoco debiera tolerar- ese camino.
Que no nos vengan con víctimas, los que fueron y son victimarios. Que no nos vengan con derechos históricos, ni con quimeras. Nada de eso sirve frente a la vida, nada de eso puede jamás justificar la muerte, la extorsión e intimidación.
Todo eso deja de ser legítimo y debe avergonzar a los que reivindican la independencia si es matando. Algo debemos haber aprendido en 50 años de sangre y miedo. Ya vale.
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