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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

'Annus mirabilis'

La victoria de Carlos Sastre en el Tour culmina una temporada exultante del deporte español

El deporte es cada día más cosa de los muy jóvenes; los récords lo son también de precocidad, y aunque el ciclismo se resiste por la madurez que exige, igual lo acusa, como atestiguaba el año pasado la victoria de Alberto Contador en la ronda ciclista francesa. Pero no siempre. Un gran luchador, a los 33 años ya en la última fase de una carrera que ayer pasaba de notable a extraordinaria, ha ganado el Tour. Carlos Sastre y su máximo rival, el australiano Cadel Evans, de 31, dijeron este domingo desde los Campos Elíseos de París a una juventud con prisa: "Este año, no; este año, no". En 2009 ya se batirán presumiblemente el cobre Contador y la revelación de hogaño, el austriaco Bernhard Kohl, ambos de 26.

Y son ya tres las victorias de una tacada en la máxima prueba mundial por etapas: Óscar Pereiro en 2006; Contador en 2007; y ahora el veteranísimo campeón castellano. Si recordamos que el tenista mallorquín Rafael Nadal lleva cuatro años ganando en sucesión Roland Garros, se diría que Francia viene organizando grandes eventos deportivos sólo para que los gane España. Pareciera que estamos camino de reclamar en propiedad el prestigioso torneo tenístico y la prueba ciclista por antonomasia, la que se esfuerza año tras año, con actuaciones contundentes, por mantener la fe en el deporte de los pedales y expulsar de su seno a los ciclistas que se dopan.

Desde aquella victoria precursora de Federico Martín Bahamontes son ya 11 las veces que un español ha llegado vencedor a la capital francesa. Lo hicieron Luis Ocaña, en 1973; Perico Delgado, en 1988, y Miguel Indurain en cinco ocasiones consecutivas, entre 1991 y 1995. Tras la reanudación de la carrera después de la II Guerra Mundial, esos triunfos sólo ceden en número ante los de Francia, suman uno más que EE UU y abruman al resto del planeta del ciclismo. Nuestro último y escueto campeón, amartillado el éxito en su imponente subida por los farallones del Alpe d'Huez, hizo el sábado la contrarreloj de su vida, resignando apenas una tropilla de segundos a Evans, al que casi todos creían vencedor.

La monarquía filipina, ahíta de gloria en el mundo, proclamaba 1625 como su annus mirabilis. Este 2008, con la Eurocopa de fútbol, Roland Garros y Wimbledon, y el tercer Tour consecutivo, ya es, en la antesala de los Juegos de Pekín, el annus mirabilis del deporte español.

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