¿Por qué te ríes?
Un típico gran comienzo de un típico gran relato de la nada típica y gran Lorrie Moore: "Todas las películas de aquel año trataban sobre gente que tenía placas de metal en la cabeza...". Otro: "Harry vivía cerca de Times Square, encima de un tugurio de sexo que anunciaba 'chicas a veinticinco centavos'. Llevaba cinco años allí y jamás había entrado, hecho del que se sentía orgulloso. En la tierra de las perversiones, había mantenido la perversión del rechazo". Uno más: "La mujer de Dennis se había enamorado de un hombre que, según ella, parecía salido de un libro. Dennis olvidó preguntarle de cuál".
Todo esto para dejar bien claro que Lorrie Moore (Glens Falls, Nueva York, 1957) es, desde la primera línea, una escritora graciosa en el mejor sentido de la palabra: sonrisas demasiado parecidas a una mueca, risas que se preguntan por qué se están riendo. Así, para algunos, "Moore es demasiado divertida para su propio bien" y para muchos otros -me incluyo- Moore vendría a ser la formidable hija bastarda del irónico y depresivo y neurótico triángulo amoroso entre Dorothy Parker, Virginia Woolf y Jerry Seinfeld.
COMO LA VIDA MISMA
Lorrie Moore Traducción de Isabel Murillo Fort Salamandra. Barcelona, 2003 224 páginas. 12 euros
Lo que distingue del montón
a las agudezas de Moore es que funcionan más como una textura constante que por la ocasional y vulgar tentación de insertar una buena broma en una trama "en serio". Lo suyo son cosquillas, pero cosquillas en cámara lenta. A Moore le preocupa menos hacer reír que deshacer la risa: para ella el orgásmico estallido del humor no es tan importante ni divertido como los preliminares a la hora de hacer el humor.
En este sentido, los ocho excelentes relatos de Como la vida misma -donde destaca 'Además usted es feo', escogido por John Updike para su monumental antología The Best American Short Stories of the Century y por Richard Ford para Antología del cuento norteamericano, (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores)- son buena muestra de su arte, se ubican hasta ahora en el centro exacto de su obra, y marcan un punto de inflexión en su método. Aquí se deja de lado la ingeniosa maniobra formal de Autoayuda (su primer libro de 1985, donde se insistía una y otra vez en el "truco" de la segunda persona del singular y la jerga de manual de superación personal) y se evitan las piruetas experimentales de su novela Anagramas (Anagrama, 1986). Como la vida misma -publicado originalmente en 1990- inicia el camino más elegante y sutil hacia la nostálgica nouvelle de iniciación Who Will Run the Frog Hospital? (1994) y, por momentos, ya deja oír los cantos y aleteos del magistral Pájaros de América (de 1998 y, al igual que Autoayuda, en Salamandra) donde se incluye el tan duro como tierno y, dicen, autobiográfico 'Gente así es la única que hay por aquí: farfullar canónico en oncología pediátrica', tal vez el punto más alto en la carrera de esta escritora hasta la fecha.
En unos y otros, arriba y abajo, siempre, se mantienen las constantes vitales del mundo según Moore: mujeres y hombres al borde de casi todo preguntándose si no será mejor lo que aguarda al fondo del abismo. Mujeres y hombres que parecen pedir que se les hable cuando, en realidad, se mueren de ganas de que los escuchen. Mujeres y hombres que -para bien o para mal- descubren de golpe que "los que tienen miedo buscan oportunidades para ser valientes en el amor". Mujeres y hombres que jamás serían amigas o se acostarían con la insoportable Bridget Jones porque a veces, sí, es preferible llorar que reír. Y es tanto mejor llorar a solas que reír mal acompañados.
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