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El segundo hijo que pierde Amalia

Amalia pasó ayer todo el día de casa en casa. Pisó todas menos la suya, a la que no quiere volver porque ayer se tiñó de la sangre de su hija muerta. "Ay, dios mío, mi niña, mi compañera, mi apoyo, ¿quién me la va a devolver?", repetía. La visitaron las amigas, las compañeras de la residencia de ancianos en la que trabaja, sus hermanas, el padrastro de María Mercedes, un hombre colombiano que quería a la chica "como a su propia hija" y fue quien ayudó a traerla. El padre de la chica vive en Santo Domingo.

La mujer, a la que llaman Amarilis, caminaba a pasos cortos, apoyándose en todo el que se le acercaba, secándose las lágrimas con un pañuelo de tela blanca. A ratos lloraba por su niña, a ratos por el hijo que perdió cuando tenía 14 años, José Miguel. Murió hace tres años, en Santo Domingo, mientras se bañaba en un río. "Entró en el agua y ya no salió", contaba con los ojos en el vacío.

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Amalia tiene otros dos hijos, mayores de edad, que viven en su país. Se enteraron por teléfono de la muerte de la más pequeña. Los móviles de Amalia, de su hermana Lucía, de su amiga Janet no dejaron de sonar en todo el día. Avisaron a la hermana que vive en Holanda, a la que aún aguarda en Santo Domingo. Y a la que volvió como el rayo desde Málaga, donde se encontraba de vacaciones. Supuestamente, es al novio de ésta al que busca la policía.

"Que se pudra en la cárcel", soltó la hermana al llegar, mientras se abrazaban en el sofá. Fue ella quien le pidió que le dejara una habitación en la casa mientras él encontraba otro sitio a donde ir. La familia culpa al joven, que ayer estuvo desaparecido todo el día sin dar señales de vida. No volvió a la casa ni llamó por teléfono. No habían tenido problemas, ni discusiones, según la madre. Pero era el único que tenía llave de entrada de la casa que, presuntamente, no estaba forzada.

"¡Ay, dios mío, dios mío, que ésta sea una pesadilla!". Amalia vuelve a la letanía, a los lamentos. No quiere creerlo. Su hija, la estudiante brillante, la chica responsable, ya no está. "¡Que sea una pesadilla...!". Su hermana le pregunta si quiere que vaya a una farmacia a por algún tranquilizante. Le propone un baño relajante que le ayude a dormir. "No podré hacerlo", musita la mujer. "Mi niña ya no está".

Amalia, madre de la chica fallecida tras ser apuñalada en Madrid, intenta descansar en la casa de una de sus hermanas.
Amalia, madre de la chica fallecida tras ser apuñalada en Madrid, intenta descansar en la casa de una de sus hermanas.CARLOS ROSILLO

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