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Reportaje:libros

Del muro de Facebook a las páginas de los libros

Un grupo de autores veinteañeros irrumpe con fuerza en la escena literaria de Madrid. Publican, ganan premios y este fin de semana participan en el Festival Eñe

Sergio C. Fanjul

La literatura es una carrera de largo recorrido: mientras que en otras disciplinas, como las deportivas, hay un límite de edad y en otros oficios, una fecha de jubilación, un escritor puede ser escritor hasta el día de su muerte. Es habitual despuntar tarde: se cita como "jóvenes escritores" o "promesas" a autores que ya han pasado de los 40. Pero ahora surge con fuerza una remesa joven de verdad: chavales en la veintena, o ni siquiera, que publican, reciben premios, son arropados por editoriales independientes e invitados por festivales literarios como el Festival Eñe, que se celebra este fin de semana en el Círculo de Bellas Artes.

Aviso para navegantes: esta no es una de esas generaciones que tanto gustan (y disgustan) en el mundillo literario, sino una muestra de nuevas propuestas (o novísimas, como alguna vez y en otras circunstancias se dijo) y talentosos escritores jóvenes que no tienen por qué coincidir entre ellos en sus presupuestos estéticos, sensibilidades u objetivos, más allá de la coincidencia en su fecha de nacimiento.

Los que aquí se presentan son madrileños o residentes en Madrid, y han surgido en el fértil caldo de cultivo de la vida literaria de la capital. Precisamente en el Festival Eñe se celebra una mesa redonda esta noche titulada Con algo que decir. La generación de los noventa.

La cita, para fotografiarse y charlar de literatura, es en la librería Tipos Infames, Malasaña, que muestra especial interés en la edición independiente. "Vamos a analizar si existe una generación, en qué consiste, si el concepto está ligado a publicación de manifiestos, panfletos, o antologías, y en qué medida estas últimas tienen una función literaria, metaliteraria o puramente mercantil. Analizaremos si realmente hay una generación literaria y si realmente hay algo que decir, o si es una estructura que privilegia a los jóvenes por el hecho de ser jóvenes y no por esa producción espontánea o fresca que puedan ofrecer", explica Ernesto Castro (1990), que compartirá mesa con las poetas Odile L'Autremonde (1992) y María M. Bautista (1990). "Nos preguntaremos por qué estamos ahí nosotros, que hemos publicado bien poco o nada, en un festival como Eñe, y también sobre esa obsesión que existe ahora con la juventud, hasta en la literatura", añade L'Autremonde.

Les inquieta, por ejemplo, que Bautista haya sido invitada, como representante de la poesía más joven, a un encuentro televisivo con el veterano poeta Antonio Gamoneda (1931). "Hay un afán de etiquetar cronológicamente a la gente", opina la implicada, "¿no podían haber elegido a un poeta de 40 años en vez de llevarme a mí, que tengo 21?".

La mayoría son poetas. Incluso hay quien habla de "baby boom poético". Se entiende que la juventud sea propicia para el arrebato poético (Arthur Rimbaud había finiquitado sus obras completas a los 19 años), pero en este grupo también hay ensayistas -como Ernesto Castro, autor de Contra la posmodernidad, en Alpha Decay, o Quique Maestu (1989), interesado en temas políticos-, novelistas -como Julio Fuertes Tarín (1989), autor de La legendaria rebelión de los fumadores, en la editorial Papel de Fumar- o traductores y editores -como Elisabeth Falomir Archambault (1988), que trabaja para editoriales como Gadir, Melusina o La Galera-.

Los poetas Alberto Guirao, Bárbara Butragueño, Judith del Río, además de los ya citados anteriormente, han aparecido en el libro Tenían 20 años y estaban locos (La Bella Varsovia), antología de poesía joven titulada así por unos versos de Roberto Bolaño y promovida desde un blog por la escritora Luna Miguel (1990). Precisamente ella y el crítico y narrador Antonio J. Rodríguez (1987) -ambos publicaron la narración breve Exhumación en Alpha Decay y se acaban de mudar de Madrid a Barcelona- han actuado como aglutinante entre estos autores, que trabaron relaciones personales en reuniones celebradas en sus pisos de alquiler, en los eventos literarios que abundan en la capital o en los garitos nocturnos malasañeros. Si antes se entraba en la literatura acudiendo a las tertulias del Café Gijón, a su rancia solera, y siendo apadrinado por un literato veterano, ahora "es todo lo contrario, ahora jóvenes apadrinan a jóvenes", según apunta L'Autremonde. "La estructura de promoción social ha sido un poco trastocada", añade Castro, "con las redes sociales es todo más horizontal, aunque la actitud de la crítica más prestigiosa, la de los periódicos, sigue siendo algo paternalista".

Las redes sociales y los blogs, claro, tienen mucho que ver con esta florescencia. "Son la matriz de las relaciones entre nosotros. A comienzos del XX la relación entre jóvenes escritores era epistolar, pero la relación íntima que se establece mediante una carta no es la misma que en un perfil de Facebook, en el que el otro aparece en una noche de juerga. La redes sociales conectan y canalizan, crean relaciones más personales y afectivas, más allá de lo estrictamente literario", dice Castro. "Existen intereses comunes", dice Julio Fuertes Tarín, "cuando algunos de nosotros quedamos es para conocer gente nueva y vernos las caras más allá de Internet. Internet se refleja en la vida real". "Donde más lee poesía la gente joven es en Internet, más que en papel, no se puede comparar lo impreso con la cantidad de gente que se aproxima a un texto que está colgado en la Red", opina Bárbara Butragueño respecto a los blogs y páginas web. "Yo creo que hace falta una pequeña criba", opina Fuertes Tarín, "está bien que te acerques a una editorial y te digan: no, esto requiere más trabajo, esto no es trascendente, ni disiente, no supone nada. Hay un furor por publicar, pero eso no suma al texto".

Con todo, es cierto que hay editoriales que están apostando fuerte por las nuevas voces. "Con el surgimiento de sellos independientes hay más libertad para hacer las cosas", explica la editora Ana S. Pareja (1979), de Alpha Decay. "Antes, incluso estaba mal visto trabajar con gente joven, era algo poco serio. Pero ahora también los editores somos más jóvenes y entendemos otras sensibilidades. Rastreamos blogs o colaboraciones en revistas y muchas veces somos nosotros los que les proponemos publicar".

Elena Medel (1985), poeta y editora junto con Alejandra Vanessa (1981) de La Bella Varsovia, que cumple siete años, despuntó también jovencísima, en 2002, a los 16 años, con el poemario Mi primer bikini (DVD ediciones). Ahora, ya establecida, se preocupa por la poesía emergente: "Nos sentíamos cómodas tratando con nuevos autores, acompañándoles en ese proceso mágico que es la edición de su primer libro, y también observábamos que sellos más establecidos no se abrían a los nombres jóvenes sino que les cerraban sus puertas". Medel, por cierto, moderará la mesa de debate en el Festival Eñe.

Elizabeth Falomir vive la experiencia de ser una joven traductora y editora por cuenta ajena: "Con la multiplicación de estas pequeñas editoriales independientes, más que acudir a las grandes y tratar de meter la cabeza, lo excitante es lanzarte a buscarte la vida por tu cuenta y montar tu editorial, aunque yo aún no me lo planteo. Han salido muchas y no les ha salido mal. Probablemente en los próximos años habrá más gente con empuje e ideas nuevas que aporte al panorama de la edición savia nueva, a pesar de la incertidumbre de la espada de Damocles que supone la irrupción del libro digital".

Podría pensarse que la buena literatura tiene que ver con la experiencia, el espeso poso de los años, las múltiples lecturas, el arduo trabajo y el largo recorrido, y menos con la violenta explosión de la juventud. "Eso es cierto", dice Medel, "pero también que la buena literatura comprende el riesgo, la falta de miedo a equivocarse que permite la inexperiencia. Rasgos que suelen perderse con la edad, y que permanecen en los buenos jóvenes autores".

Nueve escritores de la nueva generación posan en el escaparate de la librería de Malasaña Tipos Infames. En un oficio en que se llaman jóvenes a autores de 40 años, irrumpe con fuerza una generación de veinteañeros. Se conocen y conviven en las redes sociales, pero dan el salto a los libros. Esta noche debaten en el Festival literario Eñe
Nueve escritores de la nueva generación posan en el escaparate de la librería de Malasaña Tipos Infames. En un oficio en que se llaman jóvenes a autores de 40 años, irrumpe con fuerza una generación de veinteañeros. Se conocen y conviven en las redes sociales, pero dan el salto a los libros. Esta noche debaten en el Festival literario EñeSAMUEL SÁNCHEZ

Festival Eñe

El Festival Eñe es una fiesta literaria que nace de la revista Eñe y que cumple cinco ediciones, tres de ellas en Madrid. Si en los festivales musicales los músicos tocan y rompen guitarras, en los literarios los escritores no escriben: leen y sobre todo hablan, debaten, le dan la vuelta a las palabras y las rompen. Desde ayer y hasta mañana, en el Círculo de Bellas Artes (Alcalá, 42), lo más granado de la literatura contemporánea se da cita para, taller, mesa redonda o lectura mediante, poner palabra sobre palabra. Estarán Antonio Gamoneda, Agustín Fernández Mallo, Andrés Trapiello, Manuel Vicent, Francisco Calvo Serraller, Álvaro Pombo, Belén Gopegui, Jesús Ferrero, Esther Tusquets, José Manuel Caballero Bonald, Manuel Rivas, Luis Alberto de Cuenca, Félix de Azúa, Carlos Pardo o Jorge Volpi... La lista está bien nutrida: puede comprobarse en www.revistaparaleer.com.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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