La inversión a medias
En un país donde el espectáculo circense estándar es una suma de números sin hilván, bueno es que el Price, excepción de titularidad pública en el mar de circos de iniciativa privada, se embarque en una producción anual como Crece, que intenta darle a la pista un pellizco teatral.
Para ello, en coproducción con Carampa, la escuela de circo de Madrid, el Price contrata cada año a un director artístico con trayectoria que selecciona a una docena larga de jóvenes talentos recién egresados de escuelas de todo el mundo, y pone a su disposición durante un mes las flamantes instalaciones de la casa y su personal técnico. Poco tiempo es ese para cuajar un montaje de esta índole. Para que se hagan una idea, la productora canadiense Les 7 Doigts de la Main ensaya unos cinco meses antes de estrenar espectáculos hechos con premisas similares.
CRECE v.20.11
Director: Roberto Oliván. Luces: Juan Carlos Menor. Música: Laurent Delforge. Circo Price. Del 21 de septiembre al 2 de octubre.
Como los de ediciones anteriores, este Crece v.20.11 debe de ser juzgado como boceto antes que como cuadro. Su obertura tiene potencia dramática: un foco colgado de un cable barre la pista de lado a lado mientras el micro que lleva incorporado amplifica ráfagas de soliloquios de los intérpretes, tumbados debajo. Después, una chica encaramada a un mástil nos cuenta cómo se ve la vida desde un sexto piso, se cuelga de la lámpara y desaparece en la penumbra. Al hacerse la luz, la pista, cruzada por cinco sogas largas, es un mandala constructivista creado por Alexis Rouvre, domador de objetos.
La vida desde lo alto
Dos parejas hacen acrobacia sobre suelo y equilibrios mano a mano. Al rato, sobre sus evoluciones se solapan las de dos chicas que comparten trapecio: ambos números se superponen, se alternan y desembocan el uno en el otro fluidamente. Roberto Oliván, coreógrafo en labores de director, liga estas transiciones como una buena salsa, del modo más sencillo e imaginativo. Luego, la falta de tiempo de investigación y puesta en común empieza a acusarse en forma de escenas dilatadas y transiciones solucionadas de aquella manera. El gigantesco espacio del Price tampoco arropa ciertos números, que en otro más íntimo despertarían mayor empatía. La atmósfera musical creada por Laurent Delforge tiene empaque, pero imprime un carácter hosco también en momentos en los que mejor debiera plegarse a lo que sucede en la pista.
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