La familia Lee murió intoxicada
La Guardia Civil no descarta que padecieran una enfermedad - La policía acudió a la casa un mes después de que los niños faltaran a claseLos supervivientes estaban tendidos en un colchón con sus familiares muertos
Una intoxicación alimentaria. Ése es el motivo más probable por el que murieron tres de los siete miembros de una familia taiwanesa, los Lee, que fueron localizados el jueves en su domicilio de San Martín de Valdeiglesias (Madrid). Así lo aseguró ayer la Guardia Civil, que, hechas las autopsias pero a falta de los informes toxicológicos, ya baraja esta hipótesis como la más factible. Aunque tampoco descarta que padecieran una enfermedad. Los conocidos de la familia Lee cuentan que todos los miembros de ésta eran veganos (no comen productos animales ni los derivados de éstos).
Los tres hijos de la familia que quedan vivos, de 14, 11 y 6 años, fueron ayer dados de alta en el hospital de Alcorcón y puestos bajo tutela de la Comunidad de Madrid. Según el alcalde del municipio (8.000 habitantes), Pablo Martín Cabezuela, los críos, que "fueron encontrados en un estado de abandono, faltos de higiene y con las uñas muy largas", no están intoxicados y se encuentran en buen estado de salud. Permanecen en una residencia de menores del Gobierno regional. En cambio, la madre, S. F. C., de 44 años, continúa ingresada en estado de shock y recibe atención psiquiátrica.
"La niña afirmó que el médico les dijo que no salieran", asegura el alcalde
El padre fue el primero en morir, hace poco más de una semana
La policía encontró a la familia anteayer por la tarde, gracias a la búsqueda motivada por la ausencia de los niños al colegio desde mediados de noviembre. El hallazgo fue macabro: en el salón yacían en el mismo colchón el padre y los dos niños muertos (según la Guardia Civil el padre fue el primero en morir, hace al menos ocho días) junto con los otros tres hijos y la madre.
"La niña dijo que les había visitado el médico (un supuesto curandero) y les había dicho que no saliesen de casa y se tomaran la medicina", relató el alcalde. Este testimonio ha alentado a la Guardia Civil a seguir buscando la pista de este supuesto sanador, aunque sin resultados por el momento. Tanto los agentes como el alcalde y la delegada del Gobierno, Amparo Valcarce, han descartado que el suceso esté relacionado con rituales religiosos o de brujería. El regidor puntualizó que los Lee eran tradicionales y religiosos y solían utilizar la medicina tradicional china. Para Valcarce lo ocurrido es "un drama enorme, y se inscribe en los grandes misterios de la mente humana".
Pese a que los responsables escolares reaccionaron ante la ausencia de los niños (llamaron reiteradamente a la casa) y a que se cumplió el protocolo regional contra el absentismo, las gestiones para encontrarlos se demoraron dos meses. Sólo al cabo de cuatro semanas se presentó por primera vez la Policía Local en la casa (el protocolo contra el absentismo no marca plazos). Y eso a pesar de que en este municipio algunos vecinos sí pudieron ver a algunos miembros de la familia Lee entrando y saliendo de la casa en varias ocasiones, según admiten fuentes municipales.
El primero de los cinco hijos que comenzó a faltar al colegio fue el penúltimo de la saga de los Lee, el de seis años, que no acudía al aula desde el pasado 10 de noviembre. Dos días más tarde dejó de ir su hermano de nueve años, uno de los fallecidos.
El día 16 del mismo mes se ausentó la hermana, de 11, y finalmente, el día 20, se echó en falta en el instituto a la mayor de los hermanos, que, según sus compañeras de clase, se encargaba del cuidado de sus hermanos. El otro niño fallecido, de cuatro años, asistía a un colegio en Alcorcón. "Pensábamos que sería la gripe A, pero cuando ya faltaba demasiado mi profe llamaba a su madre sin recibir respuesta, y yo misma fui a su casa a llevarle los deberes, pero nadie me abrió", relataba una compañera de pupitre de la mayor de los Lee.Cuando los Lee dejaron de asistir a clase, el protocolo de absentismo escolar se puso en marcha. En varias ocasiones agentes municipales visitaron la casa de los taiwaneses (hasta cuatro veces). Llamaron a su timbre, que ni siquiera sabían si funcionaba porque no se oía desde el otro lado de la valla de la parcela. Pero nada.
Tras intentar contactar, sin éxito, con los Lee, una trabajadora de asuntos sociales advirtió a los vecinos de que alertaran a la policía si veían a la familia taiwanesa. Pocos días después, dos agentes se volvieron a personar en el domicilio. "Mi padre no está en casa. Está buscando trabajo", respondió la mayor de las hijas cuando los policías, que saltaron la valla del jardín, le preguntaron por sus mayores. Tras observar el abandono de la niña, reclamaron la presencia de la madre, quien se presentó con aspecto frágil y apoyada sobre un paraguas y les indicó a los agentes que se fueran, que se podían contagiar de una supuesta enfermedad.
Una hora después, los policías regresaron con una orden judicial para inspeccionar la casa. Los agentes sacaron a la madre y a dos niñas tumbadas sobre un viejo colchón tirado en medio del salón. El mobiliario sólo lo componía una mesa desordenada sobre la que había una tarta con moho y unas lamparillas gastadas. Ni rastro de sillas, sólo un pequeño hornillo. Los servicios de emergencias comenzaron a sacar a las niñas de casa cuando la mayor dijo: "Por favor, tengan cuidado con mi padre que está malito".
Entonces, regresaron al salón y hallaron la macabra imagen: En el mismo colchón donde habían rescatado a la madre y las hijas se hallaban, bajo mantas, los cuerpos sin vida del padre y otros dos hermanos.
Una trabajadora de Protección Civil recuerda como todos los servicios de emergencias contemplaron atónitos como los hijos supervivientes hablaban de los fallecidos como si estuviesen enfermos, pidiéndoles insistentemente que fueran cuidadosos al recogerles. La hija mayor llegó a relatar en algún momento que un médico (un supuesto curandero) les había ordenado permanecer en casa y tomarse la medicina. No precisó en qué consistía el fármaco.
Uno de los pequeños fallecidos, el penúltimo de seis años, no acudía al colegio desde el pasado noviembre. Poco después dejó de ir su hermano mayor, de nueve años, otro de los fallecidos. "Ese chico dejaba a toda la clase impresionada con los juegos de papiroflexia que sabía hacer", cuenta la madre de uno de los compañeros del crío. "Ahora los chicos están muy tristes por la noticia", remarca.
Los niños de esta familia taiwanesa eran introvertidos e inteligentes, según los tutores. Y. J. L. "apenas se relacionaba con los compañeros", recuerda uno de sus antiguos profesores, "pero como les pasa a otros chicos. No es el primer caso que veo", añade. En lo que coinciden todos los educadores es que los niños tenían una capacidad intelectual brillante. "El expediente académico de los chicos era excelente, y su integración también", dice la directora de colegio de los Virgen de las Nieves en San Martín de Valdeiglesias.
La familia Lee se relacionaban con otras familias españolas. "Visité su casa en septiembre para ir a cenar porque nuestras madres eran amigas", dice otra compañera de instituto de Y. J. L. "Estaba todo limpio y tenían una habitación muy bonita con letras chinas", recuerda. Los Lee estaban integrados en San Martín de Valdeiglesias. Por eso el pueblo está conmocionado por el suceso.
Cronología de una tragedia
- 10 de noviembre de 2009. Deja de asistir al colegio uno de los hijos, de 6 años.
- Entre los días 12 y 20 dejan de ir a clase otros tres hijos (9, 11 y 14 años). Los responsables escolares telefonean varias veces sin éxito al domicilio. Avisan al Ayuntamiento.
- 4 de diciembre. El Ayuntamiento envía una carta certificada a la familia. No la recoge.
- 17 de diciembre. Se reúne la mesa local de educación para abordar el absentismo de los niños taiwaneses.
- 21 de diciembre. La policía local acude por primera vez a la casa. Nadie les abre. Luego se descubrirá que el timbre está roto. Vuelve otras tres veces hasta el día 29. Los vecinos dicen haber visto salir y entrar a la madre y una hija.
- 31 de diciembre. La policía local emite un informe.
- Entre el 3 y el 8 de enero fallece el padre.
- 4 de enero de 2010. El Ayuntamiento recibe el informe de sus agentes y avisa a los servicios sociales de la mancomunidad de municipios.
- 8 de enero. Va a la casa una trabajadora social. No le abren. Alerta a la técnica municipal de educación, que pide a los vecinos que avisen si ven a la familia.
- 14 de enero. Un vecino avisa de que ha visto a la madre con una hija. A las 13.40 llega la policía local y los servicios sociales. A las 15.54 se descubren los cadáveres del padre y dos hijos, tendidos junto a los miembros vivos de la familia
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