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Reportaje:SI LOS EDIFICIOS HABLASEN

Un elefante para animar el Ateneo

La institución convoca un concurso de ideas para seducir a un público nuevo

Patricia Gosálvez

Para entrar en el Ateneo hay que cruzar tres puertas, subir dos tramos de escaleras y saltar por encima de un prejuicio: Esta es una institución arcaica. Viejuna, como se dice ahora. Para salvar los obstáculos, tanto físicos como psicológicos, que lo alejan del público -sobre todo del público joven- el Ateneo de Madrid, a la vanguardia desde hace 175 años, se ha sacado un elefante de la chistera. Esta será decimonónica, pero el elefante es rosa.

"El hall no invita a entrar, hay una barrera emocional entre la calle y la actividad vibrante de esta casa que organiza unos 70 eventos al mes", explica el secretario primero del Ateneo, Carlos García, en el vestíbulo de Prado, 21. Es angosto y oscuro, escalera de mármol y techo altísimo. La estrecha fachada del edificio no anuncia lo que uno encuentra dentro (un precioso salón de actos o la biblioteca más bonita de Madrid). Por ello, los ateneístas convocaron un concurso de ideas bautizado Enter Ateneo. "Querían algo fresco que crease un vínculo entre la calle y el edificio", explica Javier Olivar, de Opengap, la agencia que organizó el concurso. Las bases: el presupuesto tenía que ser bajo y el proyecto reversible, ya que el edificio está protegido.

"Usted todavía no lo sabe pero ya está dentro", es el lema del proyecto ganador

Llegaron 145 proyectos de 35 países entre los que hay de todo. Uno propone crear un escenario en la base de la escalera, otro proyectar cine en las paredes y que la gente se siente en los escalones con almohadillas taurinas. Entre las propuestas abundan materiales como las telas, el cartón o las cuerdas, poco invasivos y fáciles de retirar. Por lo mismo, hay muchos que giran en torno a la iluminación: neones, proyecciones, lámparas con forma de mariposa... Los más atrevidos transforman completamente el espacio abriendo lucernarios o creando pisos extra para alojar locutorios de Internet o bibliotecas colgantes (www.opengap.net).

El ganador, obra de Atelier Paipái (formado por las jóvenes hermanas Vilaplana de Miguel y Blanca Lora) saca el programa del Ateneo a la calle. Un código de luces de colores en la puerta anuncia al viandante lo que sucede en el interior. Su lema es "usted todavía no lo sabe pero ya está dentro". Es el proyecto que más dialoga con el pasado de la casa. Las bombillas están colocadas en los huecos de la rejería que quedaron cuando, en el Franquismo, se retiraron unas estrellas decorativas consideradas masónicas. Esas estrellas se recuperan también, ingeniosamente rotas, en la decoración del vestíbulo, donde se recrea el tramo de la escalera desaparecido en una reforma de los años cincuenta. La idea tiene un ramalazo literario: sus misteriosas formas y fosforescencias remiten a los Shandy, una sociedad secreta ficticia creada por Enrique Vila Matas que recuerda a los masones.

Más fácil de explicar es el proyecto de Gonzalo Pardo y Marta López, que quedó segundo. Consiste básicamente en colocar en medio del recibidor un enorme elefante de malla metálica rosa. Se titula Ceci n'est pas un éléphant por el cuadro de la pipa de Magritte y juega con la frontera entre la realidad y la ilusión ("es de aire").

Arriba, proyecto de Gonzalo Pardo y Marta López para el vestíbulo.
Arriba, proyecto de Gonzalo Pardo y Marta López para el vestíbulo.
Grabado de 1884 de la revista <i>La ilustración española</i>.
Grabado de 1884 de la revista La ilustración española.
Proyecto para la fachada del Ateneo del estudio Atelier Paipai.
Proyecto para la fachada del Ateneo del estudio Atelier Paipai.

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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