Un edificio en Centro, 'okupado' para familias desahuciadas
Los indignados entran en un bloque vacío con 18 viviendas
Cristina está hecha polvo pero Paco es unas castañuelas. Ella, de 42 años, madre separada de una adolescente, está a punto de perder la casa en la que ha vivido los últimos 14 años. Es del Instituto de la Vivienda de Madrid, que la va a desahuciar por las deudas que acumula. Su desalojo es inminente. Él, de 47 años, se califica de "buscavidas" y en los últimos cinco meses ha liderado la ocupación de cinco edificios, uno de ellos un chalé en primera línea de playa. "Soy un okupa deluxe", dice.
En estos momentos, Paco está echando un cigarrito cedido por un transeúnte ("¿un cigarrito para los okupas?", pide con desparpajo, y en 10 minutos saca cinco pitillos). No ha dormido, pero está pletórico. La noche anterior anunciaron la ocupación del edificio del número 33 de la calle Corredera Baja de San Pablo, en Malasaña, el segundo que ayuda a ocupar para los indignados y su proyecto Oficina de la Vivienda, que pretende dar alojamiento a los desahuciados y en general a quienes se quedan sin techo.
El edificio, en la Corredera Baja de San Pablo, pertenece a La Caixa
En realidad el edificio lo ocuparon el jueves, pero esperaron las 72 horas de rigor (el plazo en el que la policía puede intervenir sin que conste denuncia) para anunciarlo. Jaimillo, un okupa de 18 años con rastas como pinchos de puercoespín, fue quien "encontró" el edificio, de cuatro plantas, con ascensor, una bonita escalera de madera y sensores de movimiento que encienden al paso la luz del portal y las distintas plantas.
Según Jaimillo, la puerta estaba abierta. El edificio pertenece ahora a La Caixa, que se lo ha confiscado a un promotor que debe a la entidad los 12 millones de euros que le prestó para su construcción. Esto último lo cuenta Miguel, involucrado con el 15-M desde hace dos meses, cuando se quedó en el paro, y que también está pletórico. "¡Qué pasada!", dice mirando los pisos, de unos 50 metros, con vitrocerámica, calefacción y tarima flotante.
El de Cristina (nombre ficticio) de momento está casi vacío, apenas su saco de dormir, una mochila y una flor. "Esto para nosotras es un palacio". Si todo sigue así (es decir, si no les desaloja la policía), en unos días vendrá su hija. Cristina decidió pedir ayuda a los indignados tras ver en la tele un reportaje del hotel Madrid, el primer edificio que ocuparon hace ya un mes. "Son los únicos que me han tratado bien", dice, visiblemente emocionada. "Está todavía como en una nube", aclara Paco. En total, hay 18 pisos. De ellos, 16 son para familias sin techo. Uno, para los okupas que les están ayudando en esta experiencia nueva para ellos (les van a poner agua y les han conseguido bombillas). El último es para Jaimillo: "¡Hombre, para eso lo encontré yo!". Ni Miguel, ni Paco, ni Jaimillo ni Cristina votaron en las elecciones de ayer.
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