El curioso negocio del juez de paz
Un empleado público de Cabanillas del Campo, un pueblo de Guadalajara, oficiaba bodas de forma irregular por toda la región y cobraba por ello
Los manteles estaban decorados con ribetes dorados. Las flores, frescas, se iban a cortar el mismo día de la ceremonia. La novia se empeñó en que hubiese un espacio chill out para que los invitados "se quitaran el estrés". "Pero lo más exótico, sin duda, es que casándonos en una finca de las afueras de Madrid el que la oficiase fuese un juez de paz de Cabanillas del Campo, un pueblecito de Guadalajara en el que no había estado en mi vida. ¡Nos lo habían recomendado!", cuenta un novio que se casó el año pasado y que teme ahora que se declare nulo su enlace. Le da pavor tener que empezar de nuevo todos los trámites.
Ahora que queda poco para que llegue el buen tiempo, los foros de bodas echan humo. "Me quiero casar por lo civil el día que besé a mi chico por primera vez, pero cae en domingo. Pero no en el ayuntamiento ni en el juzgado: yo quiero que me casen en el jardín donde lo celebro. (...) Contestadme, estoy muy preocupada", escribe con desazón una usuaria. La respuesta de los internautas es unánime: contacta con el juez de paz de Cabanillas del Campo, Luis Alcázar, que lleva en el cargo desde 1976.
Las cantidades variaban según el sitio al que se desplazara
"Me costó 250 euros", cuenta uno de los contrayentes en Cabanillas
Las bodas que requieren mucha parafernalia se suelen oficiar en fincas muy cotizadas los fines de semana. Un momento y un lugar inoportuno para concejales y alcaldes, que son los que también tienen potestad. La gente dispuesta a casar, sea la hora que sea, está muy cotizada. Las empresas que organizan eventos, obsesionadas con ofrecer todas las facilidades del mundo a las casaderos, buscan por todos los medios quien les facilite el trabajo. Uno de esos personas era Luis Alcázar.
La Fiscalía de Móstoles ha estado investigando a Alcázar, imputado, por haber casado supuestamente a decenas de parejas por toda la Comunidad de Madrid, lo que excede su jurisdicción. El fiscal ha tomado declaración a una docena de matrimonios y organizadores que están implicados en el asunto. Los enlaces que se efecturaron de esta forma podrían llegar a ser declarados nulos. El juez de paz, una figura encargada de ayudar al ciudadano en los municipios donde no hay juzgados de primera instancia, está siendo investigado también por haber cobrado por ello. Las cantidades variaban dependiendo del lugar al que se desplazara. Al tratarse de un aforado por su trabajo en los juzgados, el caso ha pasado a manos de la Fiscalía de Guadalajara, según puntualizaron fuentes judiales.
Alcázar, de baja actualmente por enfermedad, había contactado con un buen número de empresas que se encargan de organizar bodas en la capital. "De este tema no se absolutamente nada. He tenido problemas físicos y he estado centrado en otros asuntos", dice por teléfono Alcázar, que remite a su abogado, Javier Lozoya, para tratar el tema.
Las empresas organizadoras de eventos han recurrido con asiduidad a él, a pesar de que sabían que actuaba fuera de su territorio."Nosotros nos ocupamos de todo: flores, banquete, maquillaje, peluquería, traslados... lo que sea. También el papeleo, que es un engorro. Un día nos llama este señor para ofrecerse. Nos extraña que viniese desde tan lejos, pero entendíamos que era legal lo que hacía. Algunas parejas iban a su pueblo a firmar y otras lo hacían en el lugar del enlace", cuenta una representante de una de las muchas empresas con las que el juez de paz trabajó. La mujer dio su versión en los juzgados de Móstoles. Alcázar ofició bodas en muchos lugares pero uno de los sitios más exclusivos donde lo hizo fue en la finca La Chopera, situada a las afueras de Villaciosa de Odón. La última de ellas, el 18 se septiembre a una pareja de treintañeros del pueblo del suroeste de Madrid.
La investigación penal abierta contra Alcázar surgió a raíz de la denuncia ante la Guardia Civil de otra juez de paz que sospechaba que el hombre estaba cometiendo irregularidades. De salud quebradiza, quienes le conocen definen al juez de paz como un "buen hombre", en el cargo desde hace más de 30 años, que firmaba las actas en su pueblo, donde les casaba legalmente, y después iba a Madrid a "hacer el paripé". Como ocurre cada vez en más bodas, la pareja contrae matrimonio antes o después de forma legal. Para la ceremonia utilizan un actor que interpreta un papel. El detalle de que se trata de una mera interpretación a veces solo lo saben los cónyuges o en todo caso los más cercanos a ellos. Queda por dilucidar si Alcázar se limitaba a ejercer ese papel o, por el contrario, firmaba las actas en el mismo lugar del enlace después de haber acordado un precio, algo totalmente irregular. "Te sale por un pico", resume uno de los contrayentes en el foro de bodas cuando habla de solicitar el trámite en los juzgados de Cabanillas del Campo. "Me costó 250 euros", añade otro a la discusión.
Ahora los enlaces podrían declararse nulos. Lo que Alcázar unió (¿por dinero?), la justicia se empeña en separarlo.
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