Los bomberos tardan siete horas en secar la charca de La Cañada
El poblado chabolista emerge con toneladas de basura tras cuatro días sumergido
La bomba, que parece una cucaracha roja semisumergida, se atranca cada dos por tres. Entonces, hay que volver a empezar. "Limpiarla y ponerla en marcha", explica un bombero municipal sentado en cuclillas sobre un montículo de tierra. Eso es porque hay mucho fango. También hay ratas muertas y objetos diversos. Cuatro días después de la tromba de agua que inundó, entre otros lugares, el extremo más alto de la Cañada Real Galiana, un enclave de chabolas entre autopistas conocido como El Gallinero donde viven desde hace años más de cien familias, los funcionarios municipales han recibido la orden de drenar una de las dos enormes lagunas que cercan el asentamiento. Llegaron a las nueve de la mañana y terminaron siete horas después. El miércoles hubo un amago de comenzar esta tarea. Pero al final no se hizo.
"Se empezó el primer día después de la lluvia", objetan fuentes municipales. Los bomberos estuvieron entonces, pero según los testigos sólo en la zona que linda con la carretera de Valencia. Durante tres días el agua estancada, en la que ayer jugueteaban, chapoteaban y se bañaban algunos niños desnudos, ha permanecido embalsada y sin que nadie moviese un dedo. "Hemos venido cuando nos han llamado", comenta uno de los encargados de vaciar las balsas. En realidad sólo una de ellas, la que está en el corazón del poblado.
Los hombres, sentados en un sofá desvencijado en uno de los caminos embarrados del poblado, piden leche y colchones. Las mujeres, pañales. Los servicios sociales han visitado durante toda la semana el asentamiento, pero según sus moradores "no han traído nada".
Un extremo que confirma el Ayuntamiento, pero precisando que lo que se les ofreció fue abandonar el lugar y refugiarse en un campamento limpio y reglado en Fuencarral. Los responsables sociales fueron abucheados desde el primer día en que visitaron el lugar para ayudar a la evacuación. "Creen que les vamos a pedir papeles y cosas así", cuenta una fuente municipal. "Cosa que, está claro, no es nuestra tarea", insiste esa fuente.
Cerca de 140 personas aceptaron la idea de trasladarse al campamento el pasado martes. Pero la mayoría ya ha regresado a sus chabolas. Aún así, tres de estas viviendas siguen sumergidas bajo el agua. "No les gusta tener que adaptarse a algunas normas", indica un responsable de estos servicios.
La visión municipal sobre la concentración chabolista, calificada ayer como "un tema muy grave y serio" por parte del alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, es la de que una política asistencial indiscriminada contribuiría a "cronificar el problema".
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