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Entrevista:FERRÁN BARENBLIT | Director del CA2M

"Retamos a toda la ciudad a salir de la almendra central"

Patricia Ortega Dolz

Ferrán Barenblit (Buenos Aires, 1968) vive en un combate perpetuo con una tesis propia: "Una institución es tan poderosa como el precio del metro cuadrado que ocupa". El Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M), que inauguró la Comunidad de Madrid con la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de Madrid (1808) y que él dirige desde hace justamente un año, está en Móstoles (unos 2.300 euros el metro cuadrado): "A 23 minutos de Madrid desde la estación de Embajadores", puede leerse en todos los folletos de publicidad. Son, así de entrada, dos distancias las que tiene que salvar en su escalada de este K-2: por un lado la física (los 18 kilómetros que separan el centro de la capital de esta ciudad del sur), y por otro lado la artística, que tiene que ver con ese espacio indefinido que separa el arte contemporáneo del público y que remite siempre a la misma cuestión: "Pero... ¿esto es arte?". Para acometer esta empresa con éxito, la Comunidad de Madrid le ha dado un presupuesto de dos millones de euros anuales, aunque sólo la mitad va destinada a la actividad del centro.

"Una institución es tan poderosa como el precio del suelo que ocupa"

Pregunta. ¿Qué se ve desde la cima de este K-2?

Respuesta. Se ve otro Madrid, el que por el hecho de existir reta a toda una ciudad a salir de su almendra central; se ve un concepto de ciudad reconcentrado en un kilómetro cuadrado frente a otras capitales (París, Berlín y, en el extremo, Los Ángeles...) en las que le gente se siente orgullosa de tener que desplazarse en coche porque son grandes; se ven las infraestructuras (vías de tren, autopistas y metro) pero falta la asimilación de esos caminos como parte de una gran metrópoli.

P. ¿Y qué nos debe impulsar a coger esos trenes, autobuses y metros?

R. Pues el no querer perderse un lugar de encuentro entre el arte y la creación más reciente, un centro que no es sólo un museo con una colección propia (la de Arte Contemporáneo de la Comunidad), sino un lugar que pretende impulsar y descubrir artistas (como ahora a Cristina Lucas) y nuevas formas de producción de arte; que está dispuesto a cuestionar la realidad y cuestionarse, con talleres y actividades; que apuesta por la crítica a todos los niveles; que asume el estar en la periferia, no sólo como un reto, sino como un activo. Un sitio con un programa educativo que se inició ya el año pasado con un curso que tuvimos que cerrar porque se apuntaron de pronto 70 personas que venían hasta de Alcobendas.

P. ¿Y qué curso era ése?

R. Se llama Pero... ¿esto es arte?, y busca precisamente acercar lenguajes que permitan mejor comunicación y entendimiento entre las obras, los autores y los espectadores.

P. Y si no queremos ir a ningún curso...

R. Pues, por ejemplo, quien no venga a ver Auto. Sueño y materia (del 9 de octubre al 10 de enero) se perderá toda una explicación del arte contemporáneo a través del automóvil, el objeto que ha formateado el siglo XX desde que Ford inventara la cadena de producción. O el que no venga en enero a ver la muestra dedicada a Sonic Youth [banda punk americana de principios de los ochenta], Sensational Fix. Sonic Youth, se perderá la posibilidad de entender cómo surge la contracultura y cómo el arte no es algo acotado, sino que nace junto a otras manifestaciones artísticas (música, vídeo...), y que, efectivamente, puede ser complejo pero no complicado.

P. Sesenta mil...

R. Sí, ése es el número de usuarios que hemos tenido este año.

P. Son muchos, pocos... ¿Cuál es el perfil?

R. Pues tenemos un público dividido al 50%. Está el consumidor habitual de arte contemporáneo y el usuario que proviene de entre ese millón de personas que viven alrededor de la línea 12 del metro. Necesitamos más tiempo y visibilidad para que el centro forme parte del imaginario del conjunto de los ciudadanos.

P. ¿Qué balance hace entonces de este año?

R. Ha servido para poner en marcha la maquinaria, tener una programación sólida esta primera temporada y crear los principios de su desarrollo en el futuro.

P. ¿Y hacia dónde apunta?

R. Lo que me interesa del arte es su posibilidad de entrar en diálogo con la realidad, a través de la ironía, la crítica a la propia institución y el trabajo educativo. Tenemos que hacer un centro extremadamente permeable. Pienso ya en una muestra colectiva que ocupe todo el centro y hable del presente.

P. Viniendo del Centro Santa Mónica, ¿cuáles son las diferencias que ha encontrado entre Barcelona y Madrid?

R. En Barcelona la preocupación se centra en el arte conceptual y en Madrid se interrogan por el símbolo y la representación. En Barcelona, los temas tienen que ver con el trabajo, la economía, los procesos de trabajo; en Madrid, el arte se interroga por el poder. Hasta hay un colectivo que se llama Democracia.

CA2M. Avenida de la Constitución, 23-25. Móstoles. (Renfe: Móstoles C5. Metrosur: Móstoles Centro, Pradillo. Autobuses: L1, L2, 519, 520, 521, 525, 526, 527).

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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