Porno en un polígono de Humanes
El Festival Internacional de Cine Erótico de Barcelona se traslada este año a una zona industrial de Madrid mal comunicada
"Están en medio de la nada, dudo que encuentre un taxi para volver". La predicción del taxista pone sobre aviso a Enric Jungbauer, responsable de Mooovil, una de las primeras empresas de porno para el teléfono móvil de España. La advertencia la hace frente a la discoteca Fabrik, en la avenida de la Industria de la localidad de Humanes. Allí, en pleno polígono industrial -talleres, tiendas de neumáticos y clubes de carretera- se celebra desde el jueves y hasta hoy el Festival Internacional de Cine Erótico de Barcelona (FICEB). Sí, de Barcelona, pero en Madrid, "donde se están incorporando las nuevas tecnologías, frente a la industria del porno tradicional, afincada en Barcelona", explica el director del FICEB, Juli Simón.
"Me han pedido acreditaciones cinco alcaldes", dice el director
"No entiendo por qué se ha mudado", plantea Robin Reid, actor porno de 29 años. Reid, como la mayoría de productores, intérpretes y directores del sector, vive en Barcelona, donde se celebraba el FICEB desde 1993.
La discoteca Fabrik, típico garito poligonero, escupe electro. Dos strippers se desnudan y bailan sobre el escenario. Alrededor, un reguero de expositores de juguetes eróticos, DVD, lencería y revistas tientan al visitante. Hay de todo: jóvenes y mayores, hombres y mujeres. Es jueves, primer día del evento, y el partido entre Rusia y España ha vaciado el recinto. Según datos de la organización, ese día acudieron unas 2.000 personas.
"En 10 años, lo que más ha cambiado es el perfil del visitante", asegura Simón. "Cuando cogí el festival, su público era muy estereotipado: hombre de entre 30 y 35 años, que venía solo y muy fanático del porno. Uno de nuestros objetivos fue la normalización, así que nos planteamos convertir el festival en una ventana a este mundo, para curiosos y aficionados. Y funcionó: empezó a venir gente de todas las edades, todos los sexos y niveles sociales. Ahora el perfil refleja a la sociedad: inmigrantes, mujeres solas o acompañadas, estudiantes -siempre mayores de edad-, obreros y empresarios. Hasta políticos: hoy me pedían acreditación cinco alcaldes de la provincia".
Dos amigas madrileñas, Isiria Gallardo, de 35 años, y Osiris Martínez, de 22, descansan antes de ir a ver a grupos como Dirty Princess. "Es la primera vez que venimos al festival. Nos han gustado mucho los espectáculos fetiche del Hard Zone. También hemos flipado con las estrellas del porno del Territorio Canalla", comenta Gallardo. "No veo mucha peli porno, la verdad", admite Gallardo. "Aunque me descargo escenas". Un poco más tarde, irán a escuchar el electro guarro de Dirty Princess.
Las descargas tienen en pie de guerra a la industria. Según cifras del festival, en España se ruedan unas 180 películas X al año, se venden unas 700.000 y el sector factura unos 470 millones de euros. Pero cada vez hay menos trabajo. "No existen datos fiables. Pero está claro que las descargas ilegales están haciendo mucho daño", asegura Antonio Marcos, presidente de Asociación de Productores y Editores de Obras y Grabaciones Audiovisuales (APEOGA).
Aunque hay quien ve la situación con otros ojos: "Las productoras se han puesto las pilas con las descargas gratuitas: antes quien compraba una película con dos tetonas rubias, podía meter la cinta y encontrar a dos morenazas. Hoy las cosas se hacen con más mimo. Hay que adaptarse", opina Max Cortés, de 37 años y actor en más de 3.000 filmes, director, productor y portavoz de FICEB 2008. ¿Y el futuro? "Están los teléfonos 3G y vienen el Blu-Ray, la televisión por Internet, la TDT... El futuro es todo eso y está aquí, en Madrid".
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