'Okupas' donde vivieron los caballeros de Malta
Cuatro siglos de historia de un edificio público que ahora está vacío y en venta en el barrio de Malasaña
Sobre la puerta hay una elegante cruz de la Orden de Malta, pero dentro brilla una bombilla con los cables pelados. Se puede ver abriendo la puerta un poco, justo lo que permite la gruesa cadena. Tras un par de gritos, aparece una vigilante de seguridad. La ha puesto el Ayuntamiento (también la cadena) para que Corredera Baja de San Pablo, 20, no vuelva a ser tomado por los okupas, desalojados, sin incidentes, la semana pasada.
Preguntando por el inmueble en el Consistorio, la respuesta es escueta: "Es propiedad de la Empresa Municipal de Vivienda, está catalogado como residencial y su destino es la venta para invertir lo que se obtenga en hacer más vivienda social". Si se quiere conocer la historia de esta casa, mejor preguntar a quienes se colaron dentro el pasado 5 de enero.
Sus últimos habitantes tienen todo un proyecto de rehabilitación
En el inmueble vivió Ana Ruiz, la madre de Antonio Machado
Estos okupas no tienen solo tenazas. Los firmantes del proyecto Corredera/Barco (pues el edificio incluye un inmueble anexo de la calle Barco) son una veintena de asociaciones, del Patio Maravillas a Madrid Ciudadanía y Patrimonio. El proyecto en sí es cosa seria. Realizado por un equipo multidisciplinar que incluye arquitectos, historiadores y arqueólogos detalla en 50 folios un minucioso plan de acción. Cuenta para lo que quieren que sirva el edificio (un centro social autogestionado), cómo recuperar su estado original (con técnicas constructivas tradicionales y la participación de los vecinos) y cuál es su historia, desde la más reciente a la más antigua.
La más reciente es un cuento conocido: el Ayuntamiento compra el inmueble en 1991, desahucia a los vecinos y hay juicios, desalojos e indemnizaciones. Prometen un centro comunitario con guardería y luego viviendas sociales; pero las obras nunca arrancan. Crisis (y deuda) mediante, en 2009 se tasa en 11 millones y se pone a la venta. La subasta queda desierta y tan solo un año después se rebaja el precio a 4,7 millones. Sigue sin comprador. Si los tiene, es suyo.
La historia más antigua de Corredera 20 no es tan común. "Este es un edificio excepcional", dice el arquitecto Pablo Farfán, del Colectivo Autoconstrucción, que ha restaurado una quincena de edificios históricos y como tasador es experto en las tipologías del centro. "No conocemos toda su historia, pero no es normal, tiene cinco crujías y una distribución nada habitual, un enorme pilón de granito labrado, una bóveda de ladrillo interesante y muy probablemente un aljibe, ya que los caballeros de la Orden de Malta, organización religiosa militar a la que perteneció, estaban acostumbrados a la autosuficiencia y recogerían el agua de lluvia". La joya del inmueble es su patio castellano de cantos rodados. "Es de los que ya no quedan en Madrid", dice el arquitecto, "una maravilla que te traslada a aquel pueblo manchego que fue la capital".
Antes de que se okupase la casa, los colectivos investigaron mucho. El edificio se construyó en el siglo XVII, fue propiedad de varios señores (Don Andrés de Ayala Godoy y Juan Simón del Valle) y a mediados del XVIII pasó a manos de la Orden de Malta, la cual todavía existe y les ha corroborado que el escudo de la puerta es suyo.
Por su organización arquitectónica no parece que fuese un hospital, así que algunas teorías apuntan a que sirviese como hospedería para los caballeros médicos. En la desamortización de Mendizábal el inmueble volvió a manos privadas y sirvió como oficinas y viviendas durante otro siglo y medio. En él vivió Ana Ruiz, la madre de Antonio Machado, y en sus dinteles aún están las grietas que provocó un obús durante la Guerra Civil.
"Tantos años de historia lo convierten en un Frankestein, un parque temático de la arquitectura vernácula madrileña en el que se pueden recorrer los sistemas constructivos de los últimos 300 años", dice Farfán. Por ello, el proyecto de rehabilitación (que ha sido presentado a la EMVS) incluye talleres de arquitectura tradicional y ecológica para "aprender lo desaprendido". Cómo hacer mortero de cal para restaurar los muros y evitar la carcoma, cómo usar el canto rodado sobre tierra para que no se formen charcos en el patio...
El miedo de los colectivos es que, una vez en manos privadas, se deje morir el edificio para conservar sólo la fachada. Durante la okupación, se retiraron muchos puntales "que no estaban sujetando nada". También se limpió el patio y se restauró algún muro. Las imágenes del proceso están en http://patiomaravillas.net.
"El problema cuando un edificio se queda vacío es que se acaba cayendo", dice el arquitecto. También que solo genera gastos. Según el proyecto Corredera/Barco (en el que no se pide dinero al Consistorio), el Ayuntamiento se ha gastado ya (sin contar la compra) un millón de euros en el edificio "entre redacción de proyectos que no se ejecutan, juicios de desahucio, realojos, indemnizaciones y alquiler del apuntalamiento a una empresa privada". Solo el alquiler de los puntales, dicen, incluidos los que no sujetan nada, cuestan 6.000 euros al mes.
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