Magia que engaña a la mente
El mago Juan Esteban Varela ofrece un espectáculo de ilusionismo para ciegos
Se ha escuchado bastante aquello de que "no hay peor ciego que el que no quiere ver". La expresión, trillada cuando la necedad asoma, golpea de frente si se prefiere cerrar los ojos justo cuando -se supone- se deberían abrirlos como platos. Por arte de magia (nunca mejor empleado este cliché), hay singulares excepciones.
Quien acuda mañana o el sábado al Teatro Circo Price con la intención de ver una función del I Festival Internacional de Magia, tendrá, por fuerza, que cerrar los ojos (o, más bien, vendárselos), aunque le resulte paradójico. Aquí cerrarlos es la norma.
Así se lo pide al público Juan Esteban Varela (Santiago de Chile, 1969) y él, para dar buen ejemplo y no llamar a nadie a engaño, también utiliza una venda. Es el único requisito para disfrutar lo que el gremio ha dado en llamar "magia para ciegos", de la que Varela es pionero, aunque también la llama "magia en la oscuridad" porque incluye a videntes e invidentes. Da igual.
El chileno trabajó 10 años en la investigación y el desarrollo de "técnicas integradoras". "Intentaba encontrar unas condiciones similares para todos. Por eso todos están vendados, incluso yo. Ni siquiera yo puedo ver quién es vidente y quién no".
Varela tiene una máxima: la magia no es el arte de engañar a los sentidos, sino a la mente. "Me costó darme cuenta, aunque luego es bastante obvio. No se engaña a la vista ni al oído".
Para ello busca generar tres cosas en sus espectáculos: intrigas intelectuales, estímulos de la imaginación a través de fantasías con una relación causa-efecto sorprendente y la conexión de estas experiencias con las emociones. "Si logro estas tres cosas, ya hice magia. Ahí está". Sobre el escenario se trabajan tres técnicas: la magia a distancia, la proyectada auditivamente y la de la palabra. Para el primer caso, todos los espectadores, al llegar al teatro, reciben una pequeña caja con algunos elementos para que, desde sus butacas y siguiendo las instrucciones de Varela al micrófono, sientan la magia en sus manos.
Para la segunda conviene emplear un ejemplo clásico. Un vidente ve cuando una moneda aparece en una mano donde supuestamente no estaba. En la magia "proyectada auditivamente" no se ve, se escucha. ¿Cómo? Abre la mano sobre una mesa que tiene un micrófono. Si el público escucha que una moneda golpea esa mesa, el mago acertó.
La tercera emplea solo la palabra y mucha imaginación. Un juego: el público piensa en una palabra y el mago dice cuál es. Otras dinámicas se combinan con relatos. Por ejemplo, el mago cuenta una historia donde desaparece una moneda. "Es una desaparición narrativa, pero luego aparece la moneda en la botella que cada asistente tiene en su caja, aunque antes, al moverla, no se escuchaba nada".
¿Será, de algún modo, que el acto que no ven, pero escuchan-sienten-imaginan, es incluso mejor que el acto real? Es posible. La magia, dice Varela, está en cada persona y en su capacidad de asombro e imaginación.
Teatro Circo Price.
. Viernes 18 y sábado 19, a las 17.30.
Ronda de Atocha, 35
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