Chicas que hacen punk
El movimiento de seguidoras de Kaka de Luxe o Las Vulpess se consolida
Pilar Gallego es traumatóloga cirujana en un hospital de la Comunidad de Madrid. Consume una extensa jornada laboral enhebrando ligamentos, reparando tibias y recomponiendo rótulas. Su familia (padres, hermanos, tíos, etcétera) conocen perfectamente la labor que desempeña como médico esta mujer de 34 años. Lo que desconocen sus parientes es su otra vida: vocalista del grupo punk más desfasado de Madrid, Las Jennys de Arroyoculebro. Sus compañeros de trabajo sí conocen su afición. De hecho, cuando el grupo actúa en salas como El Sol o Wurlitzer, acuden allí médicos, enfermeras y celadores con pancartas de apoyo a su colega de trabajo.
Y presencian la gran transformación. Pilar, tímida y madre de un crío de 10 meses (Nicolás) se mete en su personaje. Se pone un pantalón de chándal, zapatos de tacón alto, gafas de sol gigantes de colores chillones... y empieza el espectáculo. "Dame dos pacharanes, coño. Hasta que no estén aquí no empezamos a tocar", gritaba en un concierto en el Wurlitzer. Llegó la bebida y arrancó la música con una canción que se llama Voy a coser tus venas con mi nombre, que cuenta un desamor. Pilar baja a cantar con el público, tropieza, se estampa contra los amplificadores (qué dolor) y convierte el concierto en una descacharrante noche de punk. Al día siguiente, exhibe un cuerpo lleno de cardenales. Es el único sello de su vida desenfrenada punk que se lleva al quirófano de su vida responsable.
Las cinco chicas de Tetállica no tienen más pretensiones que la diversión
Las componentes de Silla Eléctrica abogan por letras de corte sociopolítico
Las Jennys de Arroyoculebro forman parte de un pequeño, pero bullanguero, movimiento que crece en el underground madrileño: grupos de chicas que ejecutan punk en castellano con influencias de las bandas españolas de los años ochenta. Nombres: Las Señoras, Tetállica, Silla Eléctrica, Pantones, Juanita y los Feos o Coprolitos. "Nos criamos viendo La bola de cristal y escuchando a Kaka de Luxe, Las Vulpess y Eskorbuto", comenta Adriana Lorente, 30 años, batería de Tetállica, un grupo cuyas canciones nunca llegan a los dos minutos. Algunas, incluso se quedan en los 50 segundos. Tetállica se definen: "Somos cinco chicas haciendo el cabra. Es algo divertido, sin grandes pretensiones".
Silla Eléctrica, sin embargo, abogan por un corte de letras más sociopolítico. El desencanto con la vida, las miserias de las grandes ciudades y la inoperancia de los Gobiernos son temas que tratan en sus textos. Raquel Sanz, de 33 años, es la batería: "No tenemos ni idea de tocar, no ensayamos mucho, no contamos con medios, nos edita los discos un sello diminuto y tocamos en sitios infectos. Así que, sí, definitivamente somos punks". Silla Eléctrica ya cuenta con un disco, Ritmo suicida. Raquel es profesora de música para niños de seis años. "No les digo que toco en un grupo punk porque no viene al caso. Pero no es algo de lo que deba avergonzarme", comenta.
Ninguno de estos grupos se dedica profesionalmente a la música. Todos se ganan la vida con otras actividades. Ya quedó dicho que la cantante de Las Jennys de Arroyoculebro es médica. La teclista es periodista, la bajista subdirectora de una sucursal bancaria y el único chico del quinteto (aunque sale al escenario con peluca de mujer), trabaja de ingeniero de montes. Lucía Rujas, la teclista (de 35 años), cuenta el origen del nombre: "La cantante y yo hicimos un viaje a Huelva a pasar nuestra etapa de desamor. Las dos acabábamos de cortar con nuestros novios. Por la noche íbamos a comer camaroncitos y a beber tintos de verano. Y siempre veíamos a muchas chicas barriobajeras, con sus chándales y sus tacones. Las llamábamos Jennys. Nos hizo gracia. Lo de Arroyoculebro es una zona de Getafe que nos gustó por el nombre. Luego nos enteramos de que es una mini-Moraleja del extrarradio".
Una de las canciones más celebradas de Tetállica es Peluquería de señoras nacional socialista, donde cantan: "Ponme bella, ponme bella, quiero ir a Marbella / ponme silicona, quiero ir a Bayona". El grupo cuenta la inspiración: "Estábamos hojeando una revista para niñas y nos sorprendió que les dieran consejos de belleza como si fueran mucho más mayores. Y compusimos la canción".
Esta generación de bandas destila ese espíritu punk de nulo virtuosismo y de apuesta por la visceralidad y la intuición por encima del academicismo. De hecho, a la teclista de Tetállica le regalaron el instrumento minutos después de haber ingresado en la banda. "No había tocado un teclado en mi vida", confiesa.
Pero nada supera a Pilar, la cantante de Las Jennys. Uno de sus conciertos se lo dedicó "a los huevos de mi hijo y a los leones de Ángel Cristo". Ya saben: por la mañana les puede reparar la clavícula.
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