Aguirre reacciona ante los ataques a la gestión sanitaria

El PP invirtió ayer su tradicional papel en la escena política madrileña. Lo habitual es que cada acción del partido lleve aparejada la reacción de la oposición (PSOE e IU). Pero ayer Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid y también de su formación política en la región, dio muestra de haber perdido la iniciativa al acusar las críticas de sus rivales políticos sobre la gestión de los servicios públicos de su Gobierno.

"Nos encontramos con una ofensiva frontal de la oposición", reconoció Aguirre en la que era la primera reunión del nuevo Comité Ejecutivo Regional tras el congreso del partido y recomendó a sus miembros cambiar de táctica y poner empeño en justificar sus iniciativas. "Tenemos que esforzarnos en explicarnos muy bien", les animó. Porque, agregó, "la contumacia de las mentiras" de la oposición "hace efecto".

El comienzo del curso político ha devuelto al primer plano de la actualidad las críticas de PSOE, IU y los sindicatos sobre la gestión de los servicios públicos de Aguirre, a la que acusan de abusar de la contratación de empresas privadas para prestarlos. Los ataques políticos fueron muy duros durante el debate del estado de la región, celebrado a mediados de septiembre, y se han ido intensificando. IU ha llegado hasta el Congreso de los Diputados, donde el pasado viernes planteó, a través de una proposición no de ley, que el Estado recurra al Tribunal Constitucional para que determine si es legal la generalización de la figura de concesión a empresas privadas de centros sanitarios que se está produciendo en la región.

Pero la oposición más virulenta a la gestión de Aguirre se ha producido a las puertas de los hospitales públicos, donde, en las últimas semanas, cada visita del consejero de Sanidad, Juan José Güemes, es recibida con abucheos y recriminaciones de pacientes, representantes sindicales y personal sanitario. La de ayer en el hospital Puerta de Hierro fue la sexta ocasión en la que Güemes escucha gritos a su entrada a un centro sanitario.

La presidenta jugó a confundir, a sabiendas de que su intervención ante los dirigentes populares era pública, y los metió a todos en el mismo saco: partidos, sindicatos y ciudadanos. Las culpas se las atribuyó a los socialistas, a los que acusó de abanderar una oposición de "espectáculo bochornoso, broncas y trifulca callejera". A IU ni la mencionó.

Aguirre repitió además el chascarrillo que se ha generalizado entre sus consejeros: que los socialistas "han subcontratado a los sindicatos" para hacer oposición. "La imagen de bronca callejera que está dando el Partido Socialista es propia de otro momento histórico", dijo la presidenta. "Nos ayuda a presentarnos como un partido moderno, abierto y dialogante".

Aguirre advirtió a los dirigentes del PP de que sus críticos, "con insistencia propagandística", "repiten que el PP quiere acabar con la educación y la sanidad pública". Y les recordó que la ley permite gestionar los servicios públicos por concesión directa o indirecta aunque, según dijo, "se ha demostrado" que la última es la "fórmula más efectiva". No explicó en qué estudios basa sus afirmaciones. Luego recalcó que las administraciones públicas deben ser "garantes de los servicios públicos y no los proveedores".

Para remachar su intervención a favor de su gestión, Aguirre felicitó al consejero de Sanidad por su actitud ante los incidentes en los hospitales, que, dijo, ha afrontado "con elegancia, firmeza e inteligencia". Y acusó a quienes la critican de "tener la cara muy dura" por acusarle de atacar lo público "después de haber construido ocho hospitales". Pero encontró una explicación política. Según ella, "piensan que así van a deteriorar el clima social". "No les vamos a hacer el favor de perder las elecciones", zanjó.

Aguirre y Güemes, increpados en el nuevo hospital Puerta de Hierro